miércoles, 11 de junio de 2014

Alhajas, ni en pintura

En cierto pleito, Don Manuel Cortina defendió como abogado los intereses de Isabel II. Habiéndole pedido ella que le presentara su cuenta, contestó él que nada se le debía pues se consideraba bien pagado con haber tenido el honor de haberla defendido.
“Pues yo sé lo que tengo que hacer”, respondió ella.
“Señora, - dijo Cortina -, si vuestra Majestad me envía alguna alhaja, me voy a ver obligado a cometer un acto de descortesía”.
“¿Aceptarías mi retrato?”
“Sí. Señora; pero sin marco”
Poco tiempo después recibió Cortina un magnífico óleo de medio cuerpo, en que aparecía Isabel sin pendientes, pulseras, sortijas ni joya alguna. En la carta de remisión decía la reina: “Y para que no te ofendas, ni pintadas te envío alhajas”.

(según Carlos Fisas)

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