Pizarro fue, por supuesto, el famoso conquistador del Perú y así lo estudiaban los niños en el colegio.
Pero en la mente de más de un niño de mediados del siglo XIX estaría presente también el otro Pizarro: un elefante de raza india y famoso residente del zoológico del Retiro. Según La Ilustración de Madrid, periódico del último tercio del siglo pasado, el elefante recibió el nombre del conquistador porque en América había otro que recorría el continente con el nombre de Cortés. El tal Cortés, al parecer, necesitaba un compañero y el que fue a formar pareja artística con él fue bautizado Pizarro, anunciándose el número de Cortés y Pizarro por toda América.
A mediados del siglo pasado, Pizarro aterrizó en España fijando aquí su residencia, aunque de forma trashumante, pues recorría la península con un espectáculo en el cual luchaba contra toros y animales salvajes en las plazas de los pueblos, saliendo siempre victorioso para deleite de niños y mayores. Así fue como perdió uno de sus colmillos, al ir a embestir contra un toro en Valladolid y dando con él en el suelo.
Pero en la mente de más de un niño de mediados del siglo XIX estaría presente también el otro Pizarro: un elefante de raza india y famoso residente del zoológico del Retiro. Según La Ilustración de Madrid, periódico del último tercio del siglo pasado, el elefante recibió el nombre del conquistador porque en América había otro que recorría el continente con el nombre de Cortés. El tal Cortés, al parecer, necesitaba un compañero y el que fue a formar pareja artística con él fue bautizado Pizarro, anunciándose el número de Cortés y Pizarro por toda América.
A mediados del siglo pasado, Pizarro aterrizó en España fijando aquí su residencia, aunque de forma trashumante, pues recorría la península con un espectáculo en el cual luchaba contra toros y animales salvajes en las plazas de los pueblos, saliendo siempre victorioso para deleite de niños y mayores. Así fue como perdió uno de sus colmillos, al ir a embestir contra un toro en Valladolid y dando con él en el suelo.
Después de varios años recorriendo España, el 4 de octubre de 1863, el Ayuntamiento de Madrid, ofreció al cansado elefante, asilo en el zoológico del parque del Retiro, desde donde protagonizó una hazaña memorable que fue recordada por años. Cierto día, Pizarro sintió más hambre de lo habitual y no satisfecho con su ración habitual de comida, se escapó de la Casa de Fieras del Retiro yendo a saciar su apetito a una cercana tahona.
El dueño del negocio debió llevarse un buen susto al comprobar que entre sus clientes se encontraba un elefante, aunque las crónicas de la época nada dicen de esto. Una vez saciado su apetito, Pizarro se dejó conducir tranquilamente al Zoo por su cuidador. Cuando Pizarro, ya viejo, dejó este mundo, su cuerpo fue disecado y donado al Museo de Ciencias Naturales, donde se expone en la actualidad.
Curiosidades y Anécdotas de Madrid - Isabel Gea
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