El archipiélago de Cabrera es el único parque nacional que protege aguas del Mediterráneo. El espacio comprende 1.300 hectáreas de las islas y 8.700 de mar. El proyecto para ampliar sus límites hasta las 90.000 hectáreas y los 2.000 metros de profundidad se ha atascado por las reticencias de parte del sector pesquero, según la información que ha llegado al patronato del parque.
Lo que parecía una propuesta con todos los parabienes lleva meses enredada tras llegar el plan concreto a la mesa del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente. Los nuevos límites han contado con el apoyo del Organismo Parques Nacionales, la federación de cofradías de pescadores de Baleares y las ONG. Pero, en julio del año pasado, el proceso encalló.
Los trabajos para ampliar el mapa se han encauzado en una comisión mixta entre el Gobierno central y el de Baleares. "Hemos ido mano a mano con el Ministerio", aseguran los responsables insulares, por lo que este parón ha levantado sospechas de maniobras políticas en el Ejecutivo regional. Se dio la casualidad de que el 26 de junio de 2017, los tres senadores del PP por Baleares se reunieron con la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, para tratar asuntos del archipiélago. En la agenda estaba la extensión del parque nacional y sobre esto expresaron: "Es un auténtico despropósito, pero hemos encontrado total colaboración por parte de la ministra que nos ha confirmado que no se hará nada sin consenso con todas las entidades afectadas".
Fuentes del patronato de Cabrera cuentan que "lo que ha trascendido es que se paralizó en la Secretaría General de Pesca". El departamento solicitó un informe al Instituto Español de Oceanografía sobre el impacto pesquero de la ampliación "y aunque no ha habido acceso al documento, sí se informó de que la conclusión era que el impacto era mínimo". Sin embargo, el Ministerio recibió más informes "por parte del sector pesquero que aseguraban que el daño era inasumible", explican los asistentes al órgano de participación ciudadana.
Esta organización ha explicado el interés de ampliar la zona protegida en Cabrera: "Cuando se declaró el parque en 1991, la propia tecnología no permitía la exploración a grandes profundidades. Fuera de los actuales límites hay ecosistemas que deberían protegerse". Desde bancos de corales profundos, algas rojas de fondos de maërl o las comunidades coralígeas hasta montañas, cuevas y cañones submarinos. "11 de los 13 hábitats recogidos en la ley de Parques Nacionales estarían así cubiertos", cuenta la organización. Actualmente el 4,1% de la red de parques tiene superficie marina, a pesar de que España tiene el doble de mar que de tierra.
Además de pesqueros profesionales, en Baleares, el sector de la pesca recreativa tiene un arraigo y peso muy grandes. Entre 1999 y 2010 las licencias pasaron de 5.000 a 51.000, según la Dirección General de Pesca. Su actividad extractiva es importante: hasta un 25% de lo que se pesca en la Baleares. Se trata de embarcaciones particulares que, en Cabrera, pueden pescar, por ejemplo, atunes. Un portavoz de la asociación balear de pesca de recreo Albacora argumenta a eldiario.es la oposición frontal a la ampliación: "No tiene ningún sentido. Es un tema económico del sector de la hostelería. Bastaría con una zona de vedado si lo que se quieren es proteger. O aumentar las restricciones. Nosotros no hacemos el daño, seremos 50 o 100 embarcaciones".
Óscar Esparza, encargado de Áreas Marinas en WWF, contrapone que "el sector recreativo en Baleares tiene mucho peso económico. Y mucha influencia también".
Óscar Esparza, encargado de Áreas Marinas en WWF, contrapone que "el sector recreativo en Baleares tiene mucho peso económico. Y mucha influencia también".
El Diario
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