Almanzor muere tras su última expedición a San Millán de la Cogolla sin haber sido derrotado, pues los historiadores modernos coinciden en que la batalla de Calatañazor fue sólo una leyenda.
Sin embargo, Almanzor tras décadas de destrozar los reinos cristianos, les hizo el mayor favor posible: dejar herido de muerte el califato por los problemas sucesorios que generó su política interna.
Es por ello, que los últimos condes de Castilla, Sancho García (el de los buenos fueros) y García Sánchez gobiernan en el periodo en que el califato agoniza en medio de una guerra civil, por lo que la recuperación económica y social del Condado se acelera.
Pero Castilla, como condado, tiene sus años contados. García Sánchez, último conde de Castilla es asesinado en León en el año 1029 por lo que el Condado pasa al rey más poderoso de la época: Sancho el Mayor de Navarra, por su matrimonio con Mayor de Castilla o Munia, hermana del asesinado e hija del anterior conde, Sancho García.
Además, Sancho vence a Bermudo III, rey de León en 1037, unificando un vasto reino que ocupa casi el tercio septentrional de la Península, en una franja desigual que abarca desde el Atlántico hasta el corazón de los Pirineos.
El estatus de Castilla, como condado jurídicamente subordinado a León, va a expirar definitivamente, cuando Sancho el Mayor reparte sus posesiones entre sus hijos, asignando Castilla a Fernando, pero ya no en calidad de condado sino de reino. Por tanto, este monarca, que reinará como Fernando I, es el primer rey de Castilla.
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De todo un poco. Leyendas, tradiciones e historias curiosas de todas las regiones de España. Unas son verdad y otras no tanto.
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viernes, 10 de marzo de 2017
lunes, 25 de enero de 2016
El Concilio de Elvira
Las actas del Concilio de Elvira o, más precisamente Iliberris(Granada), ya que Elvira es el nombre árabe de la ciudad, constituyen un documento de excepcional importancia para el conocimiento de la sociedad hispanorromana de comienzos del siglo IV. El problema de la datación aún no ha sido resuelto, si bien prácticamente todos los estudiosos lo sitúan entre los últimos años del siglo III (295) y el 313 como fecha post quem, ya que muchos de los cánones de este Concilio influyeron considerablemente en el Concilio de Arlés del año 314 al que, por otra parte, asistieron algunos de los obispos participantes en el Concilio de Granada.
En el Concilio se hallaban presentes 19 obispos y 24 presbíteros, algunos de éstos acompañando a sus obispos y otros en representación de los mismos, si bien en el mismo Concilio se constata la existencia de comunidades regidas sólo por presbíteros e incluso por diáconos. En conjunto, las comunidades cristianas vinculadas al Concilio de Granada son 37. La mayoría de las comunidades pertenecen a la Betica y a la Cartaginense, lo cual se explica en razón de la proximidad y, principalmente, por la mayor cristianización de estas áreas. No obstante, están representadas las cinco provincias peninsulares, lo que en cierto modo le confiere un carácter nacional.
El estudio del contenido de sus cánones nos aporta una visión no sólo de la Iglesia, sino de la sociedad de la época en la que ésta se asienta. Hay una serie de aspectos claros que pueden deducirse de los cánones conciliares y que serán tratados a continuación. Aunque la Iglesia en esta época es aún plenamente urbana, se percibe cierta -aunque escasa- penetración en los medios rurales: en las regiones meridionales existen ya pequeños núcleos de población regidos por un presbítero y, en algún caso, por un diácono. No obstante, en el canon 77 se establece que si algún diácono rige una comunidad sin obispo o presbítero y celebra bautizos, un obispo deberá completar la acción con su bendición. Así, algunas de estas pequeñas comunidades aldeanas tendrían en cierto modo el carácter de comunidades filiales de la iglesia episcopal.
(Artehistoria)
En el Concilio se hallaban presentes 19 obispos y 24 presbíteros, algunos de éstos acompañando a sus obispos y otros en representación de los mismos, si bien en el mismo Concilio se constata la existencia de comunidades regidas sólo por presbíteros e incluso por diáconos. En conjunto, las comunidades cristianas vinculadas al Concilio de Granada son 37. La mayoría de las comunidades pertenecen a la Betica y a la Cartaginense, lo cual se explica en razón de la proximidad y, principalmente, por la mayor cristianización de estas áreas. No obstante, están representadas las cinco provincias peninsulares, lo que en cierto modo le confiere un carácter nacional.
