Se conservan antecedentes de construcciones particulares desde 1693.
Tradición.—Un el humilladero del Angel se veneraba una imagen del Santo Labrador, que dio nombre a esta calle. La efigie pasó después a ser propiedad de la V.O.T. cuando se derribó el humilladero.
La historia de San Isidro es una de las páginas más gloriosas de los anales de esta Villa. Fué labrador. Habiéndose casado con una virtuosa doncella que se llamaba María de la Cabeza, le inspiró su misma devoción y sus piadosas máximas; haciendo ésta tantos progresos en la virtud, que también es venerada como Santa. El único hijo que tuvieron por fruto de su matrimonio imitó la piedad de sus santos padres, que le dejaron por herencia la posesión de sus admirables ejemplos. Reconociendo San Isidro las virtuosas inclinaciones de su santa mujer, le propuso que en adelante habían de vivir como hermano y hermana, á lo que se obligaron con voto; y desde entonces fueron cada día más abundantes los favores que recibieron del cielo aquellos dos castos esposos.
Como se vio precisado á mantenerse á sí y á su familia con el trabajo de sus manos, entró á servir á un vecino de Madrid llamado Juan de Vargas, obligándose á cultivar las tierras mediante el salario en que se concertaron. La nueva obligación no le estorbó para emplear el mismo tiempo que antes en sus diarias devociones. Madrugaba por las mañanas mucho tiempo antes de la hora destinada para salir al campo; visitaba algunas iglesias, donde oía misa cada día, y hacía con fervor sus acostumbradas oraciones. N'o faltaron muchos que censuraron su devoción. Como estaba asalariado, hubo algunos que le acusaron ante el amo de que, en lugar de irse al campo muy de mañana, como era su obligación, se andaba visitando las iglesias, dejando las tierras sin cultivo. Hallando Vargas ser cierto, creyó que sus tierras no podían menos de padecer detrimento por una devoción imprudente, que quitaba á las labores las mejores horas del día. Teniendo por seguro el sorprenderle, fué una mañana al campo lleno de cólera; pero quedó admirado cuando, á bastante distancia, descubrió dos pares de bueyes extraordinariamente blancos que estaban arando á los dos lados de su criado. El ansia de saber lo que era le hizo acelerar el paso; mas luego que se acercó, desaparecieron los bueyes. Comprendió entonces Vargas lo que significaba la visión, y conociendo también la santidad de su criado, le exhortó a que prosiguiese en sus diarias devociones, y más cuando reconoció que en todo el término no había tierras mejor labradas que las suyas.
El licenciado Jerónimo Quintana y el padre fray Jaime Bleda, traductor y comentarista de Juan Diácono, primera pluma que nos habla del Santo, fijan el nacimiento de Isidro en los últimos tiempos de la dominación árabe en Madrid, y su muerte en 1172. Mesonero Romanos acepta esta versión, y los eruditos historiadores de esta villa Amador de los Ríos y Rada y Delgado la conceptúan como verosímil. La última palabra no se ha dicho ni podemos decirla mientras no se descubran nuevos datos.
(Carlos Cambronero)
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