Lo buscó Indiana Jones, se convirtió en una obsesión para ciertos jerarcas nazis, aseguran poseerlo en Valencia, en Inglaterra, en Italia, en Francia… y desde que los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega presentaron en 2014 el libro Los reyes del Grial, también en León.
Pese a que es considerado por la historiografía más ortodoxa como una leyenda histórico-religiosa, lo cierto es que la búsqueda e intento de identificación de esta reliquia, del supuesto vaso de la Última Cena de Cristo donde José de Arimatea recogió la sangre de aquel tras la crucifixión, ha sido una constante a lo largo de los siglos que ni siquiera nuestra ultratecnológica centuria ha frenado.
Y es en dicha búsqueda en donde se circunscribe una de las teorías anteriormente señaladas, la del Cáliz de León. Como escribíamos, Torres y Ortega presentaban en su libro una teoría según la cual la Colegiata de San Isidoro de León conserva una pieza de orfebrería conocida como el cáliz de doña Urraca, el cual, despojado de ornamentos que fueron sumados al original con el paso de los siglos, se correspondería con el Cáliz Sagrado. Para ello, los autores se basan en una investigación realizada por el Doctor en Filología árabe Gustavo Turienzo, que a partir de dos manuscritos árabes hallados en El Cairo, asegura que el vaso original fue donado en 1054 por el califa fatimí al emir de la taifa de Denia, quien a su vez lo regaló a Fernando I el Magno poco antes de convertirse este en rey de León. A partir de este hecho los autores presentan una argumentación que parte de diferentes textos árabes que acaban encontrando el origen del Cáliz en el tiempo, la geografía y las circunstancias en que la tradición señala que predicó Jesús de Nazaret.
Errores importantes
Pues ahora el arabista, traductor e investigador del CSIC Luis Molina ha publicado un artículo en Revista de Libros en que califica toda esa argumentación como una simple "invención" de Torres y Ortega. Y utiliza dicho término al considerar que existen errores importantes tanto en las traducciones de los textos árabes, como en la datación de los hechos descritos y en una falta de rigor científico:“no es más que una retahíla de datos conocidos de antiguo que no aportan la menor prueba consistente –en realidad, ni siquiera inconsistente–, y de continuos recursos al salto en el vacío argumentativo que se apoya en conclusiones difusas introducidas por expresiones del tipo ‘es probable’. ‘es improbable’, etc”. Asimismo, asegura que los llamados Pergaminos del Cairo en que se sustenta la teoría no han sido sometidos a un análisis científico, pericial y caligráfico y que “la credibilidad que les concedo es –y en esto no estoy solo– nula”.
La polémica, por supuesto, no ha hecho más que empezar. No han tardado los autores de Los reyes del grial en defender su postura y atacar la visión de Luis Molina. Según Margarita Torres, la argumentación contraria a su investigación ha surgido al hilo de la película Onyx, los reyes del Grial, que está en proceso de grabación y se centra en el periplo de la copa romana desde Jerusalén hasta San Isidoro. “Es la opinión de una persona, no de una institución”, resalta. De lo que no hay duda es de que, siglos después, el misterio del Grial sigue más vivo que nunca. Un misterio tan grande que ni tan siquiera el Nuevo Testamento hace referencia específica al mismo, más allá de la describir cómo Jesús bebió de la copa y la compartió con sus discípulos.
Historia de Iberia Vieja
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