sábado, 13 de junio de 2009

Macías, el Enamorado (Arjonilla)


No lejos de Andújar se encuentra el pueblo de Arjonilla, en medio de un risueño y hermoso paisaje. Tan placentero ambiente guarda trágicos recuerdos. Nadie ha olvidado la triste historia del poeta que todos conocemos con el nombre de Macías el Enamorado.

Allá por los años del siglo XV, en la casa de don Enrique de Aragón, marqués de Villena y maestre de Calatrava, vivía el joven Macías, poeta y servidor del marqués. Tenía éste una hermosa hija llamada Estrella, cuya belleza había deslumbrado a Macías. Los dos jóvenes se amaban; pero nadie podía adivinar por sus semblantes el fuego que consumía sus corazones. Los únicos testigos de su amor eran las flores y los árboles del jardín. Se sentían los seres más felices del mundo; pero no olvidaban que el maestre tenía el orgullo de un monarca, y trataron de ocultar su dicha. Macías no era más que un paje. Él mismo se consideraba indigno de obtener la mano de Estrella; porque, aunque gozaba de la aureola de poeta, le faltaba la fama de guerrero.

El ansia de gloria se apoderó de él; se ejercitó en el manejo de las armas y acudió a los combates y a los torneos. El amor de Estrella le guiaba, y pronto se convirtió en un héroe. El maestre dejó de considerarle como a un paje y le nombró su doncel. Macías comenzó a concebir esperanzas; creía que ella ya no se deshonraría convirtiéndose en su esposa. Pero sus ilusiones eran engañosas; cuando más feliz se sentía, le sorprendió la desgracia.

Un día, después de haber salido victorioso de un torneo, se retiró a un bosque vecino, se quitó las armas y se sumió en sus pensamientos. Cuando más abstraído se encontraba, una mano se posó en su hombro. Era un mensajero de Jaén que le aconsejaba que olvidase sus amores. Estrella había sucumbido a la voluntad de su padre, y se había casado con el marqués de Porcuna.

El maestre nada sabía de los amores de su hija y admitió de nuevo a Macías en su palacio; pero el esposo de ella no debía de ignorarlos, porque esquivaba la presencia de Macías. como si le temiese. La felicidad de los enamorados se convirtió en una pena profunda. Días y noches enteros lloraron su desgracia y se repitieron sus juramentos de amor. El esposo, cobarde, descubrió el secreto de la culpabilidad de los dos amantes; pero, en vez de luchar cara a cara por su honor, reveló al maestre lo que ocurría. Entonces. éste, encolerizado, impuso aMacías un castigo más cruel que la muerte. Temiendo que atentase contra el marqués, le encerró en una torre baja del castillo. Como único consuelo en su dolor, le dejaron el laúd. y las endechas del enamorado, cantadas con voz potente, podían oírse aun desde el poblado. Las gentes sentían compasión por su desgracia y admiración por su arte, y acudían a escuchar sus canciones desde muchas leguas a la redonda. Su popularidad se extendió por toda la provincia y se conservó en la memoria de las generaciones posteriores. Canciones desgarradoras alternaban con violentos ataques de cólera, en los que maldecía a su amada por no haberse dado muerte antes de consentir entregarse a otro hombre.

A éstos se seguían momentos de desfallecimiento, en que se maldecía a sí mismo por haberla injuriado. En sus accesos de desesperación, llamaba con frecuencia a la muerte, y ésta llegó una noche, amparada por la traición. El marqués de Porcuna, rabioso por los celos, se ocultó una noche entre las sombras y clavó en el corazón de Macías una lanza arrojadiza. No hubo testigos del asesinato; pero todo el pueblo señaló al culpable, manchando su memoria para siempre. El de Porcuna se hizo tan impopular, que tuvo que abandonar el país.

La leyenda no nos cuenta qué fue de la bella Estrella. Macías fue sepultado en una pequeña ermita. En su sepultura se grabaron estas palabras: «Aquí yaceMacías el Enamorado».
Cuentan los habitantes de Arjonilla que no siempre está abandonada la tumba del poeta. Más de una vez han visto descender hasta la losa, a la luz de la luna, una figura resplandeciente. Unos creen que es la imagen del amor que vela por el amante. Otros, que se ha realizado su supremo deseo: Estrella no ha muerto para él, y sus almas se enlazan junto al sepulcro.

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