En alguna plaza de Cataluña, cientos de asistentes forman la pinya o base para el tronc, el bloque intermedio que a su vez sustenta el pom de dalt, los tres últimos pisos de la torre humana más famosa del mundo.
Y así, el famoso castell catalán se asoma al balcón del ayuntamiento convirtiendo en realidad este espectáculo que también conquistó a la Unesco en 2010.
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