domingo, 12 de diciembre de 2010

Don Teodosio y la bestia - Huarte Araquil

Don Teodosio de Goñi era un joven noble navarro que casó, parece ser que bastante temprano, cuando reinaba el rey Witiza. Muy pronto, sin embargo, tuvo que abandonar temporalmente a su esposa, llamado por el rey para combatir, probablemente en África, contra un Islam que aún no había cruzado el Estrecho.


Transcurrieron algunos años y, terminada su misión, el noble navarro regresó a su tierra y a su casa, a la cual, sin él saberlo, se habían trasladado a vivir con su esposa sus ancianos padres, reclamados por ella para cuidarlos al tiempo que recibía su compañía.


Poco antes de llegar, mientras cabalgaba por un sitio llamado Errotavidea, que en vascuence quiere decir: Camino del Molino: y que es el que se dirige al Valle de Ollo, se le apareció el diablo en figura de honorable peregrino o de ermitaño y le anunció que su mujer le engañaba en su ausencia con un criado. Ciego por el anuncio, el señor de Goñi entró en su casa, se dirigió a su dormitorio, vio dos bultos sobre su lecho y, sin querer saber más de lo que creía la evidencia del agüero, hundió su espada muchas veces en ambos, saliendo luego tambaleándose del cuarto, al tiempo que veía venir a su esposa, que llegaba precisamente de la iglesia, y por la que supo que los dos seres a los que acababa de matar eran sus propios padres, a los que su mujer había cedido su propio lecho para que se sintieron más a gusto.


Don Teodosio, convencido de que su pecado sólo podía ser perdonado por el Santo Padre, acudió a Roma, donde confesó su crimen. El Papa, que era por entonces Juan VII según el padre Burgui, le impuso como penitencia que viviera en la soledad como una bestia, cargado de cadenas y sin más compañía que una cruz y que permaneciera así hasta que aquellas cadenas se rompieran por decisión divina. Así lo aceptó el pecador y así eligió como retiro el monte Ayedo, que «dista como una milla de su Patria, Goñi, hacia el Poniente, y es parte, o rama del dilatado Monte Andía, que quiere decir el Grande en la lengua bascongada». Allí dispuso el penitente que se levantase un primer templo a san Miguel Arcángel y, dejando el encargo a su esposa, pasó a Aratar, «que está hacia la parte septentrional del Valle de Araquil».


Allí, pasados siete años de penitencia, se le presentó al ermitaño de Goñi un terrible dragón que vivía en una cueva profunda del monte y de cuya presencia no había tenido noticia hasta entonces. Don Teodosio, ante el terrible ataque del que creyó que no saldría vivo, invocó a su patrono san Miguel. Inmediatamente cayeron de su cuerpo las cadenas y el propio Arcángel apareció junto a él, enfrentándose al monstruo y matándole.


El milagro, dice el padre Burgui, se dio en el año del señor de 714. Don Teodosio regresó con los suyos por algún tiempo, pero pronto regresó a Aralar y consagró el resto de su vida a san Miguel y a la construcción del primer santuario que hubo en el monte, donde colocó como recuerdo la cruz y las cadenas que habia llevado durante su larga penitencia. Al morir, su cuerpo fue enterrado en el mismo santuario de San Miguel de Aralar, como también el de su mujer doña Constanza».


(Juan G. Atienza)

Tragabuches - Ronda

Tragabuches fue un bandolero, torero y cantaor andaluz.


Nacido José Mateo Balcázar Navarro cambió su nombre por el de José Ulloa Navarro amparándose en una pragmática real en la que Carlos III autorizaba a los gitanos a tomar el apellido que deseasen. El apodo de Tragabuches lo heredó de su padre quien lo obtuvo, según cuenta la tradición, al comerse un burro recién nacido (buche en Andalucía) en adobo.


Se inició como torero aprovechando que su padrino de bautismo, Bartolomé Romero, era pariente de Pedro Romero y sus hermanos quienes habían fundado una famosa escuela de tauromaquia en la ciudad de Ronda.


Como miembro de las cuadrillas de Gaspar y José Romero intervino como banderillero y sobresaliente desde 1800 a 1802 año en el que tomó la alternativa en la plaza de toros de Salamanca.


Instalado en Ronda pronto abandonó su carrera como matador de toros y comenzó a actuar como contrabandista junto a una bailaora conocida como María “La Nena” con la quien vivía amancebado. José Ulloa “Tragabuches” se encargaba de obtener las mercancías en el cercano enclave de Gibraltar y su compañera se ocupaba de la distribución del contrabando.


Como contrabandista continuó hasta que, en 1814, un antiguo compañero de la cuadrilla de los Romero lo invitó a torear en los festejos taurinos que, con motivo de la vuelta a España del rey Fernando VII, se iban a celebrar en Málaga. Cuando se dirigía a la capital de la provincia malagueña, su caballo lo derriba y le disloca un brazo por lo que se ve obligado a regresar a Ronda donde descubre que su amante le es infiel con un sacristán conocido como Pepe “El Listillo”.


Tras degollar al sacristán, arrojó a su infiel compañera por el balcón causándole también la muerte, tras lo cual huyó a la sierra rondeña integrándose en una de las partidas de bandoleros más temidas de su tiempo y donde coincidió con los inicios de bandolero de El Tempranillo o con la partida de Los siete niños de Écija donde permanecería hasta 1817, año en el que todos los miembros de la cuadrilla, excepto Tragabuches cuyo rastro se pierde desde entonces, fueron capturados y ejecutados. También era cantaor, y se conserva una letra atribuida a él:

"Una mujer fue la causa
de mi perdición primera
No hay ningún mal de los hombres
que de mujeres no venga"

El encantamiento de la princesa - Tereñes

Vivía en Asturias, en la localidad de Tereñes, un rey con una hija, cuya mano se disputaban cuantos príncipes contemplaban su hermosura. La princesa, que estaba enamorada de un conde, sostenía tenazmente su actitud de rechazar las brillantes proposiciones de matrimonio que se le brindaban. Día tras día, su padre, el rey, trataba de hacerle comprender con cariño y suavidad lo conveniente de un enlace que fuera digno de ella y la tranquilidad qus para él supondría el verla bien casada.


La princesa, a pesar de sus pocos años, no fue fácil de convencer. Estaba decidida a casarse por amor, y a ninguno de cuantos príncipes que la habían solicitado por esposa consideraba digno de su afecto, Así pasaron los meses, sin que nadie lograra disuadirla en sentido contrario. El rey se sentía envejecer por momentos y deseaba cada vez con más angustia un heredero del trono.


Viendo que por la persuasión no podría nada contra su hlja, se decidió a tomar una actitud más enérgica; la mandó llamar a su presencia, y con gesto grave le ordenó que eligiese, en el plazo de unos días, entre los príncipes que habían solicitado su mano, si no quería exponerse a un severo castigo. La princesa no se inmutó ante tales palabras, y con la misma serenidad de siempre le hizo saber que su decisión era demasiado firme para dejarse doblegar y que persistía en su idea de casarse a su gusto o quedarse soltera.


Enfurecido el padre ante tal rebeldía, optó por aplicarle un castigo ejemplar, seguro ya de que nada podría hacerse contra su voluntarioso empeño. Así, pues, la invitó a dar un paseo en coche, mas sin comunicarle sus proyectos, y la condujo hasta el campo Perola, donde abríase una famosa cueva encantada de la que el pueblo refería cosas extraordinarias; decían de ella que su interior comunicaba con el Infiemo, y que el demonio, cuando venía al mundo a tentar a los hombres, salía por ella. Lo cierto era que aquella cueva exhalaba un tremendo olor a azufre, que hacía volar la imaginación hacia toda clase de sucesos diabólicos.


