En el Bar La Plaza uno no sabe qué es mejor, si el trato familiar o la calidad de las tapitas de choto o de pulpo en salsa.
La cortijada de los molineros fue reconvertida en casas rurales por Maise Vaquero, una de las almas de Cabo de Gata, anfitriona que hace de su trabajo un regalo personal. Su Molino Fernán Pérez pertenece a la asociación Cabo de Gata Rural, indicada "para los viajeros que aprecien el valor de la luz y del silencio".
De junio a septiembre, La Haima acoge actividades culturales y presta servicio de restauración desde las 20.00.
El País
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