lunes, 20 de mayo de 2013

Los túneles de la Catedral de Murcia

La existencia de un túnel que une la Catedral de Murcia y el Cristo de Monteagudo es una de las leyendas más conocidas. «El templo se asienta sobre la antigua mezquita, y desde ahí supuestamente salía un túnel hacia el antiguo castillo árabe de Monteagudo». Era una salida ante posibles asedios. «No es descabellado suponer que existían túneles, todas las fortalezas los tenían, pero en el caso del pasadizo a Monteagudo estamos hablando de unos tres kilómetros, una distancia quizá excesiva».
También existen descabelladas teorías según las cuales los pasadizos subterráneos llegarían hasta Santa Eulalia e incluso hasta el santuario de la Fuensanta, aunque también, hay quienes dicen que dichos pasadizos o túneles llegan hasta el Castillo de la Luz.

sábado, 18 de mayo de 2013

El Entierro del Conde Orgaz - ¿Dónde está el Conde?

Durante todo el año el famoso cuadro de El Greco, El Entierro del Conde Orgaz (1586), situado a la entrada de la Iglesia de Santo Tome, en Toledo, recibe cientos de visitas diarias para extasiarse con la soberbia pintura y composición de la obra. Vienen de todas partes del mundo para ver una de las joyas del arte moderno, pero pocos se dan cuenta de un pequeño detalle, pues ¿dónde esta el conde? Cojan el cuadro y busquen su localización, aunque si no se quieren molestar les ahorraré tiempo: no esta situado en ningún lado del lienzo. Entonces ¿por qué se le llama así?

Doménikos Theotokópoulos, más conocido por El Greco, ya que había nacido en Creta, por azares de la vida llegó a Toledo en 1577 y muy pronto comenzó a recibir encargos debido a la fama de gran artista que había traído consigo. Uno de estos encargos fue plasmar en lienzo la leyenda del entierro del señor de la localidad de Orgaz, D. Gonzalo Ruiz, el cual murió en 1323. Se dice que cuando se iba a proceder a la inhumación del cadáver, los santos San Esteban y San Agustín bajaron de los cielos y con mucho mimo lo depositaron en el féretro. En el cuadro, alrededor del milagro, se pueden ver a importantes personalidades toledanas del momento (incluso al mismo Greco mirándonos o a su propio hijo portando una vela en una de las esquinas y señalando con un dedito al personaje principal), pero curiosamente ninguno con el título de conde. Aunque si es cierto que posteriormente los descendientes del difunto obtuvieron este título. Tal vez el nombre del cuadro provenga posteriormente de este hecho, pero lo cierto es que al pintarlo no había nadie con ese título en el lienzo. Es decir que por la repetición de un nombre erróneo ha quedado así reflejado para la posteridad.

 

viernes, 17 de mayo de 2013

Don Favila y el oso

Dice la leyenda que Favila, segundo monarca del Reino de Asturias, y sucesor de  Don Pelayo, su padre, fue muerto por un oso. ¿Cómo pudo ser así? Parece ser que el joven rey no estaba hecho del mismo material que su padre y había descuidado en gran parte los intereses del joven reino. En vez de estar pendiente de las razzias musulmanas y de las asechanzas del norte, le gustaba más estar pendiente de sus cacerías y las correrías que hacía con sus amigos en los bosques asturianos.
Algunos opinan que la muerte de Favila (o Fafila) pudo ser también producido por asuntos políticos, muy en boga con la anterior época visigoda, pero otros creen que no es tan descabellado que un oso acabara con el rey ya que en aquellos tiempos las montañas asturianas estaban cuajadas de osos hambrientos produciéndose muchas cacerías para obtener tan ansiado premio. Favila pudo incluso haber seguido un antiguo rito de masculinidad que había por aquellas tierras en el que había que cazar un oso para pasar de la juventud a la adultez. Es decir, un rito de paso. Siendo una u otra manera, lo interesante es que el rey se internó en el bosque y nunca más volvieron a verlo con vida. 
Esto produjo que al no tener descendencia la corona recayera en la figura de Alfonso I el Católico que estaba casado con Ermesinda o Hermenesinda hija de Don Pelayo y la reina Gaudiosa. De esta manera tan radical, y por un oso, se dio un vuelco tan radical a la historia de la Reconquista

jueves, 16 de mayo de 2013

Santa Orosia de Jaca

Santa Orosia es la patrona de Jaca y su diocésis. Se celebra su festividad el 25 de junio: El cuerpo de la Santa se venera en Jaca, y su cabeza en Yebra de Basa.

