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domingo, 17 de junio de 2018

Faro de la Mola - Formentera

El faro de la Mola, también conocido como faro de Formentera, fue el  primero que se construyó en la isla y está situado en el extremo más oriental de la misma, al borde del acantilado. Se edifico entre 1859 y 1861, siguiendo el proyecto de Emili Pou, ordeno su construcción la reina Isabel II.  Fue inaugurado el 30 de noviembre de 1861.
Se encuentra en la zona más alejada y elevada de la isla 192 metros sobre el nivel del mar.
En 1970 fue electrificado sustituyendo así sus lámparas de petróleo.
Cuenta la historia que Julio Verne, escribió su novela Héctor Servadac inspirándose en la Isla de Formentera y su Faro.
Julio Verne estaba profundamente atraído por la isla de Formentera y en concreto por su forma. Plana y con una pendiente que llegaba hasta los acantilados de la Mola, lo cual le parecía que era un una rampa de lanzamiento de cualquier tipo de nave. Una placa conmemorativa de 1978 situada cerca del faro recuerda que el escritor convirtió la Mola en el lugar donde transcurre la acción de dicha novela y que seguramente también inspiró su obra El faro del fin del mundo.
En el Faro de la Mola, se contemplan unas vistas espectaculares. Atardeceres y amaneceres impresionantemente bellos donde la inmensidad del mar nos hace sentir aun más pequeños.
Sólo en dos ocasiones ha dejado de iluminar la noche de la zona, una durante la guerra de Filipinas y otra durante la guerra Civil española.
Es espectacular y muy recomendable ver su alumbrado en las noches de verano.
Estos son los motivos que hacen que sea una de las construcciones más visitadas de la isla de Formentera.

(Rutas con Historia) 