El coche del rey paró en la misma entrada de la gruta y descendieron el monarca y la princesita. Mientras ella miraba curiosa a su alrededor, su padre, mirándola muy fijo, la conjuró para que, en castigo a su desobediencia, se convirtiera en culebra y viviera por siempre en la oscuridad de aquella cueva. Y añadió que sólo se desharía el hechizo en el caso de que un hombre le diese tres besos en la lengua.


Al instante, la rubia y frágil belleza de la princesa desapareció y en su lugar contempló el rey la ondulante y viscosa forma de una culebra que se deslizó dentro de la gruta.


Satisfecho al ver cumplido así su castigo, volvió el rey a palacio; pero he aquí que, entretanto, un pastorcillo que apacentaba su ganados por aquellos contornos y que había visto y oído la escena, se dirigió a la cueva, y venciendo su natural repugnancia, cogió a la culebra y sujetándole la cabeza le dio tres besos en la lengua. El conjuro quedfí deshecho y la princesita recobró su forma humana. Agradecida al pastor, aceptó su demanda de matrimonio, y dicen que se quisieron mucho y vivieron felices el resto de sus días, lejos del palacio del rey.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Angel de Ayora

Existe en Ayora una tradición secular que forma parte de la religiosidad popular de los ayorinos y de la propia identidad de nuestro pueblo. Es la devoción al Santo Ángel y la celebración de su fiesta el segundo lunes de enero.



Esta tradición se basa en el suceso milagroso ocurrido en Ayora en el año 1392 y que fue recogido por Miguel Molsós (1370-1431),contemporáneo al suceso y figura de excepción de la historia de Ayora (Vicario general de la diócesis de Valencia, datario papal de Benedicto XIII, deán de la Colegiata de Orihuela, auditor de la Rota y capellán del papa Martín V).

El relato recogido por Miguel Molsós dice así:

"Hallábase la villa de Ayora afligida de hambre y peste en el año 1392. En el segundo lunes de enero salía de la villa una piadosa mujer llamada Liñana, para ir a la de Jarafuel, distante de allí dos leguas; y en el camino a la inmediación de aquella, en su misma huerta encontró un bello mancebo, que le dijo: vuelve a Ayora y di, que vengan y hagan una rogativa todos los años en este sitio y cesará la peste y el hambre; y replicando la buena mujer que no la creerían, el mancebo le escribió en la palma de la mano unos caracteres y desapareció. Volvió la mujer a Ayora, refirió el pasaje a Clérigos y Jurados, la creyeron, fueron en procesión e hicieron rogativa en el sitio señalado, y cesó al instante y enteramente la peste y el hambre."

Las Brujas de Vallgorguina

En el Dolmen de Pedra Gentil de Vallgorguina las brujas hacían sus reuniones o juntas de la comarca del Maresme los sábados a la noche con el boc (presidente diabólico con gran cornamenta) y bailaban el Ball de bruixes).


Dicen: que hacían granizar. Que el corro del baile de las sardanas puede tener este origen. Los pescadores: que cuando en el Maresme se formaban tormentas muy repentinas era debido a la Junta de las brujas del dolmen Pedra Gentil de Vallgorguina.

En el pueblo de Vallgorguina se encuentra el Centro de Información del Montnegre. Se puede visitar el dolmen de 'La Pedra Gentil', lugar de leyendas y de reunión de brujas la noche de aquelarre.

En el parque Montnegre y el Corredor crecen numerosas especies de setas que proporciona tras su recolección en otoño una diversión. Un conocedor de 700 setas comestibles.

martes, 2 de noviembre de 2010

El Sumicio

El Sumicio es muy similar en todo al trasgu/trasno, pero con una clara diferencia, que es la de ser invisible físicamente, a la par que hace desaparecer las cosas y puede ser dañino para las personas; este carácter dual, que encarna la eterna lucha entre el bien y el mal, es consustancial al mito y lo podremos constatar en todos los estudiados.


Decíamos que el Sumicio acostumbra a hacer que las cosas desaparezcan de manera especial aquellas que, en un determinado momento, resultan imprescindibles. Así, cuando se precisaban unas tijeras o un cuchillo en la casa y no aparecían, la malhumorada ama murmuraba:


"Paez que lo llevóu el sumicio". Así lo hemos oído multitud de veces en nuestra propia casa y así lo atestiguan algunas curiosas historias, como aquella en que la devota señora que entra en la iglesia y va a rezar el Rosario y no halla el suyo, estando segura de haberlo traído con ella, por lo que exclama: "En mi vida nunca oín qu'en la iglesia entrase´l trasno; pos si él nun entra eiquí, quen me garróu el rosario".


Pero el Sumicio no se conforma con hacer desaparecer las cosas, que no pasaría de ser el lado más o menos desenfadado de su actuación, sino que tiene poder suficiente para hacer daño, "sumiendo" a las personas, casi siempre niños ("sumir" es sinónimo de desaparecer, pero en sentido de progresión, no con carácter instantáneo). De ahí procede el conocido dicho popular, muy repetido aún entre nuestras gentes: "Mal sumicio te suma" (o esta otra variante: "Mal sumicio te lleve"). Por tanto, está provisto de unos efectos dañinos y letales, como si de un poderoso virus se tratase, lo que le asemeja a otro mito poco conocido, el de los "Malinos", sobre el que Alberto Álvarez Peña ha hecho decisivos estudios.
Aunque el Sumicio es más perverso que el trasno y resulta muy difícil deshacerse de él, siempre hay una posibilidad y en este caso, se trata de la oración de San Antonio, la cual, si va acompañada de una dádiva, da un resultado sorprendente, ya que se halla pronto lo perdido, que se atribuye por las gentes no a un mero mecanismo de estimulación mental, sino a la acción benéfica del milagrero santo, que bloquea los perversos poderes del Sumicio. Bien sabido que al rezar la oración no se puede cometer ningún error, pues entonces el objeto deseado nunca más aparecerá. En Somiedo y otros lugares, aparece en acción la "riestra" de ajos, ya que, en el trasfondo de nuestros mitos siempre se encuentran las ánimas, las brujas y... los diablos

El Peropalo - Villanueva de la Vera

Peropalo es el nombre con el que se conoce a un muñeco, de tamaño natural, en torno al cual gira siempre el carnaval en Villanueva de la Vera, localidad de la provincia de Cáceres, en la comunidad autónoma de Extremadura (España). La fiesta consiste básicamente en una serie de ritos que se organizan en torno al protagonista en los tres días de carnaval y van desde su confección a su muerte.


Aunque se le confecciona la noche de sábado al domingo de carnaval –es esta una fiesta variable en razón del ciclo lunar- ya el domingo anterior se ha paseado la cabeza, cubierta con un sombrero negro, clavada en un fuerte palo y con un pañuelo blanco al cuello. Esta primera salida, a ritmo rápido, por las calles del municipio es el anuncio de la proximidad de la fiesta y de que el personaje, al que se le denomina en alguna copleta tradicional como “Revive”, estará presente un año más en la fiesta de carnaval.


El Peropalo en la agujaEl muñeco lo hacen los “peropaleros”, un conjunto de personas que forman el grupo de iniciados que velan por el muñeco y que, además de dirigir las ceremonias, se encargan de tocar el tambor, el principal instrumento del festejo peropalero. Al muñeco se le hace, tradicionalmente, en un lugar secreto entre redobles de tambor y recitados de coplas misteriosas. El traje es negro, de una pieza; como contraste, se le coloca un pañuelo blanco, de pico, que le cubre parte de la espalda y del pecho; se le remata, por la parte superior, con un sombrero de paño negro y, por la inferior, con unas botas del mismo color. Se le da volumen al rellenarlo de paja. Lleva una mano doblada, que guarda en la faja negra que le ciñe la cintura; la otra caída y un tanto separada del cuerpo. Un fuerte palo, colocado por la entrepierna, permite levantarlo y trasladarlo de forma visible para multitud.


