Lo de orientarse en la montaña es algo muy particular. Hay quienes conocen a la perfección trochas, veredas, riscos y toda suerte de arroyos que en su camino se encuentran. Otros, por el contrario, aún poniendo la mejor de sus voluntades se pierden en el salón de su casa.
Esto último le pasaba al maestro Giner de los Ríos, de memoria prodigiosa para recordar todos y cada uno de los nombres, ya fuere de accidentes geográficos, plantas, animales, parajes o personas, pero despistado como nadie para ubicarse en medio de la montaña. En más de una ocasión era Bartolomé Cossío, una auténtica brújula andante -por lo que las crónicas de la época cuentan-, quien le sacaba de dudas, eso sí, con toda la delicadeza del mundo para evitar dañar el orgullo del maestro Giner.
En los recorridos excursionistas de principios del siglo XX por la sierra de Guadarrama, era frecuente consultar a los pastores, desconfiados y poco aficionados a hablar, en aquellos tiempos en los que su vida discurría prácticamente entera en soledad, pero conocedores como nadie de cada uno de los rincones serranos.
Así describe a uno de aquellos pastores Constancio Bernaldo de Quirós: “Un pastor nos señaló el camino. Hacía calceta mientras apacentaba su ganado, y no dejó de chocarle que «navegásemos» -según decía- por aquellas tierras. Su cara era inmóvil, fija, no más rica en expresión que la de sus mastines. La soledad habíala petrificado.”
Pero para dar aún más sentido al título de este artículo, “Brújulas y GPS, ¿para qué?”, podemos quedarnos con esta recomendación que el Ayuntamiento de Cercedilla publicó en 1934, bajo el título “Cercedilla. Estación veraniega y punto de partida para las principales excursiones por la sierra de Guadarrama”.
Decía así: “…si deseáis hacer una excursión por el monte o pinares y no queréis preocuparos por los distintos medios de orientación para regresar al punto de partida, consultando planos, croquis, etc., lo más sencillo y cómodo es que, al empezar la excursión, alquiléis un burro o caballo en Cercedilla. Montad en él e id donde queráis, meteos entre pinos, subid, bajad, id monte atraviesa, sin fijaros en las sendas o caminos -procurad sí, que cuando os apeéis no se os escape-, y cuando queráis regresar, montad nuevamente en él, aflojadle las riendas o ronzales y dejaos llevar, que el animalito se orientará y os conducirá por el camino mejor y más corto a Cercedilla”.
Parece que el único inconveniente del sistema es que al bajar se escapara el burro, y que únicamente servía para Cercedilla y alrededores. No todo podía ser perfecto, al fin y al cabo, ahora también se queda uno sin batería o cobertura en cualquier momento.
Guadarramistas
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