Un objeto mítico y mágico, procedente del Templo de Jerusalén y propiedad de un rey judío mundialmente conocido por su sabiduría. Dicho objeto encierra una de las claves de la creación: el Shem Shemaforash o nombre secreto de Dios. Quien lo posea tendría un poder absoluto sobre el mundo. Ese objeto maravilloso, la Mesa de Salomón, según algunas versiones, estaría escondida en Jaén. Algunos la buscaron en el solar de la imponente catedral giennense, donde se supone que estuvo "la cava" o cueva que la albergó.
Otros han pensado que el Palacio Perdido de Hércules estuvo en el barrio de la Magdalena, el mismo palacio que una vez abierto atrajo la invasión musulmana a la península y, en cuyo interior, se guardó la Mesa y el Espejo de Salomón. No falta quien piensa que el Lagarto de la Malena, célebre Dragón de grandes dimensiones, no tenía otra misión que la de custodiar los tesoros del Templo de Jerusalén sustraídos por el emperador romano Tito y traídos hasta esta ciudad. Entre ellos, la Mesa de Salomón.
(Asociación Iuventa)
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