Los Tibicenas, también llamados Guacanchas en la mitología guanche, según cuentan las leyendas de los aborígenes canarios, eran demonios en forma de perros oscuros, siniestros y lanudos con ojos rojos brillantes que aparecieron hace ya mucho tiempo en las islas sin que nadie haya podido averiguar, hasta el momento, su procedencia.
Para los aborígenes guanches de la isla de Tenerife estos perros demoníacos eran los hijos del demonio o diablo (Guayota), el dios maligno oscuro. Según las creencias guanches, un día el demonio Guayota raptó al dios Magec, el sol y lo llevó consigo al interior del volcán del Teide en Tenerife, y sumió al mundo en las tinieblas hasta que Achamán (dios del cielo) lo rescató. Durante aquella larga noche nacieron los Tibicenas. Aparecieron sin que ningún rastro los atrajese, huyendo del dañino sol, hicieron de las cuevas y los fondos de los profundos barrancos su hogar, escarbando en lo profundo de las montañas durante el día, en su afán de huir de la luz. Según la leyenda los Tibicenas merodean en la noche, sus aullidos llenan el aire y en los barrancos aguarda el daño y la muerte, el fuego rojo de sus ojos incendian lo oscuro. Se creía que descendían de las montañas para devorar el ganado sagrado haciendo estragos entre la población. Incluso hay leyendas que aseguran que en ocasiones salían del mar.
Los Tibicenas, eran espíritus demoníacos con formas de perros lanudos que a veces los guanches relatan que salían del mar. Los aborígenes también creían en seres maléficos y en fuerzas negativas que se manifestaban en este perro lanudo que atacaba a la gente o a sus animales y que solía aparecer de noche o de día, de improviso. Para evitar este temor y como adoración, les ofrecían ofrendas de comida y miel, en las grietas elevadas del suelo, donde vivían estos cánidos altivos. En especial, les llevaban ovejas y cabras llamadas aras (con el tiempo "ara" significó altar de sacrificio en un alto, donde se inmolaban corderos y cabras).
En yacimientos del Barranco de Santos y las Cañadas del Teide (en Tenerife) y en el Barranco de Guayadeque (en Gran Canaria), se han encontrado cráneos de perros desconocidos de gran tamaño, por lo cual la mitología en torno a los Tibicenas pudo haber tenido una base real.
(Mitología ibérica)
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