Es un tipo de construcción propia de zonas bajas, de huerta, realizada con materiales pobres: troncos de morera o de chopo, cañas, barro, gramíneas… y que para su subsistencia necesitan un mantenimiento prácticamente anual, especialmente en la techumbre. Es una vivienda familiar, propia de minifundios.
Este tipo de construcciones se extiende, o mejor se extendían (pues muchas de ellas han desaparecido) por el entorno de la Huerta de Valencia, zonas pantanosas y en el Bajo Segura en la zona valenciana; no obstante también se construían en la zona murciana. Asimismo en el delta del Ebro se localizan barracas muy semejantes a las valencianas que aquí tratamos.
Su planta es rectangular, con una apuntada y característica cubierta a doble vertiente. La barraca ha sido siempre un elemento de ensoñación de un mundo rural idílico, presente en la literatura valenciana, como vemos en los versos de Teodoro Llorente.
Y presente también en la magnífica y dura descripción de la vida en la huerta de Valencia de Blasco Ibáñez: “La cubierta de paja de la barraca apareció de pronto enderezada; las costillas de la techumbre, carcomidas por las lluvias, fueron reforzadas unas y restituidas otras; una capa de paja nueva cubrió los dos planos descendientes del exterior. Hasta las crucecitas de sus extremos fueron sustituidas por otras que la navaja de Batiste trabajó cucamente, adornando sus aristas con dentelladas de muescas, y no hubo en todo el entorno techumbre que se irguiera más gallarda ” (Vicente Blasco Ibáñez, La barraca).
Las barracas se extienden sobre el espacio de minifundio, pero conformando una abigarrada sociedad, con sus relaciones, normas, y unas formas de vida que han pasado al imaginario colectivo como uno de los elementos más reconocibles del pueblo valenciano: “
Paisajes turísticos valencianos
No hay comentarios:
Publicar un comentario