Un mirador en medio de un paisaje volcánico, que a mí me fascina, rodeado de un aura de leyenda. Cuentan que aquí se solían hacer rituales de magia y de ahí que este lugar también se conozca como Llano de las Bruja. Otros prefieren adjudicar el nombre a los efectos fantasmagóricos de la niebla.
Historias aparte, el protagonismo aquí se lo llevan el volcán Montaña Quemada (siglo XV) y la panorámica sobre el Valle de Aridane. En las noches, es un lugar ideal para observar las estrellas. De hecho, forma parte de la red de Miradores Astronómicos.
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