Se trata de un salto de agua tan bello como escondido en un enclave más conocido por la singularidad de sus árboles.
En Cabezuela del Valle, a donde pertenece, es más familiar el Roble del Prado Sancho, de no menos de 25 metros de altura, por lo que es todo un descubrimiento hallar semejante cascada que viene de la garganta de las Monjas. Tiene varios accesos, pero ninguno señalizado por lo que supone un desafío incluso para propios cuanto más para extraños.
En Cabezuela del Valle, a donde pertenece, es más familiar el Roble del Prado Sancho, de no menos de 25 metros de altura, por lo que es todo un descubrimiento hallar semejante cascada que viene de la garganta de las Monjas. Tiene varios accesos, pero ninguno señalizado por lo que supone un desafío incluso para propios cuanto más para extraños.
(Plan VE)
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