sábado, 27 de diciembre de 2008

La afrenta de Corpes


¡San Esteban, San Esteban,
San Esteban de Gormaz!,
Hay en tu historia una página,
que no se debe olvidar
Doña Elvira y doña Sol,
dos modelos de bondad,
eran las hijas queridas
de Rodrigo el de Vivar.

Las casaron en Valencia,
en magna solemnidad,
con dos hombres cuyos nombres
no quisiera mencionar,
por cobardes, por traidores,
por que con ruin falsedad
de Valencia las sacaron
so pretexto de admirar
las bellezas que posee
Carrión, su pueblo natal.

Las sacaron de Valencia…
y, cuando iban a llegar
a esta tierra -tierra noble,
de honor y de lealtad
las dejan abandonadas
en medio de un robledal
tras de haberlas insultado
y azotado sin piedad
Su primo Félez Muñoz
las recoge; y sin tardar
las conduce a San Esteban
donde hallan consuelo y paz.
¡Muchas gracias, San Esteban,
San Esteban de Gormaz!
Tú curaste sus heridas;
tú les diste lumbre y pan;
tú mitigaste sus penas
con amor de caridad;
y cuando, restablecidas,
decidieron retornar
al abrigo generoso
del regazo maternal
despidiéndolas con lágrimas,
las quisiste acompañar
hasta Río del Amor
con entusiasmo cordial.

Entusiasmo, amor, finezas,
que no se olviden jamás.
¡Bien se ve que eres Castilla,
San Esteban de Gormaz!"

Por Pedro Gamo

Virgen de la Cuchillada

A la paret del convent i vora la cantonada del carrer dels Angels hi havia una pintura de la Mare de Déu de la Ganivetada. Tenia com una ratlla al mig de la cara i una posició forçada com si volgués guardar o protegir l'Infant Jesús. Al peu de la imatge hi havia una caixeta per a almoines, i la pintura estava destinada a induir els passants a fer caritat.

Un xic més enlla del convent i en el mateix carrer hi havia una tafureria, i els jugadors que a tal i quina hora sortien de la timba tenien per costum tirar, en acció de gracies, unes monedes a la caixeta si havien guanyat, i si havien perdut per demanar-li que els res guanyar un altre dia.
Aquella imatge venia a ésser com la protectora deis jugadors.

Un concurrent de la timba va estar set dies seguits perdent, i cada nit en sortir tirava unes monedes d'almoina i deia a la imatge: «A veure si dema em fas guanyar!» El dia que feia set, furiós, en veure que també havia perdut, va tirar ma d'un gros ganivet que portava i va ventar una ganivetada a la cara de la imatge mentre li deja: «Tu, mala bruixa, tens tota la culpa que jo no guanyi!», i, enfellonit, anava a engegar ganivetada a l'Infant Jesús, pero la Mare de Déu va fer un crit i digué: «No, l'Infant no!», i va fer una contorsió per salvar el seu fillet de la fúria de l'airat jugador.

(Joan Amades)

================================

En la pared del convento y junto a la esquina de la calle de los Angeles había una pintura de la Virgen de la Cuchillada. Tenía como una cicactiz en medio de la cara y una posición forzada como sí quisiera guardar o proteger el Niño Jesús. Al pie de la imagen había un cepillo para las limosnas, y la pintura inducía a los transeúntes a depositar un donativo.

Un poco más allá del convento y en la misma calle había un garito, y los jugadores que a cualquier hora salían de la timba tenían por costumbre echar unas monedas, en acción de gracias, si habían ganado, y si habían perdido por pedirle que les hiciese ganar otro día. Aquella imagen venía a ser como la protectora de los jugadores.

Un asiduo de la timba estuvo siete días seguidos perdiendo, y cada noche al salir echaba unas monedas de limosna y decía a la imagen: «¡A ver si mañana me haces ganar!» Al día siguiente, furioso porque también había perdido, echó mano de un gran cuchillo que llevaba y lanzó una cuchillada a la cara de la imagen mientras exclamaba: «¡Tú, mala bruja, tienes toda la culpa que yo no gane!», y, encolerizado, iba a hacer lo propio con el Niño Jesús, pero la Virgen María lanzó un grito y dijo: «No, al Niño no!», y hizo una contorsión para salvar a su hijito de la furia del airado jugador.

(Traducción de Eugenio Bartolomé)

Santuario de Tentudía.


A mediados del s. XIII, aunque algunas fuentes sitúan el relato en 1173, la Reconquista avanzaba imparable hacia Córdoba y Sevilla. Fernando III, el Santo, ordenó al caballero zamorano, y miembro de la Orden de Santiago, Pelay Pérez Correa el ataque a las fuerzas mahometanas que se habían hecho fuertes en las cimas de la sierra de La Calera.

