miércoles, 24 de octubre de 2018

Moya

Ya desde la lejanía impresiona el fantasmagórico perfil de Moya, encumbrado en un montículo que sirve de otero sobre la comarca. Dentro del recinto amurallado no queda ningún vecino después de que se trasladaran a la parte baja del cerro, condenando a la ruina el histórico caserío.
La tradición asegura que la localidad fue creada nada menos que por una hija de Atlante, el héroe griego. En la Edad Media fue una importante plaza defensiva de los árabes y después de la Reconquista pasó por varios señores
antes de convertirse en feudo de los marqueses de Moya, que la recibieron como pago por su fidelidad a los Reyes Católicos.
En sus orígenes, la villa estaba cercada por murallas que formaban un fuerte reducto, perfectamente visible desde el castillo de San Roque, destinado a proteger el manantial que abastecía a los vecinos. Todavía se pueden ver los restos de esa canalización así como el foso que rodeaba la fortaleza.
La cuadrícula de calles que llegan hasta el castillo se distinguen por la presencia de algunos muros derruidos, y tan sólo se ha rehabilitado la antigua plaza, a cuyo alrededor se conserva la iglesia gótica de Santa María, el Ayuntamiento y, un poco más apartadas, las ruinas de los templos de la Trinidad y San Bartolomé y el convento de las Concepcionistas.

(Pequeños pueblos medievales)

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