El estudio del contenido de sus cánones nos aporta una visión no sólo de la Iglesia, sino de la sociedad de la época en la que ésta se asienta. Hay una serie de aspectos claros que pueden deducirse de los cánones conciliares y que serán tratados a continuación. Aunque la Iglesia en esta época es aún plenamente urbana, se percibe cierta -aunque escasa- penetración en los medios rurales: en las regiones meridionales existen ya pequeños núcleos de población regidos por un presbítero y, en algún caso, por un diácono. No obstante, en el canon 77 se establece que si algún diácono rige una comunidad sin obispo o presbítero y celebra bautizos, un obispo deberá completar la acción con su bendición. Así, algunas de estas pequeñas comunidades aldeanas tendrían en cierto modo el carácter de comunidades filiales de la iglesia episcopal.
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lunes, 4 de mayo de 2015
El Conde Fernán González
Durante el reinado de Ordoño I de Oviedo, y como consecuencia de la necesidad de reforzar las fronteras orientales frente a los musulmanes, nace el Condado de Castilla en el extremo este del Reino Astur. El primer conde de Castilla será Rodrigo (año 850) y desde entonces Castilla, un pequeño y difuso territorio situado en el norte de lo que hoy es la actual provincia de Burgos cobrará entidad propia, al principio como condado dependiente de Oviedo o León, más tarde como condado independiente aunque con reconocimiento (teórico) de la autoridad de León y por último como reino (a partir del reinado de Sancho Garcés III de Navarra)
Uno de aquellos legendarios condes castellanos altomedievales fue Fernán González, uno de los grandes personajes ligados al sentimiento patriótico castellano.
Si comparamos con objetividad a Fernán González con el mismísimo Cid Campeador, cuyas hazañas legendarias se han perpetuado en la memoria colectiva del pueblo, observamos que figura del Conde tiene aún mayor carácter castellano y fue más decisiva en la historia de Castilla que la del Campeador.
Y es que en el extenso periodo de tiempo que Fernán González gobernó Castilla, logró la independencia, de facto, del Condado, estableciendo el carácter hereditario de su gobierno y afirmando las bases para que, décadas más tarde, se constituyera en reino.
Fernán González nació probablemente en el castillo de Lara (Lara de los Infantes) en la Sierra de la Demanda burgalesa en una fecha indeterminada de los inicios del siglo X.
Fue hijo de Muniadona y Gonzalo Fernández, a su vez conde de Burgos y de Castilla, supuesto descendiente de Nuño Rasura, uno de los dos jueces de Castilla, y de Rodrigo, el primero de los condes de Castilla.
En el año 931, Fernán González aparece como Conde de Burgos, Castilla, Asturias de Santillana, Lara, Lantarón, Cerezo y Álava y es persona respetada e influyente en la corte de Ramiro II de León, puesto que en los enfrentamientos que se suceden durante la cuarta década del siglo X con los ejércitos cordobeses, Ramiro y Fernán González aparecen siempre combatiendo juntos.
El acontecimiento decisivo para su encumbramiento debió ser el apoyo que, de nuevo, las tropas del buen Conde prestaron al rey Ramiro en la famosa batalla de Simancas, que tuvo lugar en el año 939 y en el que un inmenso ejército musulmán intentó acabar definitivamente con los levantiscos reinos cristianos del norte, reuniendo un ejército formidable para la época.
La victoria cristiana en Simancas y días más tarde en un lugar impreciso de Guadalajara o Soria (jornada del barranco) fue tan rotunda que hasta el propio Califa Abderramán III estuvo cerca de perder la vida.
Este acontecimiento permitió a Fernán González extender inmediatamente su acción repobladora hasta la Cordillera Central (Sepúlveda y Riaza fueron repobladas en el año 940)
Poco después Fernán González se casa con Sancha, hermana del rey de Navarra García Sánchez lo que refuerza su poder y le permite acentuar su política autonomista.
