jueves, 16 de abril de 2020

Teresa Enríquez

El Ayuntamiento, en 2018, comenzó un proyecto de recuperación de la memoria de la mecenas. “Nos propusimos rescatar su figura, muy unida tradicionalmente al mundo religioso [está en proceso de beatificación y el papa Julio II la llamaba la 'Loca del Sacramento'] pero ella era mucho más. Una mujer excepcional que creaba escuelas para músicos o médicos, algunos de cuales terminaron ejerciendo en América”, señala el concejal Fernando de Miguel. 
En los últimos años de vida. Enríquez adoptó una vida monacal y pidió ser emparedada en el Monasterio de Santa María de Jesús (también derribado por las tropas napoleónicas). Enríquez falleció el 4 de marzo de 1529, pero antes había dejado escrito: “Suplico con humildad que después de mi fallecimiento y funerales, como dejo ordenado en mi testamento, saquen mi cuerpo de la bóveda adonde estuviere, y con toso secreto se ponga en nicho de pared cerrado: de modo que no se ponga señal alguna por donde está”. 
El 7 de enero de 1688, un religioso descubrió el ataúd. Estaba de pie, como había ordenado, sin tapa, empotrado en la pared y mostraba los restos incorruptos de la mujer. Finalmente, el cuerpo fue trasladado al convento de las Hermanas Concepcionistas, donde ahora está el Ayuntamiento. 
Como en 1974, este cenobio también tuvo que ser cerrado por su mal estado, el cuerpo se trasladó a un convento moderno a las afueras. “Su cuerpo incorrupto, que se puede contemplar, es un perfecto reflejo de lo que fue. Fue criticada porque la enterraron con un traje de terciopelo rojo, una tela carísima en la época y que rompía su imagen de mujer alejada de las riquezas. Lo que se descubrió después es que bajo ese traje que mostraba su coquetería ocultaba los hábitos de una humilde monja. Una mujer excepcional”, concluye Morín.

El Digital CLM

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