sábado, 30 de septiembre de 2017

El primer ferrocarril de España

¿Cuál fue el primer ferrocarril español? ¿Barcelona-Mataró? No. En contra de la creencia generalizada, el primer ferrocarril español se construyó al otro lado del “charco”, en la isla de Cuba, en los restos del antaño gigantesco imperio español. Cuba fue durante el siglo XIX, hasta la guerra de independencia que significó la pérdida de la isla para España, una provincia de ultramar. Cuba, como Filipinas y Puerto Rico mantenían las mismas ventajas e inconvenientes que el resto de provincias españolas.
Cuba era una importante fuente de ingresos para la Corona hispana. Producía café, tabaco y sobre todo azúcar, cuyos emolumentos llenaban las arcas del Estado. No podemos olvidar que la mitad de la producción azucarera mundial procedía de Cuba. Por ello, y por otras causas, EEUU tenía el ojo puesto en la Perla del Caribe.
La idea de construir un tendido ferroviario en la isla se puso en marcha ya en 1830. Ese año, Marcelino Calero propuso sustituir el tradicional y lento transporte de carros tirados por mulas por una novedosa línea férrea. Calero era un emprendedor industrial extremeño con residencia en Londres y conocía las locomotoras de vapor y sus ventajas en Gran Bretaña. Sin dudarlo, Calero puso su experiencia ferroviaria a disposición de las autoridades coloniales cubanas y una propuesta de línea férrea, que fue vista con buenos ojos. La industria azucarera veía frenada su expansión por los problemas de transporte hacia los puertos isleños desde el interior de la isla, donde se encontraban la mayoría de las plantaciones. Los principales puertos cubanos desde donde se exportaba la producción azucarera se encontraban en La Habana y Santiago. Calero se puso en contacto con el presidente de la Real Sociedad Patriótica de La Habana y con el gobernador de la isla, Francisco Dionisio Vives, al que entregó una detallada memoria de su proyecto. Era el peldaño inicial en la construcción del primer ferrocarril español.
El gobernador y capitán general de Cuba Vives estaba interesado en el proyecto de Calero y envió instrucciones en junio de 1830 a la Sociedad de Amigos del País para que estudiasen las ventajas que una línea férrea podía aportar al desarrollo de la industria del azúcar, y en concreto a su exportación. Se propuso la construcción de un primer camino de hierro entre La Habana y Güines, si bien Vives recomendaba extender el ferrocarril a otras zonas de la isla. Se creó en julio de 1830 una comisión para estudiar la propuesta presidida por el propio gobernador. El 23 de enero de 1831, la comisión emitió un dictamen que permitía la construcción del primer ferrocarril español, cuyo primer tramo se extendería entre La Habana y Güines.
La búsqueda de accionistas que se hiciesen cargo de la financiación fue complicada, pues el ferrocarril, como todo lo novedoso, todavía no contaba con demasiados partidarios. Y el proyecto era caro. Por fin en julio de 1833, la Comisión de Caminos de Hierro presentó un nuevo presupuesto que reducía los costes del anterior, desde 7.000.000 a 1.700.000 pesos. Y lo más importante es que auguraba unos beneficios anuales de 200.000 pesos. Los emprendedores con posibles comenzaron a animarse a partir del préstamo concedido por un comerciante de Londres, Alexander Robertson. Para amortizar el millón y medio de pesos del préstamo puesto en la mesa por Robertson, se emitieron 1985 obligaciones o bonos al portador. Ahora sí que estaba el proyecto en marcha. Pero de verdad. Los ingenieros estadounidenses Alfred Cruger y Benjamin Wright fueron contratados para un proyecto que por fin comenzó en marzo de 1836. El 17 de noviembre de 1837 se inauguraba el primer tramo: La Habana-Bejucal, de 17 millas.
Hubo problemas, cómo no: las locomotoras Novelty eran lentas y de mantenimiento complejo, debido sobre todo a la orografía y al clima isleños. En tres años, las ocho locomotoras que los promotores habían comprado con gran esfuerzo quedaron fuera de combate, con lo que hubo que adquirir otras nuevas, importándolas de Filadelfia (EEUU). No obstante, a pesar de los inconvenientes, se descubrieron las ventajas del invento, y pronto los productores de caña de azúcar de la isla desearon embarcarse en el negocio ferroviario. En 1842 se formó con capital cubano la Compañía de los Caminos de Hierro de La Habana. Posteriormente se crearon otras sociedades con capital español peninsular, radicadas en torno a Matanzas, cuyo puerto exportaba gran cantidad de azúcar. Se crearon nuevos trazados ferroviarios en la isla durante el resto del siglo XIX: ferrocarril de Santiago (1861), de Guantánamo (1877) o el de San Cayetano a Viñales (1888).

(Rutas con Historia)

