El punto de inicio es la plaza de la Rosa dels Vents, decorada con una escultura de Ricardo Bofill en la que las barras de la bandera catalana lucen giradas helicoidalmente. Hay también un mirador al mar y un puesto de helados.
El pavimento ocre de 10 metros de anchura deja a un lado la lustrosa balaustrada junto al mar y al otro la dársena de embarcaciones deportivas de la Marina Vela Barcelona, puerto deportivo de última generación. El paseo finaliza en un graderío desde el que se puede atisbar el paso de grandes transbordadores. El sol cae tan de plano que se recomienda postergar la visita al final de la tarde.
El País
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