La tradición dice que Orosia era una princesa de Bohemia que venía a Aragón para casarse con un príncipe visigodo. Su comitiva, a pesar de buscar en su viaje refugio en los Pirineos, fue descubierta por tropas islámicas. El jefe de estas tropas propuso matrimonio a la joven princesa que, para no abandonar su fe en Cristo se negó, tras lo cual fue martirizada decapitándola.

Unos 300 años después, en el siglo XI, se apareció a un pastor que guardaba su rebaño en las proximidades de Yebra de Basa, para revelarle la historia del martirio y la ubicación de las reliquias. Todo esto dignificaba la importancia de Jaca y su Catedral y los orígenes del reino que Sancho Ramírez estaba consolidando en estas tierras tras la muerte de su padre Ramiro I.

En la actualidad cada 25 de junio existen dos grandes celebraciones, una en Jaca (día central de sus fiestas patronales) en la que se realiza una gran procesión. Y otra en Yebra de Basa, en donde se asciende en romería con la cabeza de la Santa por una espectacular senda hasta la pradera de Santa Orosia, a los pies del monte Oturia, lugar en el que se halla su santuario (donde recibió martirio) a 1.550 metros de altitud, allí se representa el típico dance amenizado con el ancestral salterio y con una Pastorada recitada en dialecto aragonés.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Sanchicorrota - El rey de las Bardenas

Las Bardenas fueron en la Edad Media un extenso territorio casi inhabitado, escenario de asaltos y escaramuzas fronterizas. Esta situación condujo a una veintena de pueblos limítrofes de Navarra y Aragón a crear en 1302 una hermandad para defenderse. Uno de sus artículos decía literalmente: “Que cogiendo a los malhechores in fraganti los ahorcasen, sin esperar orden del rey ni de la justicia”.
El más temido bandolero fue Sancho Rota (Sanchicorrota), considerado como “el rey de las Bardenas”, al que acompañaba su banda de treinta bandoleros a caballo, cuyas monturas calzaban las herraduras al revés para despistar a sus perseguidores. Juan II, en 1452, organizó un ejército de 200 caballeros que cercaron su partida, pero antes de ser capturado se suicidó con un puñal. El cadáver fue mostrado por los pueblos, llevado a Tudela y colgado de una horca. Pero extrañamente no se usa su nombre para asustar a los niños, sino que goza de buena reputación, e incluso le llaman el Robin Hood bardenero, pues dicen que robaba a los ricos para dárselo a los pobres y como señalan los cronistas “era muy cortés con los que robaba”.
Pero Sanchicorrota no fue el único. También está el famoso bandido “Moneos”, que fue capturado tras robar una diligencia con un cargamento de merluzas (le localizaron por el olor del pescado). En 1590 ordenó el virrey formar una partida con 300 hombres de Tudela y 150 de Ejea de los Caballeros para capturar a una banda de 50 gitanos, mandados por Gaspar de Malla y su secuaz Bustamante, que estaban asaltando diversas zonas de la Ribera, aunque no dieron con ellos. También en 1657 una cuadrilla compuesta por bandidos de Novillas, Fustiñana, Azagra, Mallén, Borja y un francés llamado “el malo” asaltaron en las Bardenas de Caparroso a once arrieros cargados de aceite, seda, azafrán y almendras. Cuarenta vecinos de Arguedas y otros tantos de Valtierra armados de arcabuces salieron en su búsqueda aunque sólo pudieron capturar a uno, quien confesó que se habían repartido el botín a partes iguales como buenos amigos. También fueron perseguidos José Fernández de Allo, alias “el trapo”, en 1688, y capturados Miguel Jiménez “el entendido” en 1666 y “el gordillo” en 1683.
En 1657, entre Marcilla y la Venta de San Miguel, una partida de hombres con pañuelos en la cara y la ropa vuelta para no ser reconocidos asaltaron una diligencia que llevaba al delincuente apodado “mala cara”, robaron a seis portugueses que viajaban de Madrid a Pamplona y soltaron al preso “mala cara”. El botín robado fue de unos tres mil reales  y pronto detuvieron a “mala cara” y al “Pardillo”, mientras que el resto logró huir de la justicia: los hermanos Virto, Diego y José de Ayala, Juan Garrido “el fraile”, José Olloqui “Chupón”, un tal Heredia y un estudiante de cirugía de Corella llamado Pascual Mostajo, que era el capitán de los bandidos.
En 1821 destacó Gabriel Marcuello “Páxara”, quien asaltó el Palacio de los Escuderos de Mélida, torturó y quemó viva a la dueña, doña Josefa Lapuerta. Tres de los asaltantes fueron capturados y su líder condenado a la horca y a descuartizamiento. Su cuerpo estuvo colgando tres horas, bajaron el cadáver e hicieron cuatro cuartos: la cabeza la metieron en una jaula y la expusieron en Mélida, la pierna izquierda se clavó en un poste junto a la Ermita del Yugo, mientras la otra pierna y los brazos se colgaron en Caparroso, en Muruarte de Reta y en Pitillas. Los nombres de sus secuaces que siguieron parecido destino eran: Clemente Salas “el manco de Blesa”, Vicente Serrano “Chandarme de Plou”, Baltasar de Gracia “el pusilador de Montalbán”, José Urtiles “el ruin” y Pedro Royo “el Rayado”, quien antes de morir fusilado gritó al pelotón: “Hace mucho tiempo que debo la vida al rey, y ahora se la pago”.

