El gran espacio residencial comprendido entre las calles San Francisco de Sales, Bravo Murillo, Rodríguez San Pedro y Guzmán el Bueno fue el lugar elegido en el siglo pasado para situar un total de cuatro cementerios.
La historia se remonta a 1809, año en que José Bonaparte prohibió que se siguieran realizando enterramientos junto a las iglesias, medida que no había conseguido llevarla a la práctica Carlos III aunque lo intentó. Con esto se intentaba evitar la propagación de epidemias.
Se eligió entonces la zona norte de Madrid, extramuros, para la construcción de los nuevos cementerios construyéndose ese mismo año el Cementerio General del Norte a lo largo de la calle Magallanes, entre las de Ccrcedilla y Rodríguez de San Pedro. En el actual complejo comercial de Arapiles se levantó, en 1831, la Sacramental de San Ginés y San Luis y, en 1849, se construyeron otros más, el de la Patriarcal, ocupado hoy por el Parque Móvil Ministerial (entre Bravo Murillo y Cea Bermúdez) y el de la Archicofradía de San Martín, situado en lo que hoy es el estadio Vallehermoso. Por cierto, el cementerio General del Norte, antes mencionado, fue el primero de España que, inspirándose en un cementerio de París y diseñado por Juan de Villanueva, utilizó por primera vez los nichos como nuevo sistema de enterramiento.
Todos ellos fueron clausurados a finales del siglo XIX y derribados durante el primer tercio del XX, constituyendo toda esta zona una más de ensanche, destinada sobre todo a viviendas. Por un tiempo, la parte más norte de esta zona fue conocida por el «campo
de las calaveras», debido a que cuando fueron derribados los cementerios, muchos de los restos no fueron retirados por sus familiares, quedando desperdigados por el lugar.
Curiosidades de Madrid - Isabel Gea
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