Ya que hablamos de productores de fósforos, bueno es dedicarle un párrafo a un fabricante de cigarrillos: Manuel Méndez de Andés. Vino al mundo en El Franco, villa situada en Asturias, en el año 1846. Con apenas doce anos de edad se embarcó con su familia para Buenos Aires y enseguida fue uno mas que se sumó a la fuerza laboral infantil de la época desempeñándose con verdadero ahínco en diversas labores.
Desde muy niño se lo vio con vocación de ganarse la vida por sí mismo y con el correr de los años logro reunir un pequeño capital para intentar su propia aventura. Así, en 1874 abrió una fábrica de tabacos que hizo honor a la incipiente industria nacional argentina. La instaló a pocos pasos de la plaza de Mayo y la llamó La Abundancia nombre que preanunciaba el éxito y la fortuna que alcanzarla en esta actividad. Sus afamados cigarrillos de la marca Excelsior tuvieron rápida acogida entre los fumadores porteños y las ventas crecieron sostenidamente, cada vez más favorecidos por el gusto del público. El nombre de esta marca se lucía en el frente de su palacete, construido en Buenos Aires (Rivadavia 5657) con las ganancias de su fábrica.
Pero no todo lo que ingresaba a sus arcas lo guardaba para sí, pues fue muy generoso y caritativo en cuanta ocasión le fuera posible demostrarlo. Contribuyó, por ejemplo, con donaciones en oportunidad de la suscripción popular organizada en beneficio de las familias de las victimas del naufragio de la cazatorpedera Rosales que se incendió el 9 de julio de 1892 cuando se dirigía España para participar en los festejos del tercer centenario del Descubrimiento de América. O cuando el calamitoso terremoto acaecido el 27 de octubre de 1894 en San Juan y La Rioja, que dejó numerosos muertos y heridos y afectó viviendas de varias localidades en ambas provincias.
Desde muy niño se lo vio con vocación de ganarse la vida por sí mismo y con el correr de los años logro reunir un pequeño capital para intentar su propia aventura. Así, en 1874 abrió una fábrica de tabacos que hizo honor a la incipiente industria nacional argentina. La instaló a pocos pasos de la plaza de Mayo y la llamó La Abundancia nombre que preanunciaba el éxito y la fortuna que alcanzarla en esta actividad. Sus afamados cigarrillos de la marca Excelsior tuvieron rápida acogida entre los fumadores porteños y las ventas crecieron sostenidamente, cada vez más favorecidos por el gusto del público. El nombre de esta marca se lucía en el frente de su palacete, construido en Buenos Aires (Rivadavia 5657) con las ganancias de su fábrica.
Pero no todo lo que ingresaba a sus arcas lo guardaba para sí, pues fue muy generoso y caritativo en cuanta ocasión le fuera posible demostrarlo. Contribuyó, por ejemplo, con donaciones en oportunidad de la suscripción popular organizada en beneficio de las familias de las victimas del naufragio de la cazatorpedera Rosales que se incendió el 9 de julio de 1892 cuando se dirigía España para participar en los festejos del tercer centenario del Descubrimiento de América. O cuando el calamitoso terremoto acaecido el 27 de octubre de 1894 en San Juan y La Rioja, que dejó numerosos muertos y heridos y afectó viviendas de varias localidades en ambas provincias.
Don Manuel fue un vecino caracterizado, apreciado y muy respetado del barrio de San José de Flores. Como edil representante de esa parroquia trabajó por su progreso y desarrollo urbano en el seno del Concejo Deliberante de Buenos Aires. Además intervino activamente en la creación de la Asociación Española de Socorros Mutuos de San José de Flores, fundada el 29 de marzo de 1896 en Pedernera 143 de la que fue el primer presidente. Asimismo desempeñó la presidencia de la Asociación Patriótica Española y de la Unión General de Tabaqueros, fue miembro de la Cruz Roja y del Circulo de la Prensa, y protector desinteresado de escritores, escultores, músicos, actores y
periodistas. Falleció en Buenos Aires el 17 de julio de 1897 y fue inhumado en el cementerio de Lo Recoleta, donde cinco años más tarde quedó inaugurado un monumento para recordarlo. La ciudad de Buenos Aires le rindió homenaje imponiendo su nombre a una de las calles de la ciudad.
Cpcca
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