En el valle de Duio sorprende su apabullante riqueza costera. Solo las fotos aéreas hacen justicia a esta cala de arenas limpias y mar sin contaminación que ejerce una fascinación absoluta.
En rededor, acantilados de un verde sustantivo y consecuente bajada a pie. Si resulta poco frecuentada quizás es porque el baño transmite de todo menos confianza. En bajamar se puede alcanzar a pie una cuevita situada en el flanco derecho; no en vano, Amela es base de percebeiros cuando toca mariscar en los bancos cercanos.
Naturistas ocasionales la ocupan, pero ni los surferos la acaparan. Como zona remota de la Costa da Morte que es, no hay restaurantes en un radio de dos kilómetros, con lo que para comer hay que ir a Tira do Cordel.
En rededor, acantilados de un verde sustantivo y consecuente bajada a pie. Si resulta poco frecuentada quizás es porque el baño transmite de todo menos confianza. En bajamar se puede alcanzar a pie una cuevita situada en el flanco derecho; no en vano, Amela es base de percebeiros cuando toca mariscar en los bancos cercanos.
Naturistas ocasionales la ocupan, pero ni los surferos la acaparan. Como zona remota de la Costa da Morte que es, no hay restaurantes en un radio de dos kilómetros, con lo que para comer hay que ir a Tira do Cordel.
(El País)
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