(Según Wikipedia)

L'Encantá - Rojales

La Encantá es una leyenda tradicional de Rojales, un pueblo de la Vega Baja del Segura en la provincia de Alicante. La historia cuenta que hace ya bastantes siglos, en el Medievo, una princesa árabe llamada Zulaida o Zoraida se enamora de un príncipe cristiano, provocando las iras de su padre, el rey moro, que la maldice a vivir por siempre encantada dentro del monte redondo llamado Cabezo Soler, al lado del río Segura, en el camino que va del pueblo de Rojales a Guardamar. Todos los años, y sólo en la Noche de San Juan, la Encantá se aparece en el Cabecico Soler para que alguien la libere. Si algún hombre valiente se encuentra con ella, la Encantá le pedirá que la lleve en brazos hasta el río Segura para bañar sus pies y así poder romper el maleficio. Pero para el hombre que la lleva, la Encantá se hace cada vez más pesada, por no mencionar a los monstruos que salen a su encuentro, provocando que el pobre valiente caiga desfallecido al suelo soltando a la princesa y cargando a su vez con una nueva maldición, la de morir pisándose la lengua.


Esta leyenda ha sido recordada gracias a la tradición oral y a la novelización del escritor Fausto Cartagena. También existe una obra teatral escrita por Salvador García Aguilar, que fue dirigida con gran éxito por el afamado director Alberto González Vergel y un mediometraje con título La leyenda de la Encantá, dirigido por Francisco Jorge Mora García y Joaquín Manuel Murcia Meseguer en el año 2002 y que obtuvo la Mención Especial en su categoría en el Festival Internacional de Cine Cinema Jove de Valencia. Años después, el compositor Francisco Jorge Mora García, compone varias piezas instrumentales y corales inspiradas en la leyenda de la Encantá («Noche de San Juan», «Tema de Zulaida», «Batalla en el Cabezo Soler»,…).

jueves, 21 de octubre de 2010

Conquista de Madrid por los segovianos

Alfonso VI, el Bravo, el del juramento de Santa Gadea y demás querellas, reune hueste; no se trata de un fonsado o una simple cavalgada. Esta vez el objetivo es ambicioso, se trata de volver a socavar la Marca Media, tomando Madrid y su alcázar.


Para tal fin convoca a las milicias concejiles fronterizas, acudiendo hombres de Atienza, Sepulveda, Avila y otros concejos. Los peones y jinetes pardos desfilan ante el Rey bajo sus pendones y guiados por sus jueces, sin embargo faltan las gentes de Segovia.


Los reales se instalan a orillas del Manzanares, mientras los hombres preparan las maquinas de asedio. Cerca del campo del Moro (llamado así porque siglos después otro Al Mansur, esta vez almoravide, instalará su campamento), el Rey recibe a la milicia de Segovia. Son hombres recios, arqueros, lanceros y jinetes, guiados por dos de sus tenientes. llegan con retraso, problemas de una o dos parroquias que han tardado en armarse. Los tenientes preguntan al rey donde pueden instalar su campamento; el Rey, desabrido responde:


"Allí, junto al alcázar' mientras señala Madrid.


Los segovianos se retiran, pero guiados por sus jefes se disponen a trabajar. Durante toda la noche los segovianos trabajan, al amanecer: se oyen los gritos en el campo cristiano:


"Segovia, Segovia por Santiago"


Los infantes se lanzan hacia las murallas de 4 metros, cubiertos por un puñado de arqueros; los mas valientes plantan las escalas fabricadas a cubierto de la noche. Con rapidez trepan la muralla, se planta el pendón rojo de Segovia.


Las puertas de Madrid se abren, permitiendo el paso de los jinetes castellanos. En menos de una hora la bandera del acueducto se ha instalado en el alcázar. Gritos de jubilo rompen en el campo cristiano: Madrid se une a Huete, Brihuega y demás ciudades alcarrenas tomadas durante la campaña.


El Rey Alfonso se acerca a las puertas de la ciudad. Allí es recibido por los tenientes de la milicia concejil de Segovia, escoltados por el pendón de su ciudad. Muy serio, el capitán segoviano se dirige a su Rey:


"Majestad, hoy no hace falta que duerma en el campo, hoy podrá alojarse en el Alcazar, como nos indico"


Leyenda o Historia, lo cierto es que los primeros repobladores cristianos de Madrid fueron segovianos, y quien se apellide Torre o Torreón quizás sea descendiente suyo.

Don Alvar de Avila y Doña Guimar - MIroncillo (Avila)

Volvían a Ávila, de pelear como buenos en las Navas de Tolosa, los escuadrones de serranos y habían entrado ya en la ciudad por la Puerta del Alcázar. Recorrían las calles entre los vítores de la plebe y los saludos de los nobles, que presenciaban el desfile desde los ventanales o en las torres de sus palacios. Apuesto y bizarro sobre un negro corcel, iba el capitán D. Alvar Dávila, señor de Sotalvo, al frente de sus escuadrones, repartiendo sonrisas y saludos.


Llegaba ya el desfile frente al palacio de D. Diego de Zuñiga, noble y palaciego abulense, arriba, desde la alta ventana, su hija Dª Guiomar aplaudía a los guerreros. Era linda y tenía ojos negros la condesita, era blanca como el lirio de los campos y su mirada angelical se cruzo con la de Alvar Dávila, que sonreía, sonreía... el valiente capitán se serranos recorrió ya la ciudad sin corazón, ¡ lo había perdido en una sonrisa !.


Muchas veces se vieron Alvar Dávila y la condesita Guiomar, pero siempre a través de aquel alto ventanal de la torre del palacio de D. Diego de Zuñiga. Guardaba el conde a su hija entre los recios muros de la casa señorial para ofrecérsela a Dios. Era duro y altivo el conde, y ante él vino un día el capitán de serranos. Eran breves las treguas de guerra y le pidió licencia para casarse con la condesita, su hija, antes de una nueva partida. El conde, la ira en los ojos, ordenó al capitán que abandonase su palacio, prohibiéndole que en lo sucesivo volver a ver a Dª Guiomar.


El señor de Sotalvo con toda dignidad y gran Entereza, replico al irascible: - Cuando el amor ha nacido, no se le mata con vilencias; que el corazón del enamorado es rebelde y terco en la rebeldía. Dª Guiomar y yo seguiremos amándonos, y aún más, viéndonos: ¡ Mal que os pese !.


Guardias rondaban día y noche el palacio, para prender al capitán si osaba acercarse. Mientras tanto, en el coto señorial de Sotalvo, sobre las altas rocas, mirando a Ávila, la brisa del corazón de Alvar Dávila alzaba en pocos días un blanco castillo roquero. Se adivinaban, más que se veían, los dos enamorados; ella miraba a la sierra; él, en las altas almenas que descubrían la ciudad.


Hasta que un día, al fin, el alma blanca de Dª Guiomar se escapó, hecha suspiro, del lirio de su cuerpo. A las torres del castillo vino aquel día nívea paloma. Suave era el arrullo, y el castellano la tomo con ternura en sus manos, poniéndola al cuello blanco lazo de raso.


De madrugada partía para la guerra al frente de sus escuadrones de serranos. Y en la guerra murió peleando como bueno...

Sant Pere de Roda - Gerona

Durante el pontificado de Bonifacio IV, cuando Focas era emperador de Oriente, se supo en Roma que el Almirante de Babilonia preparaba un ejército para apoderarse de la capital de la cristiandad, para conseguir lo cual se había aliado con los persas. Al conocer la noticia, el Papa reunió concilio con cuantos pontífices y obispos se encontraban cerca. Deliberaron largamente sobre los motivos que impulsarían aquel ataque y llegaron a la conclusión de que su meta era apoderarse de los cuerpos santos que allí se guardaban.


