Natural de Navia, constituyó junto a sus sobrinos una de las grandes empresas del sector del café, con sucursales en todos los continentes, y regresó para levantar un palacio a la entrada de su villa natal.
Parece que era norma para hacerse rico en Cuba ser tabaquero y en Puerto Rico, cafetero.
Al café se dedicó en Puerto Rico el indiano Luis Arias Martínez, nacido en Navia, en el seno de una familia numerosa y humilde.
Es de suponer que embarcó joven «con la idea de obtener rápidos beneficios que les habrían permitido un acomodado retorno y el apoyo a los familiares que aquí quedaban esperando ansiosos la llegada de noticias y, como no, el día del feliz y definitivo regreso». Esa era la meta de los jóvenes emigrantes, y desde luego, la de Arias.
Arias, desembarcado en Puerto Rico, se introdujo desde el principio en el negocio de los cafetales, en el que ya otros asturianos habían hecho grandes fortunas. Para consolidar la suya, Luis Arias Martínez reclamó a sus sobrinos Indalecio y Luis, con quienes fundó la razón comercial «Arias y Sobrinos», que hacia el año 1922 era de las más importantes de la isla, con sucursales en todos los continentes.
Luis Arias regresa a la patria al considerar que ya llevaba demasiado tiempo en las Indias Occidentales, y la obra más importante de su regreso es la construcción del palacio de Arias, a la entrada de la villa de Navia, que encargó al arquitecto Luis Menéndez Pidal. La obra fue iniciada en 1925 y se empieza a habitar en 1929. Arias pudo disfrutarla durante diez años. Murió el 14 de enero de 1939.
La Nueva España
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