lunes, 13 de mayo de 2013

Cantillana y el HImno de Andalucía

Muchos andaluces desconocen que el Himno de Andalucía tiene sus raíces en un himno religioso conocido popularmente como "El Santo Dios”.
Blas Infante ejerció como notario en Cantillana donde conoció "El Santo Dios" que era cantado por los segadores, junto con otros cánticos,  durante sus labores de siega. Este himno también se cantaba en la "Misa de las espigas", en honor a la Virgen de la Soledad de Cantillana, como agradecimiento por la cosecha.
Era una música sencilla y fácil de orquestar que Blas Infante calificó como "verdadera música democrática". Puso este canto en conocimiento del Maestro Castillo, (director de la Banda Municipal de Sevilla), quien adaptó y armonizó la melodía. La letra se cambió dando lugar a un texto reivindicativo, solidario, universalista y optimista: Esta es la letra original del "Santo Dios"

Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos Señor
de todo mal.

Los pecadores pedimos
al Señor continuamente
y por eso le decimos,
Santo Dios y Santo Fuerte

Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos Señor
de todo mal.

Con dolor de nuestro pecho
le pedimos al Señor,
que seamos perdonados
en el Tribunal de Dios.

Santo Dios,
Santo fuerte,
Santo inmortal,
Líbranos Señor
de todo mal.

Y esta la de Blas Infante:
La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

¡Andaluces, levantaos!
¡Pedid tierra y libertad!
¡Sea por Andalucía libre,
España y la Humanidad!


El Himno de Andalucía fue estrenado el viernes 10 de julio de 1936 en la Alameda de Hércules de Sevilla, (8 días antes de empezar la guerra civil).

(Datos de Tagarete - Internet)

sábado, 11 de mayo de 2013

Leyenda del Monasterio de Piedra - Nuévalos


Cuenta la leyenda que en los jardines y bosques del Monasterio, se oían los rezos de los monjes. Estos rezos sacaron de la influencia satánica a una joven. La corte demoníaca, irritada, decidió prender fuego al monasterio con los monjes dentro como venganza. Los frailes invocaron a los ángeles que acudieron en su ayuda.

Se libro una gran batalla entre los ángeles y los demonios y después de muchas horas de lucha, la victoria de los ángeles estaba mas cerca; habían derrotado a casi todos los diablos; solo les faltaba uno que portaba un gran peñasco con el que les amenazaba. Consiguieron eliminarlo y el gran peñasco cayó en el valle, que ahora se conoce como la Peña del Diablo.

viernes, 3 de mayo de 2013

Grachina - Urdax

Aquel día de otoño parecía un renuevo de la primavera. Veinte o treinta muchachas provistas de hoces cortaban los cimbreantes tallos de los helechos. En la parte más alejada de la extensión segada estaban cuatro jóvenes sentadas, descansando de la labor del día. Una de ellas, la más morena y vivaracha, estaba convenciendo a la más jovencita para que la acompañara por la noche a una reunión en lo alto del monte. Grachina, que éste era el nombre de la muchacha, se resistía a ir; pero ante la insistencia y amenaza de no volver con ella, accedió, y quedaron citadas a las nueve de la noche delante de la iglesia.

Urdax, pueblo donde habitaban las muchachas, yacía solitario como un cementerio. El reloj lanzó al espacio, una tras otra, nueve campanadas. De lado a lado de la plaza pasaron algunas sombras, se detuvieron ante la iglesia, gesticulando. El grupo se componía de once mujeres. Sin pronunciar palabra, se pusieron en marcha y treparon de prisa por las ásperas vertientes del monte.

De pronto el espacio se llenó de voces, las emanaciones del abismo centellearon, y por un instante el campo se bañó en lívidos resplandores: un enjambre de hombre y mujeres montados en cerdos, gallos y escobas, hendió los aires, dejando tras sí humo y olor a azufre y hollín.

