El oficio de peguero. Una de las profesiones ya extinguidas es la de peguero, pezguero o pezero, como también se denominaba a este oficio.
Del mismo modo que los gabarreros sacaban partido al monte después de las cortas de los hacheros, los pegueros hacían lo propio con los restos de la resinación.
Su labor consistía en recoger los llamados “testellones”, o lo que es lo mismo, la resina mezclada con tierra, acículas, cortezas de los pinos, restos vegetales y broza que había sido derramada al suelo al recogerse, o simplemente no había caído dentro del pote o vasija.
Este trabajo oportunista con el que se ganaban la vida esforzados trabajadores del monte, consistía en elaborar con los residuos de la resinación la pez o “aceitinegro”, un alquitrán vegetal usado para impermeabilizar y aislar cueros, botas de vino, odres, embarcaciones y construcciones, y para marcar las reses sin causarles daños.
La faena se llevaba a cabo en pleno monte donde se procedía a construcción del horno o “pezguera”. Según se iba cociendo la resina, se extraía del fondo del pozo y se trasladaba a una olla donde se removía con un palo para hacerla líquida y evitar la formación de grumos. De la olla se pasaba el producto final, la “miera”, a los envases en los que iba a ser transportada y comercializada. La pez o miera derivada de la resina tenía un color negro y una consistencia viscosa.
Además de la resina, algunas plantas como la jara pringosa Cistus ladanifer o el enebro Juniperus oxycedrus también eran cocidos para obtener sus exudados o mieras. De la jara se conseguía el ládano, que además de un buen calmante para la tos, era ingrediente en la elaboración de perfumes. La miera del enebro constituía un remedio eficaz contra una enfermedad del ganado ovino llamada escabro o roña de las ovejas.
Guadarramistas
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