Para bajar los humos al Conde, Ramiro II nombra a Assur Fernández conde de Monzón (con dominio sobre los territorios comprendidos entre el Cea y el Pisuerga, recién conquistados a los árabes) tapando la expansión de Fernán González por Tierra de Campos lo que provoca que éste se rebele y se enfrente al rey leonés.
Fernán González es encarcelado (944-945) en León y Assur Fernández es nombrado durante este periodo conde de Castilla.
Tras ese año en la cárcel, llega la reconciliación entre Ramiro y Fernán, posiblemente porque el empuje del califa cordobés exige aunar esfuerzos para combatirlo. De esta manera, Fernán González recupera el título de Conde Castilla y emparenta con el propio rey tras la boda entre su hija Urraca con el hijo de Ramiro, y heredero del trono de León, el futuro Ordoño III.
Los últimos años de vida del Fernán González están marcados por los desórdenes dinásticos de León, iniciados por los problemas sucesorios tras la muerte de Ramiro II y las luchas entre sus hijos Ordoño III y Sancho I, Durante estos años el conde castellano toma partido por uno o por otro bando en función de los enredados avatares políticos y de su propia conveniencia.
Fernán González muere en el año 970 en Burgos, dejando unas tierras autónomas, fortalecidas y acostumbradas a la vida de frontera y al combate. Tal fortaleza hará que unos pocos años después, cuando Almanzor toma las riendas del Califato y someta a los reinos cristianos a los más duros de los azotes guerreros, Castilla, aun sufriéndolos también, se vea menos afectada y entre en el siglo XI con buenas perspectivas para convertirse en un gran reino.
ArteHistoria
Uno de aquellos legendarios condes castellanos altomedievales fue Fernán González, uno de los grandes personajes ligados al sentimiento patriótico castellano.
Si comparamos con objetividad a Fernán González con el mismísimo Cid Campeador, cuyas hazañas legendarias se han perpetuado en la memoria colectiva del pueblo, observamos que figura del Conde tiene aún mayor carácter castellano y fue más decisiva en la historia de Castilla que la del Campeador.
Y es que en el extenso periodo de tiempo que Fernán González gobernó Castilla, logró la independencia, de facto, del Condado, estableciendo el carácter hereditario de su gobierno y afirmando las bases para que, décadas más tarde, se constituyera en reino.
Fernán González nació probablemente en el castillo de Lara (Lara de los Infantes) en la Sierra de la Demanda burgalesa en una fecha indeterminada de los inicios del siglo X.
Fue hijo de Muniadona y Gonzalo Fernández, a su vez conde de Burgos y de Castilla, supuesto descendiente de Nuño Rasura, uno de los dos jueces de Castilla, y de Rodrigo, el primero de los condes de Castilla.
En el año 931, Fernán González aparece como Conde de Burgos, Castilla, Asturias de Santillana, Lara, Lantarón, Cerezo y Álava y es persona respetada e influyente en la corte de Ramiro II de León, puesto que en los enfrentamientos que se suceden durante la cuarta década del siglo X con los ejércitos cordobeses, Ramiro y Fernán González aparecen siempre combatiendo juntos.
El acontecimiento decisivo para su encumbramiento debió ser el apoyo que, de nuevo, las tropas del buen Conde prestaron al rey Ramiro en la famosa batalla de Simancas, que tuvo lugar en el año 939 y en el que un inmenso ejército musulmán intentó acabar definitivamente con los levantiscos reinos cristianos del norte, reuniendo un ejército formidable para la época.
La victoria cristiana en Simancas y días más tarde en un lugar impreciso de Guadalajara o Soria (jornada del barranco) fue tan rotunda que hasta el propio Califa Abderramán III estuvo cerca de perder la vida.
Este acontecimiento permitió a Fernán González extender inmediatamente su acción repobladora hasta la Cordillera Central (Sepúlveda y Riaza fueron repobladas en el año 940)
Poco después Fernán González se casa con Sancha, hermana del rey de Navarra García Sánchez lo que refuerza su poder y le permite acentuar su política autonomista.