La montaña, poco antes solitaria, habíase poblado de gente. Llegaron a una amplia meseta alfombrada de hierba. La concurrencia aquí era innumerable; estaban todos alrededor de una hoguera y llevaban enroscada en el cuello una víbora o prendido en el pecho un lagarto.

Grachina se encontró de pronto sola. Todos se habían aparejado hacia el centro de la meseta, donde había un trono de madera negra con dosel rojo y, sentado en él, un ser espantoso, medio hombre, medio chivo, con dos enormes y retorcidos cuernos y cubierto de lana lacia y áspera. A la izquierda tenía un campanario de madera, y a la derecha un tablado y una cruz toscamente formada con dos troncos de árbol.
El diablo —llamémoslo por su nombre— se puso en pie, y resonó una inmensa aclamación de entusiasmo, rindiéndole todos un vil y abyecto homenaje. Terminado éste, subieron al tablado dos hombres provistos de chistu y tamboril y tocaron unas danzas como nunca las había oído Grachina: vivas, excitantes; una especie de tentación carnal diluida en notas chillonas. Todos bailaban, lanzando alaridos, carcajadas y blasfemias; el trono vomitaba llamaradas rojizas que envolvían a los seres en una aureola infernal.


A una señal del diablo, la danza cesó. Y desde su trono preguntó si había algún neófito que quisiera profesar su religión. Hubo unos instantes de expectación general y dos de las muchachas amigas de Grachina se acercaron al centro del círculo. La morena, que por la mañana las había arrastrado a ir a aquel lugar infernal, habló presentando a la otra y contando sus malas acciones como méritos para ingresar en la nueva religión. El diablo, con siniestra sonrisa, le hizo jurar fidelidad a él, y dándole tres piedras, le ordenó que las tirara contra la cruz, maldiciéndola por ser signo de obediencia, caridad y abnegación. Había estado Grachina siguiendo esta escena con curiosidad mezclada de terror y repugnancia. Pero al oír blasfemar y ver la primera piedra rebotar en el santo leño de la cruz, musitó, horrorizada, una jaculatoria. Ésta, pronunciada a media voz, resonó en toda la montaña con un timbre cristalino. Un alarido inmenso y rabioso la contestó, y aquella impía y sacrílega chusma se despeñó monte abajo, quedando Grachina completamente sola.

Arrodillada delante de la cruz, lloraba y pedía perdón por sus pecados, encomendándose a la Virgen, que, conmovida por la pureza de su alma, mandó a un ángel en busca de ella para transportarla al cielo.

(LEYENDAS DE ESPAÑA de Vicente García de Diego)

La Isla de Cádiz

Según refirió el andalusí al-Zuhri en el siglo XII a. J.C., la ciudad de Cádiz contaba entre sus riquezas con una «casa de los atunes», cuya particularidad residía en que alojaba un talismán que en el mes de mayo los atraía hacia su interior. Los peces penetraban en ella por una puerta conectada con un brazo del río y quedaban allí atrapados. Luego, los habitantes de la urbe se limitaban a recogerlos.

Un mal día, la esposa del rey, presa de la avaricia, le dijo a su marido: — Si construyeras una abertura en el ángulo de aquel monte, entrarían dos brazos al río desde el mar. Así, el caudal de agua de nuestra casa de los atunes aumentaría y se meterían en ella más peces y más atunes.

No lo haré  — respondió él —, pues debo evitar que nuestra ciudad quede aislada.

Ella entonces lo abandonó por unos días, los suficientes para que sintiera su ausencia y transigiera con su ambición. El monarca mandó a los técnicos y operarios que abrieran una segunda entrada. Cuando las furiosas aguas del océano se encontraron con el río llamado Guadalete, crecieron hasta casi cubrir el puente que comunicaba la ciudad con la tierra firme. Cádiz quedó aislada y medio sumergida. Por esta razón, en adelante tuvo por todo territorio una pequeña isla.


("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)

La casa del Pastor - Madrid

La casa del Pastor estaba situada en la calle de Segovia, con vuelta a la Cuesta de los Caños Viejos. En su cara de poniente - pese a que en 1972 se demolió dicho casón - se conserva uno de los escudos pétreos más antiguos de Madrid con todos sus postizos legendarios.

Fue construida en el S. XVII y su propietario fue un arcediano llamado don José que se dedicaba a servir a Dios y al prójimo menesteroso. Al cabo de los años cayó enfermo y llamó a un escribano para dar sus últimas voluntades en las que no mencionaba la casa en la que vivía.
Se le preguntó a quién quería ceder esta vivienda. Y él dispuso dejarlo por escrito con la petición de que dicho sobre no se abriera hasta después de su muerte. Así, cuando se produjo el óbito, se abrió el testamento que decía: “Es mi firme voluntad que herede la casa la primera persona que en el amanecer siguiente a mi muerte, entre en la Villa, por la Puerta de la Vega”.

