Nadie le negaría el buen gusto. Tudanca es uno de los pueblos montañeses más genuinos y auténticos de Cantabria. Y además no es un decorado de cartón-piedra, como otros. Es un lugar vivo aún, que exhibe con orgullo su arquitectura montañesa —da igual que sean humildes cuadras o hidalgas casonas blasonadas—, sus vacas y sus paisanos con boina.
Hoy, la casa de José María de Cossío es un museo donde se conserva su ingente biblioteca.
El País
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