La única salvación ante aquella amenaza era poner a buen recaudo el gran tesoro de las reliquias o, al menos, lo más importante de ellas. Así discutieron y llegaron a elegir las que consideraban más importantes, que eran: la cabeza y el brazo derecho del apóstol san Pedro, el cuerpo de su discípulo san Pedro Exorcista y los de los mártires Concordino, Lucidio y Moderando, más una ampolla con la sangre de la Santa Imagen de Cristo.

Fue preparada una nave y, después de cargar las reliquias en ella, la entregaron a tres santos varones que, con algunos legos, serían lo:; encargados de conducirla a puerto seguro. Las tres santos varones se llamaban Feliú, Poncio y Epicinio y cuando salieron a alta mar, dirigieron el timón hacia las costas orientales de España.

El Austro les llevó hasta el puerto de Rosas. Desembarcaron, dieron gracias a Dios y a los santos cuyas reliquias transportaban y subieron al monte Verdera, que es donde se levanta hoy precisamente el monasterio. Allí vieron las tierras que había más allá y, buscando cuidadosamente, descubrieron una fuente -la misma que aún existe en nuestros días y que es llamada la Font del Raig - y, a su vera, una profunda cueva, encima de la cual se encontraba un pequeño altar que había sido levantado por el eremita san Pablo, obispo de Narbona, que estuvo por aquellos pagos haciendo vida anacorética.

Con el convencimiento de que aquél era el lugar que buscaban, los tres enviados de Roma desembarcaron las reliquias en secreto, las llevaron hasta la cueva y las dejaron en su interior, cerrándola tras ellos después con tierra, piedras y ramaje. Inmediatamente se embarcaron y emprendieron el regreso. Y cuando llegaron a Roma, supieron que el peligro había pasado y que las reliquias podían ser devueltas.


Nuevamente emprendieron el camino hacia el cabo de Creus, nuevamente desembarcaron en el mismo lugar y nuevamente emprendieron la subida del monte. Pero algo había sucedido en tan breve ausencia, porque, a pesar de llegar hasta la fuente, fueron totalmente incapaces de descubrir la cueva que ellos mismos habían tapiado. Incapaces de abandonar el tesoro que creían perdido por su propio descuido, decidieron quedarse allí hasta que lo descubrieran de nuevo. Nunca sucedió así, pero aquellos santos varones levantaron un templo en torno y sobre el lugar que ellos sabían cierto. Y aquel lugar fue con el tiempo Sant Pere de Roda.


Supone el cronista que, con el tiempo, la cueva sería finalmente descubierta y que ese descubrimiento haría que la cabeza de san Pedro Apóstol regresase a Roma, donde se encuentra todavía junto a la de su compañero san Pablo, mientras que las otras reliquias se quedarían en el monasterio recién instaurado.

viernes, 8 de octubre de 2010

El Tribunal de las Aguas

El “Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia”, más conocido por su denominación abreviada de “Tribunal de las Aguas” es, sin duda alguna, la más antigua de las instituciones de justicia existentes en Europa. Su semanal reunión, cada jueves del año, en el lado derecho de la gótica Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, constituye cita obligada para agencias de turismo, visitas escolares, simples viandantes, que se congregan a su alrededor a la espera de que las vecinas campanas del “Micalet de la Seu” den las doce horas para contemplar su funcionamiento. Ello no nos lleve a la errónea conclusión de tratarse de un organismo folklórico e inoperante que la tradición nos ha legado; pues, tras esa sencillez y simplicidad de funcionamiento, carente de complicados protocolos y fórmulas jurídicas, se esconde un modelo de justicia que el hombre de la huerta ha respetado en una milenaria institución que ha sobrevivido a todas las reformas legislativas siendo siempre apreciada por su singularidad y perfecto funcionamiento constituyendo hoy, sin ninguna duda, uno de los bienes más preciados del acervo cultural valenciano.


Por su condición milenaria y por ser una de las tradiciones culturales más arraigadas a la sociedad, el Tribunal de las Aguas de Valencia ha sido declarado por la Unesco, en Abu Dhabi, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Las Fuentes Tamáricas - Velilla Del Rio Carrion

En el suroeste reinaban los cántabros tamáricos, de la región de Tamárica o Camárica. Esta zona se localiza entre el noroeste palentino y el noreste leonés. Son muy pocas las cosas conocidas de este lugar y época, pues los historiadores romanos se negaron a transcribir las ricas leyendas, tradiciones y topónimos cántabros, escudados muchas veces en lo cacofónico que les resultaba el idioma hablado por aquellas gentes. La capital de la Tamárica es un lugar nunca encontrado, pero que se suele asociar al valle del Carrión, entre la Villa de Guardo y Velilla del Río Carrión, en la porción occidental de la Montaña Palentina. Era precisamente al norte de la Tamárica, donde Plinio el Viejo nos relató un fenómeno natural muy curioso:


'...Las Fuentes Tamáricas en Cantabria sirven de augurio. Son tres, a la distancia de ocho pies. Se juntan en un solo lecho, llevando cada una gran caudal. Suelen estar en seco durante doce días y, a veces, hasta veinte, sin dejar ninguna señal de agua, mientras que otra fuente contigua sigue manando sin interrupción y en abundancia. Es de mal agüero intentar verlas cuando no corren, como le sucedió poco ha al legado Larcio Licinio, quien, después de su pretura, fue a verlas cuando no corrían, y murió a los siete días...'


Durante muchos siglos, después del Imperio, se buscó la localización de estas fuentes, sin lograr nunca un resultado positivo. Hubo que esperar al siglo XVIII, momento en el que entra en escena en erudito P. Enrique Flórez, quien las situó a doce leguas al oriente de León, al lado de la Ermita de San Juan de las Fuente Divinas, Velilla del Río Carrión. En época de Flórez, no quedaba más resto que un arco semienterrado en la tierra, presumiblemente de origen romano, y una serie de surgencias de agua a modo de fuentes. Las Fuentes Tamáricas se intentaron localizar en multitud de lugares, desde La Rioja a Vitoria, pasando por Asturias y León. Pero no hay ninguna otra fuente en el norte de España que coincida con el extraño comportamiento descrito por Plinio el Viejo.


Los únicos vestigios arqueologícos del lugar, anteriores a estas excavaciones eran, un ara romana y una inscripción funeraria, además de los cercanos restos de dos acueductos para la minería del oro, conocidos hoy como Camino de los moros y Camino Griego, esculpidos por los menesterosos romanos en la roca de las montañas cercanas. Las fuentes y la ermita cercana se encuentran en la entrada sur de Velilla, en un amplio prado del paraje conocido como La Serna, vigiladas de cerca por las dos inmensas moles pétreas de Peña Mayor y Peña Lugar.

El origen de Noia (La Coruña)

En la provincia de la Coruña, al pie de las tranquilas aguas del río Tambre y de la ría de Arosa, rodeada por los montes de Barbanza y majestuosamente asentada en un llano, se encuentra la entrañable villa de Noya, una de las pocas poblaciones de Galicia que todavía conserva su aspecto antiguo y sus viejas tradiciones.


Es difícil encontrar entre todas las aldeas y pueblos gallegos, una en la que no existan los más diversos mitos típicos del folklore y la cultura popular: desde la terrorífica Santa Compaña, un alma en pena condenada a vagar por los caminos, o los pálidos Mouros, traviesos duendes que habitan los castros, etc., pero entre ellas, en Noya es particularmente conocida una curiosa leyenda, en la cual se atribuye su fundación al patriarca Noé.


Desde siempre se ha considerado que los descendientes de Noé y su hijo Jafet ocuparon una zona geográfica comprendida entre el mar Negro y la Península Ibérica. Transcurridos 84 años después del Diluvio Universal, Thúbal, nieto de Noé tiene una hija llamada Noela que a su vez se casa con su propio hermano Galo Gafeto. Ambos deciden fundar una pequeña población en nombre del Patriarca, conocida como "Noia", en la cual el mismo Noé plantaría las primeras viñas.


