lunes, 1 de junio de 2015

Navegando por el Ebro

Existen muchas referencias a la navegación fluvial por el Ebro y por el Canal Imperial de Aragón, que no han llegado a constituir conciencia de folclore marinero, aunque sí excepcionales casos sobre todo en Zaragoza. Históricamente hay noticias de que las naves aragonesas descendían por el Ebro hasta el mar para dirigirse a la zona árabe, que el cronista llamaba España. Antes sabemos que el río era navegable hasta Vareia, a la altura de Logroño, y las monedas de Dertosa (Tortosa) tienen como tipos, representaciones de barcos que no es necesario suponer que fueran de tráfico fluvial.
En Caesaraugusta existía un puertecillo, entre la confluencia de la Huerva y la ciudad, seguramente consistente en un dique transversal sobre pilotes que serviría de embarcadero, y conocemos también el dique de otro semejante en Cabañas de Ebro (Zaragoza); el aprovisionamiento de la ciudad romana pudo hacerse por este sistema, en buena parte.
En Zaragoza, el barrio del Ebro, en las Tenerías, fue de bateleros y pescadores y celebraron su fiesta el día de la Virgen del Carmen, con un dance que aún subsiste.
En diversos lugares se utilizaron hasta tiempos recientes barcas y esquifes para la travesía del río, siendo especialmente famosa la «barca del tío Toni», en Zaragoza, sustituida después por una pasarela permanente y que utilizaba el sistema de sirga, como en los pontones que hubo en diversos lugares para transbordar vehículos y personas, como por ejemplo en Gelsa (Zaragoza), antes de la construcción del puente.
Una navegación incluso con embarcaciones de recreo sui generis correspondió al Canal Imperial, con esclusas para el trayecto entre el Bocal, en Navarra y Zaragoza, donde la playa de Torrero sirvió de estación para estos barquichuelos; en la visita a la ciudad de Fernando VII, en 1828, fue uno de los festejos el paseo de los reyes y su séquito en varias barcas engalanadas, y hay noticia de que se repitió en ocasiones análogas.

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