Una hora antes del alba, el escribano y varios testigos aguardaron en el pasadizo de la puerta. Cuando salía el sol, traspasó la Puerta de la Vega un pastor maduro con garrote y perro. El hombre no podía imaginar que horas después sería el propietario de aquel inmueble.

Existen algunas leyendas en torno a esta casa. La primera de ellas asegura que años antes, aquel pastor había dado cobijo previamente al señor arcediano cuando huía de la Villa por acusaciones infundadas que le vinculaban a la Inquisición. La otra versión señala que aquella casa siempre perteneció a un pastor que tenía íntimas relaciones con María Luisa de Parma, consorte del rey Carlos IV.

jueves, 2 de mayo de 2013

El General Prim - Héroe de leyenda en vida

En la jornada de Castillejos, cuando iba a empuñar la bandera, en lo más crítico del combate, cuando las balas llovían a granel a su lado, atorbellinándole entre una tempestad de fuego y de plomo, cuando, jinete en su caballo, presentaba blanco seguro para el enemigo, los mismos soldados le instaban a retirarse por temor de que pudiese ser herido y perderse la batalla al caer el caudillo; pero Prim contestaba: «No, no hay cuidado. Todas las balas llevan sobre, y ninguna de ellas lo trae para mí».

Anochecía, y los oficiales catalanes se acercaron á Don Juan para decirle que no tenían tiendas donde dormir. «¿Tiendas ?— dijo el general. — ¡Tiendas! Las tiendas están allí — añadió, señalando al campamento de los moros, — y hay que ir á recogerlas. Mañana, cuando las hayáis tomado, dormiréis en ellas.» Y así ocurrió al día siguiente, que fué el de la célebre batalla en que Prim penetró en el campamento enemigo, entrando á caballo por una tronera.

Y así, por el estilo, todo linaje de cosas. Y así, contando sucesos del general, refiriendo hechos de su vida, pasajes de su historia, revuelto todo á veces con fábulas y consejas, por lo dado que es el vulgo á lo desconocido y maravilloso, así es como llegó á convertírsele en un tipo ideal, gozando de una prerrogativa que pocos mortales alcanzaron y ninguno como él en este nuestro siglo tan positivista y práctico. De este modo llegó Prim á ser héroe de leyenda en vida.

Leyenda del Castillo de Giribaile, Vilches,

Existen muchas leyendas sobre los castillos de Giribaile, pero aquí contaremos la más popular. La cuentan nuestros abuelos y sigue cautivando como la pastora al moro.
En términos de Vilches, entre los ríos Guadalén y Guadalimar, se ubica la meseta que conserva unas ruinas del Castillo de Giribaile. Éstas guardan historias y leyendas de gran belleza. El acceso a éstos castillos es por la carretera de Linares - Arquillos, después de la desviación de Guadalén.
Cuenta la leyenda que un poderoso rey moro tenía una gran pena que le abatía, su corazón era preso de una bella joven que vivía con sus padres y hermanos cuidando de su rebaño. Por ser de religión diferente no querían saber nada.
Paseaba con su caballo orgulloso, mientras entonaba un verso.

De río a río,
Todo es mío,
Y nunca moriré,
De hambre, de sed y de frío.

Pero el amor que sentía por aquella joven, el corazón le oprimía y, cautivo de sus sentimientos, abusó del poder que sus riquezas ofrecían.

Un día acechó a la pastora, que iba al río a lavar, la cogió y la llevó entre gritos y alaridos, y sin piedad ninguna, hasta su castillo.

El padre y el hermano de la muchacha, al enterarse, sólo vivían para acechar al rey moro, que seguía paseando por sus tierras confiado. Un buen día, al rey moro lo atraparon, encerrándolo en una piedra hueca de la que nunca saldría.

Allí murió el rey moro, por su orgullo castigado, de aquello que presumía de sus riscas asomado. Aún se oyen los ecos de los versos entonados:

De río a río,
todo es mío,
Y nunca moriré,
de sed y de hambre y de frío.

(Según JAENPEDIA)

Gabriel de Espinosa - El Pastelero de El Madrigal

Gabriel de Espinosa, nacido probablemente enToledo y ajusticiado en el Madrigal de las Altas Torres, Ávila; el 1 de agosto de 1595. Fue el protagonista del incidente conocido como del “pastelero de Madrigal”, que consistía en la suplantación de la personalidad del desaparecido rey Sebastián I de Portugal, siendo ejecutado tras el proceso instruido a raíz de dicha suplantación.

