El aislamiento del pueblo maragato ha propiciado la conservación intacta de sus más antiguas tradiciones, como el juego de los bolos, cuyas partidas suelen disputarse todos los domingos.
Los bolos maragatos llevan practicándose hace más de cinco siglos. No obstante, hasta hace algunos años nadie se había preocupado de unificar criterios respecto a las reglas del juego, ya que cada localidad de la Maragatería tiene, incluso actualmente, su
propia interpretación del ruego. Juan Carlos Pérez y Natividad Cordero lo han conseguido en su libro «El juego de bolos en Maragatería», donde afirman que su práctica se está extinguiendo y prevén su rápida desaparición para dentro de unos años.
El juego de bolos está basado en la habilidad, fuerza y destreza de los participantes, encuadrados en dos equipos de tres jugadores cada uno. A diferencia de los bolos modernos, los bolos maragatos precisan de una piedra, ligeramente levantada por su parte delantera, con muescas en donde se pegan con barro unos bolos cilindricos. Se disponen en tres filas de tres bolos y un «cuarto» o esfera ovoidal de base plana entre ellos.
Para lanzar tampoco se utiliza una pesada bola redonda, sino un ladrillo de encina con las puntas redondeadas. Los jugadores se colocan en unas losetas de postura que marcan la distancia respecto a la situación de los bolos. La separación mínima entre el jugador y los bolos es de cinco metros.
El juego consiste en lanzar el ladrillo tratando de acertar a los bolos que, por el impacto recibido, harán un nuevo recorrido en la zona de tanteo. Dependiendo de la situación de los bolos en esta zona, el jugador hará de cero a sesenta puntos.
Cada partida consta de ocho juegos. Si los dos equipos empatan a siete juegos, se pueden realizar dos más, siempre que los participantes así lo dispongan.
(Fiestas de España)
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