Esta primera fundación está atribuida al desembarco de Noé, que según la singular tradición, el Arca se habría estancado en el monte de Barbanza o en el cercano monte Aro, ambos identificados con el bíblico Ararat, en cuyas cumbres según la Biblia se habría detenido Noé con su familia y los animales que llevaba.


Alrededor de ésta creencia popular nacería toda una tradición mitológica vinculando al Patriarca con la villa de Noya que se iría conservando con el paso de los años, siendo llevada a documentos oficiales y quedando incluso gravada en el escudo de la ciudad.


Este escudo tan peculiar, que sigue estando presente en muchas paredes del pueblo, así como en la puerta del Ayuntamiento o en cada una de las Iglesias, representa el Arca flotando sobre las aguas, y en lo alto una paloma portando sobre su pico el ramo de olivo que Noé habría enviado para averiguar el momento en que las aguas del diluvio comenzaron a descender de nivel.


Aunque se ignora exactamente el momento de su adopción oficial, el documento más antiguo que se ha encontrado representando al Arca, han sido unos sellos en tinta datados de 1586, deduciéndose que se usaba tal sello como oficial de las armas de la villa y su jurisdicción, siendo usado desde entonces de manera ininterrumpida hasta nuestros días.


Además de este escudo, se ha encontrado otro indicio también curioso relacionando el pueblo coruñés con la historia bíblica del diluvio. Se trata de un folleto impreso por un escribano del Ayuntamiento hacia el año 1800 en el cual se expone la fundación de la villa de Noya, manifestando que habría aparecido una lápida en la localidad, cuya traducción vendría a ser:


"En nombre de Dios. Amén. NOELA dedica a su hermano y marido GALO GAFETO rey de Finisterre esta memoria a honra de su segundo abuelo NOE y a este pueblo que para su descanso formaron en fin del río Tambar frente a la isla Cuerva Marina. Su señal sea el arca con que Dios defendió a su generación. Su nombre el de su hija NOBIN y el del Reino el de su Rey que descansa en paz."


Con este grabado se ha deducido que el río Tambar no es otro que el actual Tambre, y que Noela y su marido Galo habrían fundado la villa en memoria de su abuelo Noé.


Si bien el río Tambre y el monte Aro presentan una curiosa similitud con los bíblicos Ararat y Tambar, existen además en Noya y sus alrededores otros lugares cuyos nombres están relacionados con el Arca y el diluvio. Por un lado, el pueblo de "A Barquiña" (La Barquita), la "Peña del Arca", o un dolmen situado en el monte de Barbanza conocido como "El Arca de Barbanza".


(por Pili Abeijón)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

La Reina Loba - Figueirós (Orense)

En Galicia se habla mucho de la reina Loba- pero nadie sabe exactamente quién fue. Ni exacta ni aproximadamente. Sólo se sabe que vivió hace muchísimo tiempo. Se habla de ella acá y allá, un poco en todas partes, y la historia que se cuenta es más o menos la misma.


El pueblo de Galicia, cuya estructura y temperametpo feudal se manifiesta en múltiples detalles apreciables para quien posea verdadero sentido histórico, no por eso se ha doblegado nunca a los abusos señoriales. Siempre tuvo la tendencia a rebelarse contra los malos usos y contra las serventías injustificadas. La que llaman "revolución comunal" duró allí más que en ninguna parte, y los gallegos sostuvieron con sus señores largos pleitos, guerras y golpes de mano- Una historia de éstas es la de la reina Loba.


En el pueblo de Figueirós, no muy distante de Orense, dominaban las turbas de la reina Loba. Era ésta una mujer siniestra y terrible. (No deja de parecerse a otra reina que presenta Maeterlinck en La mort de Tintagiles.) Vivía en su castillo, huraña y soberbia, y era muy difícil llegar hasta ella.


Para su manutención y la de su corte, los súbditosfueron obligados a entregarle cada día una vaca y un carnero. Los vasallos se turnaban en
este servicio, correspondiendo hoy a una casa o fuego -hogar o familia-proporcionar las reses, y mañana a otra. Tal tributo era considerado como indebido y odiado por todos los súbditos de la Reina Loba porque los rebajaba a la condición de pecheros. Mas pasaron muchoa años pagándole religiosamente, sin resistencia ni protesta; se limitaban a la
murmuración en voz baja y a tragarse su ira, por temor a la reina que infundía en todos gran miedo, porque sus severas y crueles órdenes se
cumplían siempre en forma inexorable, sin que sirvieran de nada las súpilcas, las alegaciones ni la fuga. Las turbas de la reina Loba perseguían a los vasallos caídos en desgracia con un celo y un ensañamiento sin igual. De aquí el terror que la reina infundía.


Por fin le tocó el turno para empezar a contribuir para la mesa de la reina al pueblo de Figueirós. Pero los vecinos de este pueblo eran gente altiva y cuidadosa de sus derechos, que no estaba dispuesta a consentir en pagar como pecheros lo que no les correspondía. Por ello se pusieron de acuerdo y determinaron negarse al pago del tributo.


Mas su resolución no era suficiente, pues la reina Loba enviaría a sus hombres de armas, a sus sayones y sicarios, y las casas serían saqueadas; el pueblo, incendiado; los rebeldes, perseguidos a muerte; las mujeres y los niños serían pasados a cuchillo, y los hombres tendrían que defenderse en el bosque y acabar por ser muertos uno a uno, o rendidos por hambre, para sufrir suplicio infamante. Era preciso precaverse contra tan terrible suerte, y lo mejor era adelantarse, tomar la ofensiva, ir en seguida en contra de la reina, lo más pronto posible, para poder cogerla desprevenida.


En efecto, se armaron lo mejor que pudieron y marcharon contra el castillo de la reina Loba.


Fiada en el terror que inspiraba, la reina Loba no estaba preparada para la defensa. Los de Figueirós eran los primeros en atreverse con ella, y ella nunca hubiera contado con que tal cosa pudiera suceder.


El combate fue breve. Los de Figueirós asaltaron el castillo, se apoderaron de la persona de la reina Loba, le dieron muerte y arrojaron el cadáver desde lo alto de la muralla ante la multitud de gentes de otros pueblos que se habían agolpado al rumor de la hazaña.


Así terminó para siempre el odioso tributo, y los pueblos quedaron libres de la tiranía de aquella reina malvada.


Los vasallos de la reina Loba, agradecidos, compusieron esta copla, que todavía se repite en toda la comarca:


Mataste a reina Loba,
pueblo de Figueirós,
mataste a reina Loba,
fidalgo quedaste vos.


(según Vicente García de Diego en "Leyendas de España")

martes, 7 de septiembre de 2010

San Virila - Leire

Santo cuya fiesta se celebra el 3 de octubre, junto a la de San Francisco de Borja. Nacido en Tiermas (Zaragoza) en 870 y, si no se atiende a la leyenda que se cierne sobre su persona, debió morir en el Monasterio de Leire en 950.