Introducción - El episodio del “pastelero de Madrigal” no se entiende sin hacer referencia a la situación política en el Portugal de aquellos años. La desaparición en la batalla de Alcazarquivir (1578) del joven Rey Don Sebastián y el movimiento místico-secular a que dio lugar dicha desaparición, el llamado Sebastianismo, por el que no se le consideraba muerto, añadiéndose la promesa de que algún día volvería a recuperar su trono. Esto propició la aparición de diversos episodios de suplantación de su personalidad. Éstos además se daban en el caldo de cultivo que propiciaba el que el rey hubiera muerto sin descendencia, pasando finalmente el trono a manos de su tío Felipe II de España en 1580, perdiendo Portugal su independencia. En ese marco se produce un curioso episodio, mezcla de leyenda y realidad y que deja algunos cabos sueltos: el de Gabriel de Espinosa, el “pastelero de Madrigal”.

Personajes - Las brumas rodean su lugar de nacimiento y las condiciones del mismo. Mientras en Madrigal se le tiene por hijo de la villa, sin embargo se apunta a Toledo como el lugar más probable de su nacimiento, señalándose que el documento más antiguo que se conserva sobre su persona refiere un título de examen de pastelero expedido en dicha ciudad. Sobre la identidad de sus padres, entramos de lleno en el terreno de la leyenda: lo más probable es que fuera huérfano, pero se ha apuntado que podría ser hijo de Don Juan Manuel de Portugal, padre del rey Don Sebastián, y una madrigaleña llamada María Pérez o María de Espinosa, doncella de los marqueses de Castañeda o de la infanta Juana, esposa del príncipe Juan; sería Gabriel por tanto hermanastro del rey Sebastián. Eso sin contar que pudiera ser, como afirmaba, el propio D. Sebastián vuelto de la muerte y tan añorado por los portugueses.
Los hechos comprobados dicen que en 1594 llega Gabriel a Madrigal, tras un largo periplo ejerciendo su oficio de pastelero (no con su acepción actual sino referido a pasteles de carne y empanadas), acompañado de una hija de dos años, Clara, y una mujer, Isabel Cid. Seguramente llamaría la atención que el nuevo pastelero dominara varios idiomas (al menos, francés y alemán), tuviese destreza a caballo y pareciese ser, en fin, algo más que un humilde oficial. Aunque tampoco es imposible que hubiera aprendido dichas habilidades en su trabajo tras la milicia del capitán Pedro Bermúdez, a la que siguió en campaña ejerciendo su oficio.
Por aquella época vivía también en Madrigal el personaje al que se apunta como urdidor del plan que debería llevar al pastelero a ceñirse la corona de Portugal. Se trata de Fray Miguel de los Santos, agustino portugués y vicario del convento de Nuestra Señora de Gracia el Real de Madrigal, que había sido confesor en la corte del rey Don Sebastián, habiendo apoyado al Prior de Crato en sus intenciones de suceder al rey Don Sebastián. Por ello había sido desterrado de Portugal y enviado a Castilla por Felipe II.
El tercer e imprescindible personaje de la trama es Doña María Ana de Austria, hija natural de Don Juan de Austria, capitán de los ejércitos españoles, héroe de Lepanto y a su vez hijo natural de Carlos I. Nacida en 1568 de sus relaciones con Dña. María de Mendoza, la niña había sido entregada para ser educada por Doña Magdalena de Ulloa. Ingresó en el convento de Agustinas de Madrigal a los seis años de edad, enviada por su tío Felipe II. Parece que no sentía vocación religiosa alguna, y que prefería las historias de aventuras, especialmente si se referían a su padre o a su primo Sebastián, al que, como muchos más en la época, creía vivo. De los interrogatorios del proceso posterior parece deducirse que esas ilusiones se veían afirmadas por el vicario del convento, Fray Miguel, que decía tener visiones en las que aparecían ella misma y su primo Sebastián uniendo sus vidas.