Para bajar los humos al Conde, Ramiro II nombra a Assur Fernández conde de Monzón (con dominio sobre los territorios comprendidos entre el Cea y el Pisuerga, recién conquistados a los árabes) tapando la expansión de Fernán González por Tierra de Campos lo que provoca que éste se rebele y se enfrente al rey leonés.
Fernán González es encarcelado (944-945) en León y Assur Fernández es nombrado durante este periodo conde de Castilla.
Tras ese año en la cárcel, llega la reconciliación entre Ramiro y Fernán, posiblemente porque el empuje del califa cordobés exige aunar esfuerzos para combatirlo. De esta manera, Fernán González recupera el título de Conde Castilla y emparenta con el propio rey tras la boda entre su hija Urraca con el hijo de Ramiro, y heredero del trono de León, el futuro Ordoño III.
Los últimos años de vida del Fernán González están marcados por los desórdenes dinásticos de León, iniciados por los problemas sucesorios tras la muerte de Ramiro II y las luchas entre sus hijos Ordoño III y Sancho I, Durante estos años el conde castellano toma partido por uno o por otro bando en función de los enredados avatares políticos y de su propia conveniencia.
Fernán González muere en el año 970 en Burgos, dejando unas tierras autónomas, fortalecidas y acostumbradas a la vida de frontera y al combate. Tal fortaleza hará que unos pocos años después, cuando Almanzor toma las riendas del Califato y someta a los reinos cristianos a los más duros de los azotes guerreros, Castilla, aun sufriéndolos también, se vea menos afectada y entre en el siglo XI con buenas perspectivas para convertirse en un gran reino.
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lunes, 22 de diciembre de 2014
Barcino, ciudad romana
La ciudad romana de Barcino es el precedente inmediato de la actual ciudad de Barcelona. Colonia romana, fue fundada durante el reinado del emperador Augusto(27 a.C.-14 d.C.) en la llanura litoral que comprenden el Besós y el Llobregrat.
El primitivo recinto fue edificado sobre una colina que se llamó Mons Taber. Para su construcción se siguieron las pautas urbanísticas romanas, es decir, planta rectangular extendida sobre dos ejes (decumanus y cardo maximus) que se encontraban en el foro. Este coincide actualmente con la ubicación de la plaza de Sant Jaume. Como modo de honrar a Augusto, emperador divinizado, sobre la colina se construyó un templo, del que hoy tan solo pueden apreciarse cuatro columnas dentro del Centre Excursioniste de Catalunya.
El papel estratégico de Barcino, punto de llegada de los grandes ejes norteño y mediterráneo, otorgó a la ciudad desde muy pronto un activo desarrollo comercial y económico. Sin duda, esto provocó un importante aumento de la población y la expansión de la pequeña ciudad original. Este proceso de crecimiento en tamaño e importancia se vio refrendado cuando, a principios del siglo IV y tras la primera invasión de francos y alamanes, Barcelona había relegado a Tarraco como capital de la provincia romana denominada Hispania Citerior. De esta época (fines del siglo III y comienzos del IV) aun son visibles los restos de la muralla.
El primitivo recinto fue edificado sobre una colina que se llamó Mons Taber. Para su construcción se siguieron las pautas urbanísticas romanas, es decir, planta rectangular extendida sobre dos ejes (decumanus y cardo maximus) que se encontraban en el foro. Este coincide actualmente con la ubicación de la plaza de Sant Jaume. Como modo de honrar a Augusto, emperador divinizado, sobre la colina se construyó un templo, del que hoy tan solo pueden apreciarse cuatro columnas dentro del Centre Excursioniste de Catalunya.
El papel estratégico de Barcino, punto de llegada de los grandes ejes norteño y mediterráneo, otorgó a la ciudad desde muy pronto un activo desarrollo comercial y económico. Sin duda, esto provocó un importante aumento de la población y la expansión de la pequeña ciudad original. Este proceso de crecimiento en tamaño e importancia se vio refrendado cuando, a principios del siglo IV y tras la primera invasión de francos y alamanes, Barcelona había relegado a Tarraco como capital de la provincia romana denominada Hispania Citerior. De esta época (fines del siglo III y comienzos del IV) aun son visibles los restos de la muralla.
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