Precisamente esta leyenda nos cuenta que cierto día primaveral, el abad Virila decidió dar un paseo por los bosques cercanos al monasterio, mientras meditaba sobre el gozo de la eternidad. En ello, un ruiseñor le distrajo hacia una fuente donde se quedó dormido. Al despertar, encontró el camino de vuelta al monasterio tras una larga búsqueda, pero quedó contrariado al ver que el tamaño de la iglesia y otras dependencias era mayor a las que él había abandonado esa tarde. Cuando entró en él, nadie supo reconocerlo ni él pudo identificar a ninguno de los monjes que ahora ocupaban Leire, así que decidieron buscar en el archivo del cenobio y descubrieron que se trataba del abad Virila, desaparecido en el bosque trescientos años antes.
Tras la expectación inicial, decidieron celebrar un Te Deum para dar gracias a Dios, en el que Éste habló al abad y le dijo: "Virila, tú has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son más perfectos."
 Un ruiseñor penetró en aquel momento en la iglesia portando un anillo en el pico y lo colocó en su dedo, por lo que volvió a ser abad de Leire hasta que Dios quiso que viera la eternidad que tanto le había intrigado.
(Guía de leyendas españolas de Juan G. Atienza)

El cantero y el oso de Arbás

La leyenda se centra en la época en que se estaba construyendo el hospital de peregrinos. El emplazamiento elegido, en medio del puerto, exigía grandes esfuerzos por parte de los constructores, que tenían que acarrear las piedras desde lejanas canteras. Para facilitar su trabajo, habían dispuesto yuntas de bueyes que recogían la carga de piedras en el lugar donde se extraían y la transportaban hasta las inmediaciones de la obra, donde eran talladas y esculpidas.

De noche, los bueyes eran encerrados en apriscos un poco alejados del lugar donde dormía la cuadrilla de canteros.
Una noche, uno de ellos despertó sobresaltado al oír en la lejanía el doloroso mugido de un buey. Pensando que algún animal habría saltado al aprisco, corrió y llegó a él con el tiempo justo de sorprender a un enorme oso que había atacado a uno de los bueyes y, después de matarlo, se disponía a comérselo. El cantero se abalanzó sobre el oso y luchó con él hasta vencerlo.
Una vez probada su superioridad sobre la fiera, se sintió generoso y en lugar de darle muerte tomó el yugo y unció parejos al oso y al otro buey que quedaba de la yunta. Hasta que se concluyó la obra, el oso y el buey condujeron juntos sus cargas correspondientes de piedras desde la cantera a la obra.

El Trasgu

El Trasgu es un duende o gnomo de figura diminuta y simpática, viste blusa de bayeta colorada y gorro del mismo color.

Es duende casero, penetra en las casas cuando el fuego está encendido. Normalmente se preocupa de hacer las labores domésticas y trabaja colocando todo en su sitio, pero si está de mal humor, rompe los cacharros, esconde objetos, revuelve la ropa y da voces y gritos espantando al ganado.
Cuando por sus continuas travesuras, quieren deshacerse de él, y ya que presume de tenerlo todo muy ordenado y limpio (cuando está de buen humor), le extienden por el suelo linaza o mijo y se lo mandan recojer - el Trasgu tiene la mano con un agujero-, también le mandan blanquear la pelleja de un carnero negro, o traer un cesto lleno de agua, cosas imposibles de realizar por él.
El Trasgu, picado en su amor propio abandona la casa para no volver. conocido en todo el mundo (duendes, gnomos, pucks, ...), es pequeño, enano, de no más de 80 cm de estatura, tiene la piel negra u oscura, las piernas torcidas, con grandes uñas en las manos, la boca descomunal, la nariz aplastada, los ojos brillantes y pequeños, cuernos y rabo; es muy delgado y cojo, pero aun así se mueve con rapidez asombrosa y suele dar asombrosos saltos, su rostro tiene casi siempre una expresión burlona, a no ser que se le moleste y enfade; suele vestir con gorra y blusón coloradas, también tiene un agujero en la palma de su mano izquierda
Perteneciente a la clase de duendes domésticos, se puede comportar de forma contradictoria, unas veces ayudando a los habitantes de la casa en la que habita, colaborando en las tareas del hogar y otras veces, tirando, ensuciando, ocultando las cosas y comiendo glotonamente lo que encuentra en la cocina.
Puede pasar de un estadio a otro sin ninguna razón aparente; su presencia llega a ser muy molesta, tanto que algunos, para deshacerse de él se mudan de casa, pero él les sigue y dice:
"ya que todos vais de casa mudada, también vengo yo con la mi gorra encarnada"

miércoles, 25 de agosto de 2010

La Puerta del sueño - Granada


En Granada mora existía un rey anciano llamado Aben Habuz.


Durante toda su vida fue un valiente guerrero y obtuvo suculentos tesoros, pero con la vejez, también se le calmó su ansiedad por nuevas riquezas, así se dedicó a custodiar su tesoro de los jóvenes guerreros Cristianos. Temía perder sus riquezas. Un buen día llegó un mago árabe llamado Ibrahim que venía de Egipto, conocía todos los secretos de la ciencia (incluido el de la vida eterna) porque poseía el "libro de la sabiduría" que había dado Dios a Adán al echarlo del paraiso. El se ofreció a hacer un invento con el cual conocer cuando le iban a atacar. Ibrahim creó un curioso tablero de ajedrez donde se encontraba un jinete con una lanza, cuando apuntaba a algún sitio significaba que se acercaba un ejercito por ahí, y entonces en el
tablero aparecían unas figuras de ajedrez, era la imagen del enemigo.


El mago invitó al rey para que derribase las figuras y así mataría al ejercito enemigo. Por este trabajo, Ibrahim pidió que se acomodase una cueva de la montaña con lujos y con bailarinas que lo animasen mientras estudiese las ciencias, gastando la mitad de la fortuna del rey. Aben Habuz aceptó y disfruto con el juego de ajedrez matando enemigos.
Un buen día el jinete del ajedrez apuntó a un valle, pero no aparecieron figuras de ajedrez en el tablero. ¿Venía algún enemigo?. Mandó su ejército allá, y recogió una dulce cristiana con una lira de plata. Ibrahim quiso poseerla, pero Aben Habuz la quiso para si, pues estaba enamorado de su juvenil belleza. Ella no deseaba a ninguno de los dos viejos, pero se quedó en el reino de Aben Habuz. El rey moro, empezó a gastarse todos los tesoros que le quedaban en ella, pero cuando la quería poseer, la cristiana empezaba a tocar su lira y el se dormía dulcemente. Sus súbditos se sublevaron, pues no podían consentir que su rey se gastase su fortuna en ella y no parase de dormir.

Aben Habuz pudo contener la sublevación, pero pidió al mago que hiciese algo para evitar esto, pues quería vivir en tranquilidad con la joven. Ibrahim le propuso que construiría para él un paraíso que no fuese visible desde fuera y al que no se pudiese entrar de no quererlo el que viva allí. Aben Habuz fascinado le dijo que si que quería. Tardó tres días en construirlo en una montaña de Granada, y puso una puerta grande con una mano y una llave.

A cambio, Aben Habuz le entregaría el primer animal y su carga que entrase por esa puerta. Al tercer día fueron Ibrahim, Aben Habuz y la joven cristiana cada uno en un caballo. Se pararon los tres a observar la puerta, y el corcel de la joven echó a andar y cruzó la puerta. Ibrahim dijo que la cristiana le pertenecía, Aben Habuz se negó, pero Ibrahim entró con su caballo y cerró la puerta. Se dice que desde entonces todo el que se queda un poco de tiempo en esa puerta oye la lira de la cristiana y se adormece como el rey moro.


Hoy en día, en ese monte, se encuentra la Alhambra y allí se puede encontrar la puerta con la mano y la llave, esperando que alguien la abra antes de caer dormido.

La Fuente de la Gallina - Alar del Rey (Palencia)


Existió una vez un señor feudal que obligaba a sus súbditos a pagar una gallina por poder beber agua de una fuente, un tributo muy caro para aquella época. Ocurrió en una ocasión que la fuente se secó. Entonces, los vecinos dejaron de beber el agua y también de pagar la gallina. El señor había perdido así un tributo importante. En su mesa faltaban las gallinas que cobraba y los ricos caldos con "sustancia" que con ellas le preparaban, no le salían como antes.



No podía conformarse con la situación y exigía el tributo de todas maneras. "No pagaremos si la fuente está seca", decían. Pero el insistía: "Yo no tengo la culpa de que se haya secado", decían como herido en su orgullo de persona superior.