La trama - Uno de los puntos oscuros de esta historia se centra en el encuentro entre Fray Miguel y Gabriel. Quizá el fraile descubrió asombrado un gran parecido con su añorado rey Don Sebastián, quizá sólo era pelirrojo como él (algo poco habitual en Castilla) y de extrañas buenas maneras, y ello le dio la idea de iniciar una alambicada trama con el pastelero, que en cualquier caso (si por saberse el propio Sebastián o compinchado con el fraile para suplantarlo) estuvo de acuerdo con el plan.
Fray Miguel pone en contacto a Gabriel con la monja más ilustre de la localidad (tampoco está claro si Doña Ana creyó realmente en la reaparición de su primo Sebastián o si sólo lo vio como una oportunidad de escapar del convento y cumplir sus sueños de ser reina). Poco después ambos se prometían en matrimonio, condicionado por parte de ella a conseguir la dispensa de su voto por el Papa, merced que esperaría conseguir por ser su futuro marido rey de Portugal. Pronto comenzaron discretas visitas de nobles portugueses, que también dieron en “reconocer” al pastelero como su rey perdido.
Para continuar con el plan y dado que las habladurías cada vez eran más numerosas, el propio Gabriel parte de viaje a Valladolid, en posesión de unas joyas propiedad de Doña Ana. Quizá para convertirlas en dinero en efectivo para continuar con el plan; aunque también se apunta que iba hacia el norte a encontrarse con un hermano que la monja creía tener, para volver con él a Madrigal. Sin embargo el pastelero no se comporta precisamente como un noble: tras varios días mostrando las joyas y hablando con poco respeto del rey, es denunciado y hecho preso por Don Rodrigo de Santillán, alcalde del crimen en la Chancillería. La sorpresa es mayúscula cuando además de las joyas, se encuentran en su posesión cuatro cartas: dos de Fray Miguel en las que le trata de “Majestad” y otras dos de Ana de Austria, sobrina del rey Felipe II, en las que le trataba como su prometido e incluso no dudaba en llamar “hija” a la niña del detenido. No es de extrañar que el asunto se remitiera a la corte, directamente a Felipe II. Sólo habían pasado tres meses desde la llegada de Gabriel Espinosa a Madrigal.
Sea porque el asunto ya era conocido por Felipe II o no, la reacción fue inmediata. El propio D. Rodrigo viajó con sus alguaciles a Madrigal, haciendo encerrar a María Ana de Austria en sus aposentos, haciéndose con la documentación que obraba en su poder y prendiendo asimismo a fray Miguel. Y es entonces cuando el fraile revela su fantástico descubrimiento: el extraño comportamiento del pastelero se debe a que en realidad es Don Sebastián, el derrotado y desaparecido rey portugués. Como era de esperar, se instruye un proceso contra los detenidos por suplantación de la personalidad del rey.

Proceso, condena y muerte - Acusados de crimen de lesa majestad, ambos procesados fueron reiteradamente interrogados, algunas veces bajo tormento. Las preguntas, se centraban sobre todo en la identidad del suplantador. Pero poco dijo Gabriel de su vida y andanzas, sosteniendo que su verdadero nombre no era por el que se le conocía sino que lo usaba por ser el que aparecía en su título de pastelero. Su comportamiento es ambiguo, y va desde una pronta confesión de suplantación hasta la negación de la misma. El proceso era tutelado personalmente por Felipe II desde la corte, conservándose una cantidad ingente de correspondencia entre los comisionados y el propio rey.
Finalmente se sentencia a Gabriel Espinosa a morir en la horca el 1 de agosto de 1595. Su comportamiento durante la ejecución estimula aún más la leyenda: el orgullo de su mirada, la tranquilidad ajustándose la soga al cuello, la cólera con la que citó a D. Rodrigo, el hombre que lo detuvo, ante el Tribunal de Dios. Tras el ahorcamiento, Gabriel fue decapitado y descuartizado, exponiéndose sus despojos al pueblo en cada una de las cuatro puertas de la muralla, y la cabeza en la fachada del Ayuntamiento de la villa.

No corrió mejor suerte el fraile. Fray Miguel de los Santos también fue ahorcado en la Plaza Mayor de Madrid, una vez reducida su condición a la de laico. Tampoco el agustino dejó de contribuir al misterio, afirmado al pie de la horca que había creído firmemente que el pastelero era el rey (recordemos que él había conocido personalmente a Don Sebastián). Fue decapitado y su cabeza enviada a Madrigal.
Tampoco tuvo excesiva piedad Felipe II con su sobrina. Fue encerrada en estricta clausura en el convento de Nuestra Señora de Gracia, en Ávila. Su suerte cambió con la muerte del rey en 1598, cuando su sucesor y primo de la monja, Felipe III, la perdonó, retornando al convento de Madrigal del que con el tiempo acabaría siendo priora. Finalmente, en 1611 sería nombrada Abadesa Perpetua de las Huelgas Reales de Burgos, la mayor dignidad eclesiástica que podía concederse a una mujer de la época.

