viernes, 15 de noviembre de 2013

El tío Nel-lo de Can Tunis


Josep Martí i Susany, conocido por tio 
Nel·lo, está considerado el último pescador de la playa de Can Tunis de Barcelona. Había nacido en 1892 en la playa de Hospitalet, la zona del río Llobregat más cercana a la playa en la que sus padres se habían establecido hacia 1875.
En 1949 fué protagonista de un episodio de resistencia a la construcción de la Zona Franca. No hay muchos datos acerca de cuantos pescadores faenaban en la zona por esa época. Tres años antes eran cerca de 200 pero el número había ido en retroceso desde que se iniciaron las obras del puerto y cambió el paisaje y empezó a escasear la pesca.
La resistencia del tío Nel-lo tuvo su punto álgido cuando el consorcio de la Zona Franca le exigió que abandonase su vivienda y él se negó.
El día señalado se presentó el oficial del juzgado acompañado de la guardia civil y de un camión para trasladar los enseres del pescador. Para entonces la noticia ya había circulado por el barrio y ante la casa se aglomeraron las mujeres del barrio y hasta los párrocos de la iglesia.
“Puesto en manos del juez, cuando llegó por parte judicial la orden traída por el oficial del juzgado acompañado de la guardia civil y un camión para hacer el traslado de muebles, ya había pasado por el barrio el rumor de que aquel día se presentarían.
La guardia civil les ordenó que se fueran y amenazó con abrir fuego. Los curas y las mujeres se postraron de rodillas y empezaron a rezar.  Mossén Josep Ricard empezó a hacer gestiones y fue pasando el tiempo hasta que se hizo de noche. Existe una ley que dice que no se puede deshauciar a nadie de noche por lo que la expulsión no se consumó, por lo menos en esa ocasión.
 

 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Los libros de Enrique de Villena

Un hecho que nada tiene que ver con el espíritu de la Institución piadosa de Santo Domingo el Real, se consumó en los claustros del convento, por orden de la potestad eclesiástica, con desagrado y resistencia de las monjas. El hecho que dio mucho que hablar y que horrorizó á los hombres de letras, fué, que por mano de D. Lope de Barrientes, obispo de Cuenca y fraile de Santo Domingo, se quemaron una mañana, de orden de don Juan II, en los claustros de este monasterio, todos los libros y escritos d e D. Enrique de Villena, a quien por sus grandes conocimientos científicos, tacharon de mágico y hechicero, y de quien, con este motivó, escribió el insigne poeta Juan de Mena una larga composición, que concluye de esta manera:

«¡Oh ínclito sabio autor muy sciente
«Otra y aun otra vegada te lloro,
«Porque Castilla perdió tal tesoro
»No conoscido delante de gente.
«Perdió los tus libros sin ser conoscidos
«Y como en exequias te fueron ya luego,
»Unos metidos al ávido fuego,
«Y otros sin orden no bien repartidos.»

El hecho fué deplorable, y no me extraña que de todas partes se levantara un grito de protesta contra semejante auto de fe, perpetrado, no en el quemadero público, cara á cara, sino en la sombra, en el interior de un Cenobio de santas mujeres, grandemente simpático a todas las clases sociales de Madrid.
¿Pero qué culpa podría atribuirse en todo esto á las monjas dominicas? Ninguna ciertamente , porque el auto de la quema recayó sin su conocimiento, y los claustros fueron secuestrados, a viva fuerza, para que la hoguera del fanatismo pudiera encenderse de ocultis.

viernes, 8 de noviembre de 2013

L'ou com balla

Barcelona es el único lugar del mundo donde se hace bailar un huevo.
 L’ou com balla (Como baila el huevo) es una costumbre que consiste en lograr que un huevo baile. Se coloca un huevo sobre un surtidor y al salir el agua lo eleva, lo hace girar y girar de tal manera que parece que baile.
El huevo se hace bailar solo una vez al año, durante el día de Corpus Christi y en diferentes surtidores de claustros, patios y jardines de Barcelona. El más famoso es el de la fuente del claustro de la Catedral de Barcelona. Tiene un pequeño truco, se hace un pequeño orificio por donde se vacía su contenido, luego se tapa con cera blanca y ya se puede colocar en lo alto del chorro de agua de una fuente, que este empezara a voltear sin parar ni caer. Realmente estamos presenciando una demostración del principio de Bernoulli, que explica a la perfección la estabilidad del huevo sobre el chorro de agua.
Es una de las diferentes fiestas que se celebran en Barcelona y que datan del siglo XVI o XVII, por lo tanto una de las más antiguas.
Esta tradición tiene un origen discutido y que se interpreta de diferentes formas. Hay quien dice que es una metáfora del ciclo de la vida, hay quien la asocia con el cuerpo de Cristo, algunos como una tradición llegada de Austria por los exiliados de la Guerra de Sucesión y otros como un mero juego de entretenimiento de la Edad Media, que probablemente, por simple, sea la más acertada.
Y si finaliza esta festividad sin que el huevo se caiga, esto significará buena suerte y prosperidad hasta el próximo Corpus.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El Paseo del Cid

En la cima de un monte que parece partido en dos por un rayo divino se encuentra el monasterio de Fresdeval. Junto a él hay una amplia meseta que termina en una especie de mirador, colgado sobre el abismo. Y desde él puede distinguirse en la lejanía –si no hay niebla- buena parte de la ancha Castilla con las tierras de Burgos en primer término. Pues son muchos los nacidos en aquel lugar que dicen haber presenciado un extraño prodigio la noche del Día de Difuntos.
Cuentan –y no han dejado de contar durante generaciones- que esa noche, en que los muertos gozan del favor concedido por Dios de visitar a las personas que quisieron o volver a los lugares que más amaron en vida, se aparece un misterioso jinete cabalgando sobre la meseta.
Va vestido por completo con cota de malla y un yelmo en forma de águila remata su cabeza. En el brazo izquierdo lleva un escudo negro y en el derecho una espada resplandeciente que atrae los rayos de la luz de la luna.
Después de cabalgar sobre su caballo blanco hasta el borde del precipicio, el guerrero se asoma al mismo y parece contemplar toda la extensión de Castilla que puede alcanzar con su mirada. Luego, tira de las bridas de su corcel y se reúne con otros caballeros que, tras hacer chocar sus armaduras y espadas como preparándose para la batalla, le siguen por la ladera del monte abajo hasta que se pierden en un recodo del camino.
Los que tal cosa han visto están seguros de que este jinete no es otro que Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, montado sobre su caballo Babieca que fue enterrado junto a él y sus tres espadas en el monasterio benedictino de San Pedro de Cardeña.

(Extraído de "El Blog de Tere")