Pero era inútil. Las gentes sencillas no pagaban a pesar de castigos y amenazas. El Señor pensaba que, tarde o temprano, de todos modos la fuente volvería a manar. Como muy tarde, a la llegada de las lluvias y nieves del invierno.


Pero fue pasando el invierno y también la primavera. La fuente seguía sin manar. Pasó todo el año y lo mismo. El egoísta y avaro señor se desesperaba. "Deben de haber hecho algo", pensó. Y puso vigilantes al lado de la fuente. Investigó también los alrededores por ver si habían desviado el curso del agua, pero no encontró nada.


La gente humilde bebía agua de otras fuentes y seguían usando la del Pisuerga para lavar. Y aunque no bebían de aquel buen manantial que, tradicionalmente, siempre habían usado, en el fondo se alegraban de la desesperación del señor feudal que durante años y desde antiguo, les obligaba con impuestos., injustos las más de las veces.


Pasaron los años y la fuente siguió seca, hasta que un buen día el señor feudal murió. Hubo honras fúnebres y sonaron las campanas. El tirano había desaparecido.


Y, ese mismo día, alguien apareció gritando: "La fuente mana. La Fuente de la Gallina ha vuelto a dar agua". Todos se dirigieron al lugar. La fuente había vuelto a manar. El agua salía más rica que antes. Todos iban a beber y decían: "¡milagro!". La fuente había estado esperando a que desapareciera el maldito impuesto para volver a sonreír con el leve rumor del correr del agua.

Laguna de Anna

Cuentan las gentes de la comarca que hace ya siglos, uno de los primeros condes de Cervelló, que era el señor de Anna, había organizado una cacería por los alrededores de la laguna. Al parecer, el conde se apartó de sus compañeros de caza seguido de un criado, cuando iba en persecución de la pieza. Pocos días antes había llovido y, de pronto, se encontraron ambos frente a un desprendimiento de tierras que había puesto al descubierto la entrada de una caverna que parecía artificial.

Sorprendidos por el hallazgo, el conde y su criado se olvidaron de la pieza que perseguían y se asomaron a la boca del hipogeo. Parecía cuidadosamente labrado y, sin duda, estaba destinado para un fin. Ayudándose con la luz de una antorcha, ambos penetraron en la caverna y, al poco trecho, se encontraron con un espectáculo insospechado: toda una red de canales y compuertas ingeniosamente concebidas hacía que el gran caudal de agua que llegaba desde las profundidades de la tierra, llegado a un determinado punto, comenzase a distribuirse sabiamente y sin la ayuda de nadie, organizándose solo en una infinidad de regueros perfectamente construidos que penetraban de nuevo en los agujeros de la cueva para ir a parar a las múltiples fuentes y manantiales que brotan por toda la comarca. La sabia concepción de aquella red de distribución de aguas hacía que, con la única medida del caudal que brotaba del fondo, se pusieran en funcionamiento las compuertas que actuaban a modo de válvulas, haciendo que en ningún momento faltase el agua en ninguna de las acequias y distribuyendo su curso de tal modo que, periódicamente, se viera favorecida una u otra de las fuentes.

El conde se dio cuenta de la enorme sabiduría de quienes, en tiempos pasados, fueron capaces de idear aquel ingenio, así como de la razón que seguramente tuvieron para esconderlo y mantenerlo secreto a los ojos de los campesinos. Así se evitarían sus envidias y cada uno de ellos atribuiría a la Providencia el caudal de agua que recibiera, sin que jamás se le ocurriera envidiar a su vecino cuando tenía más suerte que él. De este modo, juramentándose con su criado a seguir manteniendo aquel secreto, se apresuraron a tapar con piedras la boca de la cueva y a sembrar jaras frente a las piedras, de modo que pareciera que aquello no ocultaba la cárcava que realmente se encontraba detrás.

Con los años, el conde murió y el criado no supo mantener por más tiempo el secreto, pero era ya muy viejo y olvidó el lugar donde hicieron el descubrimiento.

De modo que, desde entonces, los campesinos de Anna saben que sabios antepasados organizaron para ellos la distribución de su tesoro, pero tienen conciencia de que más vale ignorar cómo lo hicieron, para evitar las envidias y los pleitos que tan a menudo tienen sus vecinos de la Huerta, que tienen que recurrir constantemente a( juicio imparcial del Tribunal de las Aguas.


(Guía de leyendas españolas de Juan G. Atienza)

lunes, 26 de julio de 2010

El Negre Lloma - Alicante


Este personaje vivió en la ciudad de Alicante, en el primer tercio del siglo pasado, concretamente desde 1914 hasta 1936. Era un simpático y llamativo vagabundo llamado John Back o John Bull y que era popularmente conocido como el “negre lloma”. Parecer ser que trabajaba en las cocinas de un buque petrolero llamado Tiflis que en 1914 se incendió en el puerto de Alicante y mientras toda la tripulación fue repatriada, él se quedó en la ciudad y se convirtió con el tiempo en un “personaje” de la vida alicantina. No se le conocía trabajo, vestía ropa que le daba la gente y comía de la caridad, se le solía ver por la explanada y cercanías, siempre con los zapatos colgados alrededor de cuello, entregado al doce far niente.

Era tanta su “actividad” que popularmente se solía decir “eres más gandul que el negre lloma” Casi siempre iba borracho y piropeaba a las mujeres, que le eludían dándole alguna hogaza de pan o morcillas. Fernando Gil Sánchez, en su libro “Alicante una ciudad en el recuerdo”, decía lo siguiente: “Le llamábamos el negre lloma sin saber porque, ni cuando le pusieron el grotesco nombre. Apareció por las calles de Alicante como un circo de un solo actor aplaudiéndose a si mismo con sus grandes manos, desgastadas y palmiblancas. Con sus zapatones gigantes, rotos y desgastados. Con su raído costal de pita, al hombro. Con su figura monumental, mas enorme por su negror. Con su sonrisa de lengua roja y dientes blanquísimos. Con su cabeza de anillado cabello, sucio y blanco de tierras. Con sus ademanes y movimientos cadenciosos como pasos de baile, como mágicos ritmos. Con sus pantalones guangos y su chaqueta siempre desabotonada y aleante. Con su botella de gasolina de la que tomaba sorbos, asombrándonos lanzando un violento chorro sobre un algodón en llamas para apagarlo después dentro de su boca”. El mismo autor, aventura que el busto del negre lloma es la silueta que, coronada de laureles aparece en el escudo del equipo de fútbol, el “Hércules”

Pero no acaba aquí la historia de este personaje, hay una segunda parte y que puede ser una de las primeras leyendas urbanas de nuestra ciudad. Apareció muerto de hambre, frió o alcoholismo a las afueras de nuestra ciudad, en una cuneta de Vistahermosa, la madrugada del 20 de Noviembre de 1936, casi al mismo tiempo que era fusilado el fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera en el otro lado de la ciudad. Quiso el azar que los restos de los fusilados aquel día y los de nuestro “negre lloma” se mezclaran en la fosa común.

Acabada la guerra, los mandos falangistas viajaron a Alicante a exhumar los restos de su líder, para darle sepultura digna Y aquí empieza la leyenda, pues aunque las crónicas del momento dicen que los restos de José Antonio fueron perfectamente identificados, por lo bajini (no eran tiempos de hablar ciertas cosas en alta voz) se decía que los restos que cinco mil falangistas llevaron a hombros hasta Madrid, no eran otro que los del pobre cocinero del petrolero Tiflis, así que nuestro negre lloma después de su azarosa y vagabunda vida reposa en el fabuloso del Valle de los Caídos. Leyenda, realidad... Verdad, mentira...

domingo, 25 de julio de 2010

La Era de Escorca


En Escorca, por el camino de Lluc, ábrese una sima en la que de noche se escuchan cantos infernales, trote de caballos, motos de mujer y repique de cascabeles.