Conclusión - Hay pocas posibilidades de que el “pastelero de Madrigal” fuera otra cosa que un impostor seducido por el dinero fácil y de que su compinche Fray Miguel no encontrase en su parecido con el rey Sebastián la excusa perfecta para recuperar una posición política y quién sabe si arrebatar el reino a Felipe II, devolviéndole la independencia a su país natal. La coincidencia de ambos personajes con una María Ana de Austria, engañada o no, en Madrigal no hace sino engrandecer esta serie de casualidades, convirtiendo este episodio en uno de los más curiosos de la historiografía española. Pero también es cierto que es de difícil explicación cómo un pastelero pudo, en tres meses, estar prometido con la sobrina del rey, o qué fuerzas le impulsaron para mantener su actitud durante el proceso, hasta el mismísimo pie del cadalso.

Curiosidades - El tema del “pastelero de Madrigal” ha sido utilizado en varias obras literarias desde entonces, ya fuera para relatar el incidente o como inspiración general. Entre ellas destaca como la primera El pastelero de Madrigal, comedia del dramaturgo setecentista Jerónimo Cuéllar, así como la pieza teatral del poeta y dramaturgo del Romanticismo José Zorrilla Traidor, inconfeso y mártir (1849), la novela histórica de Patricio de la Escosura Ni rey ni roque (1835) y El cocinero de Su Majestad o El pastelero de Madrigal (1862) del folletinista Manuel Fernández y González, sin duda la más popular, pues a finales del siglo XIX vendió más de doscientos mil ejemplares de la obra.

 

miércoles, 1 de mayo de 2013

El tajo de Pompeyo - Ronda

En las cercanías de Ronda existe un tajo sobre el río que lleva el nombre del general romano Pompeyo.

En el infausto año 45 a. J.C., el antes victorioso caudillo perdió en los llanos de Aguaya la batalla de Munda, y por ello tuvo que buscar refugio en lo más profundo de la serranía rondeña, entre rocas y precipicios, donde esperaba ponerse a salvo de sus crueles perseguidores, los partidarios de Julio César que deseaban a toda costa su muerte.

El plan de Pompeyo era sencillo. Transportaba consigo un pesado cargamento de siete muías con lingotes de oro y plata, joyas y piedras preciosas, que le permitiría algún día comprar recursos y voluntades y vengarse de sus enemigos. Lamentablemente, para huir tuvo que dejar atrás todas estas riquezas, que fueron escondidas en una cueva de la serranía. Sin los tesoros, logró escapar a Egipto, donde un sicario del sátrapa Ptolomeo XIII, hermano de Cleopatra, puso fin a sus días.

Nadie encontró nunca el preciado cargamento, que se ha buscado desde tiempos inmemoriales sin resultado alguno.

("Ciudades y Leyendas" de Manuel Lucena Giraldo)

La Monyos

La Monyos fue un personaje barcelonés que, en su época, batió todos los records de popularidad. Trabajaba como doncella y costurera.
 
Según parece, un carro de caballos atropelló mortalmente a su hija y, desde entonces, perdió el juicio y vagaba sin rumbo por la ciudad. Vestía de manera estrafalaria y se peinaba con un moño alto adornado con flores que le regalaban las floristas de la Rambla.

Los autores de melodramas de su tiempo quisieron sacar partido de su figura organizando funciones en las que caricaturizaban al personaje, llegando incluso a hacerla salir a escena para dar más verosimilitud a la historia.

Fue protagonista de canciones, comedias películas e incluso tiene una figura en el Museo de Cera de Barcelona.

Falleció en el Hospital de Mar de Barcelona en 1940, a los 89 años.

(datos traducidos y foto de Històries de Barcelona)

El último celtíbero

En el mismo consulado, un crimen atroz fue cometido en la Hispania Citerior por un campesino del pueblo termestino. Al pretor de la provincia, Lucio Pisón, desprevenido a causa de la paz, le salió de improviso al camino, y de un solo golpe lo hirió de muerte; huyendo a uña de caballo. Una vez que alcanzó unos barrancos boscosos abandonó su cabalgadura y metiéndose por lugares quebrados e impracticables eludió a sus perseguidores. Pero su ocultamiento no duró mucho, pues fue cogido su caballo y llevado por las aldeas próximas, y se averiguó a quien pertenecía.

Cuando fue descubierto y puesto en el tormento para que denunciara a sus cómplices, a grandes voces y en su lengua patria, gritaba que lo interrogaban en vano, que sus compañeros podían venir y quedarse mirando, que nunca sería bastante la fuerza del dolor para sacarle la verdad.

Cuando al día siguiente lo llevaban de nuevo al interrogatorio, con tal fuerza se libró de sus guardianes y se golpeó la cabeza con una piedra que quedó exánime al instante.

Desde luego se cree que Pisón fue muerto por emboscada de los termestinos, porque en la recogida de los caudales sustraídos al tesoro público ponía más dureza que la que unos ellos toleraban.

(La traducción del historiador latino Tácito es de J.L: Moralejo, en la ed. De Gredos)