viernes, 5 de abril de 2013

Helvia - La madre de Séneca



Conocida a través de la obra Consolatio a Helvia, un escrito dirigido a ella por su hijo, el filósofo Séneca, cuando fue desterrado de Roma. El lugar de su nacimiento parece que fue la ciudad de Urgavo (Arjona, Jaén), de donde al parecer procedía su familia paterna. La fecha de su nacimiento se asocia con el nacimiento de su segundo hijo, Séneca, que nació hacia el cambio de era. Helvia fue hija única de uno de los miembros de la familia de los Helvios, una de las familias más importantes de la oligarquía bética. La madre murió de parto y el viudo volvió a casarse de nuevo. Sin embargo, se conoce la existencia de una hermana mayor de Helvia, probablemente hija de una anterior unión de su madre o, más probablemente, de su madrastra. Séneca guardó muy buenos recuerdos de esta abuela que se comportó como una verdadera madre con Helvia y con sus hijos, aunque no parece que esta actitud fuera forzada pues Helvia fue una hija obediente y cariñosa.

Las dos hijas (adoptiva y propia) fueron educadas en el canon romano más estricto, en el que la formación intelectual de las niñas se subordinaba a la austeridad del pudor (pudicitia).

Como era costumbre, Helvia se casó con un hombre mucho mayor que ella llamado Lucio Anneo Séneca y se trasladó a Córdoba. Allí nacieron sus hijos: Novato, Séneca y Mela, aunque se ignoran las fechas. Por su hijo Séneca sabemos que fue una mujer fecunda y que llegó a edad madura, por lo que no se descarta que solo esos tres hijos fueran los que sobrevivieran a otros partos, por otra parte, nada extraño si tenemos en cuenta la enorme mortalidad infantil de aquella época. La relación de Helvia con el esposo, a pesar de la diferencia de edad y de su actitud negativa ante la inquietud intelectual de ésta, parece que fue excelente pues Séneca se refería a él como el «queridísimo esposo». No obstante, no debemos tomar demasiado literalmente esta expresión filial. Quizás la procesión, como se suele decir, la llevaba por dentro la madre, Helvia, que había visto como era apartada por el esposo de su instrucción cuando empezó a estudiar filosofía, al mismo tiempo que su hijo Séneca se iniciaba con los filósofos Soción y Atalo. El severo caballero creía más pertinente la educación tradicional, según la cual una extensa formación intelectual era perjudicial para la moralidad femenina. Lo cierto es que lo que captó Helvia de ese aprendizaje interrumpido lo supo rentabilizar magníficamente.

Con extraordinaria inteligencia administró la fortuna de sus hijos sin enriquecerse con ella y proveyó a sus hijos Novato y Séneca, dedicados a la vida pública, de todo lo necesario para avanzar en sus carreras como magistrados. El tercero de sus hijos, Marco Anneo Mela, se casó con Acilia, de la familia cordobesa de los Acilios y madre del poeta Lucano. El matrimonio se consagró a cuidar de Helvia, primero en Córdoba y luego en Roma, donde se trasladaron siguiendo a sus hijos y hermanos.

Helvia enviudó entre los años 40 y 41 -el luto oficial duraba diez meses- pues Séneca alude a que su madre aún lloraba la pérdida de su padre cuando él fue exiliado de Roma, hecho ocurrido en el año 41. No estuvo presente cuando murió el esposo (probablemente se encontraba cerca, en casa de sus padres, ya que se hizo cargo del funeral). Al quedar viuda volvió a casa de su padre pues se había casado bajo la fórmula sine manu, esto es, bajo la tutela paterna. Sin embargo, según una ley promovida por Augusto para favorecer a la natalidad, como madre de varios hijos, pudo beneficiarse de esta circunstancia y administrar sus negocios sin mediación de varón alguno. A finales del año 41 Helvia viajó a Roma para reunirse con su hijo y ser testigo de las desgracias que le acompañaron: la muerte de uno de sus hijos, su destierro a Córcega, apenas veinte días después de su llegada...

Como apuntamos al principio, la Consolatio es la única fuente de información sobre Helvia. En el escrito se alude a sus relaciones, de estrecha amistad, y en el que se recuerda su etapa en los que ambos compartían estudios. La obra es un elogio a la madre. Le recomienda, para calmar su dolor, que se dedique a los estudios liberales y a sus otros dos hijos. Pero es en la hermanastra, siempre ligada a ella, en la que Helvia encuentra siempre cobijo. Ella y su esposo, Cayo Galerio, habían cuidado de Séneca cuando éste inició su carrera en Roma. También la ayudaron el cariño de sus nietos, en particular el de su nieta Novatila, hija de Novato, quien había quedado huérfana de madre. Séneca recomienda que sea Helvia quien la instruya. Seis años permaneció Séneca en el destierro. Desde el año 42 Séneca deja de mencionar a Helvia por lo que desconocemos que fue de ella a partir de esa fecha. En opinión de Mª Dolores Mirón, el gran mérito de Helvia, a los ojos de su hijo, era «haber sido una mujer de ánimo varonil, pero de vida femenina, es decir, siempre entregada al cumplimiento de su papel de género».

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