Francisco Pizarro fue un descubridor y explorador español, nació en Trujillo (España) en 1478, y es considerado el conquistador del Imperio Inca. La presencia de los descubridores españoles a partir del siglo XVI en América estuvo continuamente salpicada por continuas deslealtades entre los propios exploradores, eran años donde se pretendía a toda costa alcanzar la gloria de manera individual. Precisamente por ese motivo Pizarro fue traicionado y asesinado a los 63 años de edad por los partidarios de Diego de Almagro “el Mozo”, hijo de un antiguo aliado suyo Diego Almagro. Posteriormente fue enterrado en la catedral de Lima, sobre su muerte sabemos que falleció debido a 20 heridas de espada, según el estudio de los restos realizado en 2007 por el antropólogo forense Edwin Greenwich Centeno.
Respecto a la espada del conquistador español, durante años se le atribuyeron poderes sobrenaturales. Tras la muerte de Francisco Pizarro el arma fue rescatada por su hermano Hernando, quien la trajo a Trujillo en uno de sus viajes, donde fue conservada durante varios siglos. Posteriormente el Marquesado de la Conquista fue custodio de la famosa espada dejándola guardada a buen recaudo.
Varios siglos más tarde, a comienzos del siglo XIX, un presuntuoso y extravagante aventurero escocés llegó a España junto al ejército británico para hacer frente a Napoleón en la conocida como Guerra de la Independencia. Él era John Downie, un comisario de guerra a las órdenes de John Moore. Cierta noche de 1809, en una de las veladas ofrecidas por Lord Wellington conoció a los VIII Marqueses de la Conquista, Jacinto de Orellana Pizarro y Contreras y su mujer Bárbara de la Plata y Quintana Padilla. Al conversar con ellos tuvo conocimiento de la famosa espada de Pizarro y sacando su lado más seductor consiguió que se la mostrasen. Posteriormente fueron los mismos marqueses los que le propusieron a Downie que se sirviera de ella, para que dicha arma proporcionase nuevas glorias a la corona.
Unos meses más tarde, con el arma ya en su poder partió hasta Cádiz, donde en junio de 1810 fue nombrado coronel por la Regencia, a su escuadrón lo denominó “Los Leales de Pizarro”. Debido a su buen hacer bélico, Downie fue ascendido a brigadier, solicitó entonces poder ampliar sus huestes, la unidad fue rebautizada en 1812 como “Leal Legión Extremeña”. En agosto de 1812 españoles y británicos se enfrentaron al mariscal Soult en Castilleja de la Cuesta y sus inmediaciones (Sevilla) resultando derrotados los franceses. Posteriormente los persiguieron hasta el sevillano Puente de Triana, allí Downie enarbolando la famosa espada de Pizarro arengó a los suyos contra los franceses, pero la artillería de la batería francesa tiró de su caballo a Downie dejándolo gravemente herido. A pesar de ello aún tuvo fuerzas para arrojar la espada hacia sus hombres para que la pusieran a salvo. Posteriormente un pelotón de la Leal Legión Extremeña lo encontró tirado en el suelo ensangrentado y con todo el rostro desfigurado, había perdido el ojo derecho.
Una vez repuesto del pasado combate, Downie volvió a desempolvar la espada, concretamente en 1822, durante la Guerra Realista que enfrentó a los liberales contra las guerrillas sublevadas partidarias de Fernando VII. En dicha enfrentamiento Francia intervino militarmente con la intención de restablecer el absolutismo de Fernando VII, apoyando así a los realistas. El ejército francés, denominado los Cien Mil Hijos de San Luis, fue encabezado por el duque de Angulema. En esta ocasión, John Downie participó en una facción realista con la intención de rescatar a Fernando VII. Pero a pesar de que el monarca fue liberado, el escocés fue detenido por el general Francisco Copons y Navia siendo arrestado en el castillo de Santa Catalina en Cádiz, la espada cayó en manos de los liberales. Posteriormente fue liberado de su cautiverio pero sin tiempo para recuperar el arma murió tres años más tarde.
Se tiene constancia que, desde 1823, la espada de Pizarro se encuentra depositada en la Armería Real de Madrid.
Extremadura Misteriosa
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