lunes, 25 de mayo de 2020

Pandero

Utilizando el bastidor de una criba, la inventiva popular ha creado un instrumento de percusión con el simple hecho de superponer una piel tensada de animal. Esta tendencia, por otra parte muy común, de utilizar y reutilizar materiales o formas ya existentes para aplicarlos a instrumentos musicales, produjo a veces, además de piezas de gran belleza, algunas sorpresas acústicas que, por su acierto, se tradicionalizaron. En este tambor, el parche se golpea con una maza de madera recubierta de piel, para atemperar el sonido y darle mayor calidad.
Este instrumento podría definirse como un tambor cilíndrico de aro de madera, de gran tamaño, y hasta se le podría considerar como la versión rural del bombo sinfónico, con la única diferencia de que sólo tiene parche en una de las bocas. Aunque su tamaño varía, se podría denominar pandero a todo instrumento hecho con un bastidor redondo de madera, con piel en una de las aberturas y sin sonajas; lo diferenciaríamos así del pandero cuadrado y de la pandereta o panderete que incorpora las rodajas de latón en el aro de madera.
Algunas ilustraciones muestran a músicos golpeando panderos, generalmente con la mano o con una baqueta o maza, según se puede contemplar en las dos ilustraciones que se ofrecen como ejemplo. Una de ellas representa a unos israelitas adorando unos ídolos en el Roman de Horn (siglo XII), mientras que en el otro grabado aparece un actor con máscara tocando un pandero, según se pudo ver en 1762 en Pompeya al descubrirse el mosaico de una casa situada extramuros de la ciudad. Es evidente que asirios, egipcios, griegos y romanos usaron este instrumento, generalmente para ceremonias públicas, si bien en España estuvo más unido al medio rural y a las mozas, precediéndole además un toque de picaresca. Por eso el refrán decía: "No todo es vero lo que suena en el pandero".

Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.


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