En algún momento del siglo XVI la conquista de Canarias, y en concreto de la isla de La Gomera, llevó a los últimos guanches a legar un patrimonio cultural en peligro: el silbo gomero, un lenguaje adaptado del castellano por aquellos hombres errantes que se expresaban entre los barrancos de esta isla exuberante.
Prueba de cómo la comunicación puede adaptarse a los lugares más recónditos del mundo - incluyendo regiones de México y África donde también impera esta costumbre -, el silbo gomero fue reconocido por la Unesco en 2009 y tiene monumento propio (en la imagen) frente a la iglesia de San Francisco, en Chipude (La Gomera).
Prueba de cómo la comunicación puede adaptarse a los lugares más recónditos del mundo - incluyendo regiones de México y África donde también impera esta costumbre -, el silbo gomero fue reconocido por la Unesco en 2009 y tiene monumento propio (en la imagen) frente a la iglesia de San Francisco, en Chipude (La Gomera).
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