Esta segunda parte de la ruta discurre por una senda paralela al arroyo, siguiendo la Garganta de Calabazas que en este tramo se estrecha.
En esta zona más húmeda y sombría, justo en las orillas del arroyo, podremos ver loros (Prunus lusitanica), unos árboles que sólo se encuentran en lugares muy específicos de la Península Ibérica.
La senda nos lleva poco a poco hasta la parte alta de la Chorrera. Desde este mirador natural tenemos unas vistas preciosas de las sierras de Valdelacasa y el valle del río Gualija.
Seguimos unos metros por la derecha, descendiendo hasta la parte baja de la Chorrera de Calabazas. Con un poco de suerte podremos ver una pequeña cascada, bastante espectacular, pero depende del nivel de agua que lleve el arroyo. Como es un curso de agua pequeño también es muy variable.
En cualquier caso la zona en sí (con chorro o sin chorro) es muy bonita. La pared de roca vertical por donde salta el agua suele tener colores verdes vivos (algas) que contrastan con los tonos rojizos de la roca y las piedras más claras que hay junto a la poza donde cae el agua.
El camino de vuelta es el mismo que hemos seguido hasta llegar a la Chorrera, esta vez en sentido inverso. Pasaremos de nuevo por los Castaños de Calabazas, hasta llegar al collado (ahora cuesta arriba) y bajaremos por la pista de tierra hasta el punto de partida.
Tanto la zona de los Castaños de Calabazas como la zona de la Chorrera son lugares perfectos para descansar y desconectar del mundo.
Como es una ruta lineal con ida y vuelta, seguramente tendremos una luz diferente al volver a pasar por los Castaños de Calabazas, la zona del collado de Postuero.. Podemos aprovechar para hacer más fotos y comparar luces y texturas.
(Extremadura Turismo)
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