En otro tiempo había en este mismo lugar una era. Cuando llegaba el mes de agosto reuníanse allí los trilladores y trabajaban entre gritos, cantos y risas.

Un domingo, por la tarde, en la era se trillaba, sin respetar el día del Señor. Mientras los caballos daban vueltas y más vueltas, haciendo sonar sus cascabeles, los payeses cantaban y decían a las mujeres bromas soeces. Éstas gritaban y reían, armando entre todos un guirigay espantoso.

De pronto se oyó por el camino de Lluc el vibrante sonido de una campanilla. Era un sacerdote que llevaba a un enfermo el Santo Viático. Los payeses continuaron su algazara, sin hacer caso de la divina presencia.

El sacerdote, horrorizado por tal profanación, se detuvo un momento sin atreverse a pasar por delante de aquella gente tan irrespetuosa. De repente se oyó un gran estrépito; la tierra se abrió y sepultó en su seno a cuantos en la era había.

Desde entonces siguen trillando sin parar los payeses, cantando; riendo y gritando eternamente, como en aquella tarde del domingo.

martes, 6 de julio de 2010

La Laguna de Curavacas (Vidrieros)


La leyenda palentina cuenta la historia de dos amantes que huyen. Un moro que, prófugo de las luchas de Reconquista, quiere volver a su tierra. Ella es una cristiana que le sigue ciegamente, ella ha renunciado a su casa y a su familia, y está dispuesta a renunciar también a su religión

Los dos amantes han emprendido un largo camino. Se dirigen hacia costa y deben atravesar las escarpadas cumbres del norte palentino pasar cerca del Curavacas ven el hermoso lago. La quietud de sus aguas y su transparencia cristalina les sorprenden. El azul del cielo y las cumbres cortadas del Curavacas se reflejan en la superficie. El paisaje es ensoñador y se detienen a descansar un instante.

La doncella no puede por menos que inclinarse sobre las aguas para contemplar su belleza, ve reflejado su rostro y el del musulmán que la sigue. Entonces, de repente, una nube blanca parece salir del centro del pozo y se coloca sobre la superficie. Las aguas empiezan a oscurecerse y agitarse, el lago parece rugir embravecido. Todo ha sido repente Paralizados por la sorpresa no son capaces de alejarse. Una colosal serpiente surge entonces de lo más profundo y amenaza con tragarlos; a la vez que un ruido como de oleaje de mar enfurecido rodea toda la escena,

EI agua empieza a crecer y los va rodeando. Parece formarse un barro cenagoso. La joven, inmóvil hasta entonces, resbala y las aguas la arrastran hacia dentro. De lo mas profundo aparece la monstruosa serpiente saltando con furia.

El ruido se hace ensordecedor a la vez que el moro intenta desesperadamente salvarla. En Vidrieros y en todo el valle de Pineda se oyen sus gritos. Pero sus esfuerzos son vanos. Las aguas engullen el cuerpo mientras la serpiente se sumerge en el abismo. Todo ha sucedido rápidamente. Pasado el episodio, lentamente cambia la escena y vuelve la quietud anterior.

El moro llora postrado a la orilla del lago y durante horas repasa su vida, El trágico suceso le hace comprender que todo ha sido un castigo a la fe de la doncella que estaba dispuesta a renunciar a sus creencias cristianas por seguirle, Inicia, entonces, un largo camino: el del arrepentimiento por sus pecados y el de la meditación interior sobre la fe cristiana que había empezado a conocer de boca de su amante.

Poco tiempo después es bautizado y decide dedicar el resto de su vida a la penitencia, por lo que se retira a una cueva para vivir como anacoreta. No mucho después, muere sin dejar de pensar en el trágico fin de su compañera que reposa en el fondo del pozo.

Dicese que, desde entonces, en las más crudas noches de invierno se oye bramar al misterioso lago, a la vez que sus aguas se oscurecen, se agitan y el horrible abismo escupe las entrañas de los desgraciados allí ahogados. También se dice que está comunicado con el mar y que cuando hay allí tormenta, la horrible serpiente del fondo aparece nuevamente, como si desease capturar otra víctima y arrastrarla con ella a las profundidades marinas donde vive.

Ni en los Cardaños ni en Vidrieros hay nadie que desconozca esta leyenda. Porque todos saben del temible influjo del pozo Curavacas.

Laurenlino Ruesga Herreros : "Las Leyendas del lago Curavacas" en Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses n" 68

El nombre de Alicante


Esta leyenda, que explica el nombre de Alicante (o sea, de por qué Alicante se llama "Alicante" y no de otra forma) nos viene dado en forma de historia de amor..si, esa clase de amores imposibles en los que normalmente los dos suelen morir por no poder reflejar su amor...y en este caso Cántara y Aly, amantes desgraciados donde los haya, tuvieron el tardío consuelo de ver fundidos sus nombres para dar denominación al lugar que fue testigo de su amor imposible.
Cántara era una musulmana hija del Califa de la ciudad (la actual Alicante), y además de su posición social, tenía a su favor su belleza sobrehumana, por lo que no fue extraño que dos jóvenes musulmanes se enamoraran locamente de ella. El Califa decidió que uno de ellos será un buen marido para su hija, pero...¿cual de ellos?

El Califa, ante el gran dilema que tenía, tomó una decisión salomónica; los pretendientes deberían llevar a cabo una tarea concreta, y Alá decidiría. Por tanto, Almanzor (el otro pretendiente) y Aly se pusieron manos a la obra. Almanzor decidió ir a las Indias a traer raras especias a su amada, mientras Aly se comprometió ante el Califa a cavar una acequia y poder traer agua a Alicante desde Tibi.

Dicen las crónicas que mientras Almanzor iba rápidamente con sus barcos a las Indias a traer especias, Aly no se tomó tan en serio su trabajo..se dedicó más a escribir poesías a su amada e ir hablando excelencias y diciendo que la amaba por todo el mundo...Cántara se enamoró de él locamente, sin esperar siquiera ver finalizada su tarea y la de Almanzor...la elección ya estaba hecha...

Pero un dia llegó Almanzor con sus barcos cargados de especias, y el Califa, que era hombre de palabra, le concedió la mano de su hija. Aly, desesperado, se tiró al vacío por un barranco (se dice que sobre ese lugar se construyó algunos siglos después el Pantano de Tibi). Cántara, desesperada tambíen, decidió seguir los pasos de su amor, y se tiró al mar desde el risco de San Julián, que desde estonces vino a llamarse "el salt de la reina mora" (el salto de la reina mora)

Dicen que el Califa murió de tristeza, y que, sorprendentemente, su efigie apareció grabada en el monte Benacantil.

Cuenta la leyenda que la corte, impresionada por los hechos, decidió llamar a la ciudad "Alicántara", de donde viene el nombre actual "Alicante".

La campana Honorata - Barcelona


A finales del siglo XIV se fabricó en Barcelona, pagada por sus ciudadanos, una campana para la Catedral. Se la llamó Honorata. El 28 de noviembre de 1393 tocó las horas por primera vez.

Honorata sufrió los efectos de los bombardeos durante el sitio de 1714 quedando gravemente dañada. Felipe V la mandó destruir en 1716 en castigo por haber tocado a rebato o somatén en todos los levantamientos de la ciudad.

La nueva Honorata se fundió cuidadosamente a mediados del siglo XIX. Pesaba tanto que fueron precisas treinta parejas de bueyes, con cuya ayuda lograron hacerla ascender hasta el nivel de los ventanales altos del campanario, sin conseguir que llegara al sitio a que estaba destinada. Por fin, alguien aconsejó que mojaran las cuerdas ya que el cáñamo humedecido se encoge. Así lo hicieron y la campana quedó colocada en su puesto.

Honorata marca hoy en dia los cuartos, mientras que la Eulàlia marca las horas.