Libró con ellos una batalla tan feroz que, al anochecer, todavía la victoria no se decidía por ninguno de los dos bandos. Temiendo el caballero cristiano que la oscuridad sirviera de aliada a los enemigos, pidió a la Virgen que detuviera el curso del Sol gritando: “¡Santa María, detén tú día!”. Todos pudieron comprobar asombrados que el Sol se quedaba parado en el horizonte y los cristianos, con la certeza de que el Cielo estaba de su parte, realizaron nuevas cargas contra los moros, obligándolos a huir tras causarles numerosas bajas.

Con esta hazaña, los cristianos consiguieron liberar los pasos de Sierra Morena y conectar con los ejércitos andaluces. En memoria de este prodigio, el caballero Pelay Pérez construyó en la cima un templo a la Madre de Dios bajo la advocación: “Santa María, ¡detén tú día!”.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Carmen la Cigarrera - Sevilla


Carmen, la castiza gitana cigarrera de voluptuosa belleza y que volvía locos de amor a los hombres, es uno de los grandes mitos de la ciudad de Sevilla.

El novelista francés Próspero Merimée la conoció personalmente y en 1845 escribió un drama en el que Bizet se basaría treinta años después para componer su bellísima ópera, que ha servido para que gentes de todo el mundo conozcan Sevilla.

El mito de Carmen gira en torno a esta guapa cigarrera, empleada de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla (actual Universidad), que estaba enamorada de un sargento llamado José. Con motivo de una riña de vecinos, la gitana es detenida y el joven, prendado de su belleza, la deja escapar. El sargento es descubierto y en consecuencia pierde sus galones. Pero los problemas no terminan, sino que aumentan, cuando un teniente piropea a Carmen y el muchacho se enfrenta a él sacando su espada. Para evitar ser encarcelado decide huir a la sierra junto a su joven amada.

Poco después un torero le roba el corazón a la cigarrera, que días más tarde se encuentra con él en Sevilla, cuando va a visitar a su madre que está agonizando. En la ciudad ambos reanudan su idilio y José, conocedor de las relaciones que Carmen mantiene con el lidiador, vuelve a Sevilla para intentar recuperarla, donde la sorprende en una tarde de corrida en la Plaza de la Maestranza.

Ciego de amor y celos, el antiguo amante apuñala a la bella gitana causándole la muerte, mientras el público, ajeno a lo sucedido, aclama al torero que triunfante da la vuelta al ruedo.

La Torre Sangrienta - Extremadura


La Orden del Temple fue fundada en Jerusalén en el año 1118 con el objetivo de proteger a los peregrinos en su camino hacia Tierra Santa. Con el paso del tiempo se convirtió en una organización muy poderosa, con unas estructuras jerárquicas, financieras y militares muy sólidas. Su carácter internacional (sólo dependían del Papa en última instancia) hizo que prestaran ayuda también a los reinos cristianos de la Península Ibérica en su particular Cruzada contra los árabes.

Jerez de los Caballeros fue conquistada a los árabes por Alfonso IX de León que, en reconocimiento por la ayuda prestada, dona la villa a la Orden del Temple en 1240.
Bajo la protección de los caballeros templarios, Jerez y su comarca comienza una época de repoblación y engrandecimiento. La encomienda o bailiato de Jerez de los Caballeros se convierte en uno de los enclaves más importantes para el Temple en la península.

La Orden del Temple fue disuelta injustamente por el Papa Clemente V en 1312, acusada de herejía y malas prácticas, tras una terrible campaña de desprestigio organizada por Felipe IV, rey de Francia, que pretendía quedarse con el poder y las riquezas acumuladas por la Orden.
Aunque los reinos cristianos de la Península Ibérica no dieron crédito a las acusaciones contra los templarios, sí se vieron obligados a acatar la bula de Clemente V y ordenaron a las diferentes encomiendas templarias que renunciaran a la Orden y entregaran sus tierras o morirían en la hoguera como herejes.

Los Caballeros de Jerez se negaron a renunciar a la Orden del Temple, a la que habían jurado lealtad eterna, y decidieron defender el sitio hasta la muerte. Aguantaron el asedio de la fortaleza hasta que fueron acorralados en la Torre del Homenaje, donde finalmente fueron degollados por las tropas reales y arrojados sus cuerpos al vacío desde las almenas.

Desde entonces, a la Torre del Homenaje se la conoce como Torre Sangrienta, y el espíritu de aquellos Caballeros quedó para siempre entre los muros de la Fortaleza.