Recluidos en el castillo, comenzaron a preparar su estratagema cuyo fin era masacrar a sus rivales, los isabelistas. Esperarían en la fortaleza hasta escuchar las tres campanadas que se tocan al alzar a Dios durante la misa, en la iglesia de Santa María, donde se encontrarían numerosos componentes del bando enemigo, reunidos. Esa iba a ser la señal para atacar a sus indefensos vecinos, a traición. La estrategia estaba preparada y clara: los juanistas vencerían y tomarían Villena en nombre de Juana de Castilla.
Pero la suerte quiso que tal plan llegase hasta los oídos de una anciana quien, temerosa del destino de sus vecinos, alertó a los suyos de aquello que se urdía en lo alto de la Atalaya. Estos, liderados por Cristóbal de Mellinas y, ocultando que habían averiguado el plan de los juanistas, avisaron a los pueblos vecinos y se prepararon para repeler al Marqués de Villena y a los suyos. Determinó Mellinas que, en lugar de tres campanadas se darían cinco y esperarían a que los rebeldes bajasen del castillo, hacia el templo cristiano, creyendo que atacarían por sorpresa cuando, en realidad, serían los sorprendidos.
Y tal como Mellinas planeó, ocurrió. Sonaron las cinco campanadas y los juanistas descendieron, en gran alboroto, esperando sorprender a los isabelistas, a quienes esperaban encontrar reunidos en la iglesia de Santa María. Pero no fue así, pues estos se habían escondido por los recovecos de las callejuelas y, cuando llegó el momento, se plantaron frente al enemigo combatiéndolo con dureza. Los de Mellinas salieron, finalmente, victoriosos. Isabel y Fernando prohibieron que cualquier Pacheco pisase de nuevo la ajusticiada Villena.
Sendas y Leyendas
No hay comentarios:
Publicar un comentario