miércoles, 15 de marzo de 2017

Posición Jaca - Madrid

La posición Jaca está ubicada en el Parque del Capricho en la Alameda de Osuna en Madrid, junto al Palacio de los Duques de Osuna construido durante el siglo XVIII. Es un gran refugio subterráneo para el alto estado mayor, que fue el Cuartel General del Ejército Republicano del Centro.  Dirigido por el general José Miaja así como por su estado mayor por el entonces teniente coronel Vicente Rojo Lluch. Es uno de los lugares más relevantes relacionados con la Guerra Civil Española en Madrid.
El potencial destructivo descubierto al final de la primera Guerra Mundial del  uso de la aviación obligo a un replanteamiento de las defensas. De ese modo el  concepto de búnker que solo estaba relacionado con el frente de batalla, pasa a ser necesario como refugio antiaéreo en zonas de retaguardia.
Se decide utilizar el Parque de El Capricho como cuartel general  a finales de 1936 por su posición estratégica, ya que estaba relativamente alejado del frente y cerca del aeropuerto de barajas. De tal forma que podría verse protegido por sus baterías antiaéreas y no llamar en exceso la atención.
Tenía  capacidad para unas 200 personas, se construyó en el primer semestre de 1937 parece ser que estaba terminado y perfectamente operativo el día 3 de Agosto de ese mismo año, y allí se trasladó el Alto Mando republicano, abandonando su antigua ubicación en los sótanos del Ministerio del Hacienda. No era la residencia habitual del mando del Ejército Centro o de su Estado Mayor. Ésta, estaba en el magnífico palacio de la Alameda de Osuna. El refugio era utilizado por los altos mandos sólo en momentos de peligro, como  bombardeos aéreos.
Está escavado a una profundidad que oscila entre los 14 y 16 metros en uno de los laterales del palacio. Consiste en una gran galería central de unos 30 m de longitud, 2 m de ancho y 2,50 m de alto, a cuyos lados se van abriendo habitaciones, que en su día, tuvieron diferentes funciones como sanitarios, cuarto de maquinas, oficinas, hospital, sala de telégrafos, sala de mando. El refugio contaba con generador de electricidad mediante motores, depósitos de combustibles, conducción de agua potable, sistema de ventilación y diferentes sistemas de comunicación como teléfono o  telégrafo. Tres grandes chimeneas  de unos 5 m en el exterior que proporcionaban  la correcta ventilación del interior. La posición estaba planteada para que esas 200 personas pudiesen resistir unas dos semanas.
El acceso principal, dispone de dos puertas de acceso paralelas e idénticas fue construido aprovechando un desnivel en el terreno que está situado frente a una de las fachadas laterales del palacio. Este acceso tiene una losa de hormigón de 70 cm de ancho por unos 15 metros de profundidad que se encuentra apoyada sobre dos fuertes columnas de ladrillos. Se construyo de esta forma con el fin de ante un hipotético ataque aéreo, no afectase al correcto uso de las escaleras. Además de este acceso, el refugio cuenta con otros dos uno en los propios jardines, y otro que conduce al exterior del recinto del Parque del Capricho, en la actual Calle Alambra. Estas puertas, dan paso a unas pronunciadas escaleras, construidas en ángulos rectos y zigzag, para minimizar los efectos de la onda expansiva de posibles explosiones.
Debemos destacar  las enormes puertas metálicas de acceso, que cerraban herméticamente por dentro  y las que cierran los pasillos subterráneos. Diseñadas por ingenieros navales  para que cerrasen también de forma estanca el refugio, protegiéndolo de un hipotético bombardeo con gases tóxicos o agentes químicos.
Otro detalle a tener en cuenta, es que el suelo de las habitaciones y de los pasillos tiene un dibujo distinto, para que en caso de poca visibilidad por consecuencia de un ataque, poder orientarse en los movimientos que se realicen dentro del bunker.
La Posición Jaca fue utilizada, por el Jefe del Ejército Centro, el general José Miaja Menant, que tenía su residencia y despacho en el palacio. Miaja residirá en la Alameda de Osuna hasta abril de 1938, momento en el que se hace cargo de la jefatura del Grupo de Ejércitos de la Región Centro-Sur, y se traslada a Valencia. Fue sustituido por el coronel Segismundo Casado López, que mantendría el Cuartel General del Centro en la Alameda de Osuna hasta el final de la guerra.
La Posición Jaca fue testigo de  de los combates que se desarrollaron al final de la guerra en Madrid entre comunistas y casadistas. El día 7 de marzo de 1939 el lugar fue ocupado por los comunistas, siendo reconquistado el día 8 por los partidarios de la Junta de Defensa. Este hecho sucedió dentro del  conocido como el golpe de estado del coronel Casado. Esta fue la última posición de la jefatura militar comunista en Madrid, donde los coroneles Joaquín Barceló y Emilio Bueno pugnaron hasta su fusilamiento por impedir la capitulación del coronel Segismundo Casado ante Franco.
Resulta curioso encontrar documentos en el Archivo Histórico del Ejército del Aire donde se daba información sobre la ubicación del estado mayor del Ejercito Republicano en la  zona Centro.

(Rutas con Historia)