jueves, 14 de noviembre de 2013

Los libros de Enrique de Villena

Un hecho que nada tiene que ver con el espíritu de la Institución piadosa de Santo Domingo el Real, se consumó en los claustros del convento, por orden de la potestad eclesiástica, con desagrado y resistencia de las monjas. El hecho que dio mucho que hablar y que horrorizó á los hombres de letras, fué, que por mano de D. Lope de Barrientes, obispo de Cuenca y fraile de Santo Domingo, se quemaron una mañana, de orden de don Juan II, en los claustros de este monasterio, todos los libros y escritos d e D. Enrique de Villena, a quien por sus grandes conocimientos científicos, tacharon de mágico y hechicero, y de quien, con este motivó, escribió el insigne poeta Juan de Mena una larga composición, que concluye de esta manera:

«¡Oh ínclito sabio autor muy sciente
«Otra y aun otra vegada te lloro,
«Porque Castilla perdió tal tesoro
»No conoscido delante de gente.
«Perdió los tus libros sin ser conoscidos
«Y como en exequias te fueron ya luego,
»Unos metidos al ávido fuego,
«Y otros sin orden no bien repartidos.»

El hecho fué deplorable, y no me extraña que de todas partes se levantara un grito de protesta contra semejante auto de fe, perpetrado, no en el quemadero público, cara á cara, sino en la sombra, en el interior de un Cenobio de santas mujeres, grandemente simpático a todas las clases sociales de Madrid.
¿Pero qué culpa podría atribuirse en todo esto á las monjas dominicas? Ninguna ciertamente , porque el auto de la quema recayó sin su conocimiento, y los claustros fueron secuestrados, a viva fuerza, para que la hoguera del fanatismo pudiera encenderse de ocultis.

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