Las húmedas brumas que los alisios arrastran hasta el macizo de Anaga, en el noreste de Tenerife, crean el hábitat ideal para la para (Woodwardia radicans), una especie de helecho que crea tupidas alfombras verdes entre el boscaje de laurisilva, el tipo de vegetación subtropical que cubría Europa hace 20 millones de años y que en Canarias ha quedado en forma de bosques relictos.
Sus enormes frondes (hojas), de hasta dos metros de longitud, cubren el suelo y le dan un aspecto selvático y misterioso.
Varias rutas permiten recorrerlos a pie; una de las más bonitas es la que se adentra por la reserva de El Pijaral. Se conoce como la Ruta del Bosque Encantado, un sendero circular de 6,7 kilómetros entre La Ensillada y el Cabezo del Tejo, que se puede completar en unas
Varias rutas permiten recorrerlos a pie; una de las más bonitas es la que se adentra por la reserva de El Pijaral. Se conoce como la Ruta del Bosque Encantado, un sendero circular de 6,7 kilómetros entre La Ensillada y el Cabezo del Tejo, que se puede completar en unas
tres horas. Los itinerarios discurren por el monteverde del parque rural de Anaga.
Al tratarse de un espacio protegido, las visitas están restringidas a un máximo de 45 personas al día
Al tratarse de un espacio protegido, las visitas están restringidas a un máximo de 45 personas al día
(centralreservas.tenerife.es).
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