El escultor se encerró dentro del hueco que albergaba el ejemplar, limpió y saneó su interior dejando en el hueco interior del castaño su impronta, un bonito altar en el que esculpió a la Virgen del Rosario, patrona de Baamonde.
Los medios de comunicación se hicieron eco de esta curiosa hazaña y fue tal el revuelo que se organizó, que el castaño no pudo ser cortado, quedando como un auténtico monumento vivo digno de toda admiración.
Víctor Corral lo siguió cuidando y en cada una de sus arrugas que ha formado el tiempo, esculpió con gran cuidado pequeños detalles de animales, manos, etc.
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