martes, 2 de septiembre de 2014

Antonio Reverte Jiménez

Reverte, el del pañuelo con cuatro picadores y Reverte en medio, que cantaba Concha Piquer, no es ninguna invención. Tampoco lo es su novia, aunque esto sea otra historia que ya contaré algún día.
Antonio Reverte Jiménez nació el 28 de abril de 1870 en Alcalá del Río. muerto en Madrid el 13 de septiembre de 1903.
Tras una prometedora andadura novilleril, hizo su primer paseíllo ante la severa afición de la Villa y Corte un 19 de julio de 1891. Dada la trayectoria ascendente que parecía tomar su carrera -jalonada desde muy pronto por un puñado de buenas actuaciones-, decidió tomar la alternativa en el transcurso de dicha temporada.
Debía tener lugar el 8 de septiembre de 1891 pero tuvo que atrasarla hasta el día 16 de aquel mismo mes debido a una cogida cuando se disponía a ejecutar la arriesgada suerte de su invención, la "revertina" a pesar de que el dictamen de los facultativos desaconsejaba tan prematura como temeraria reaparición. Se presentó en Madrid apadrinado nada menos que por el genial espada cordobés Rafael Guerra Bejarano, «Guerrita». Gestos de esta índole, que revelan el pundonor y la valentía de Reverte, lo llevaron en no pocas ocasiones al quirófano, zarandeado entre cornada y cornada.
Tal vez la de mayor gravedad entre todas las que sufriera fue la que recibió en la localidad francesa de Bayona el día 3 de septiembre de 1899, cuando alternaba con su antiguo padrino de alternativa.
Pese a todo, Antonio Reverte Jiménez no logró restablecerse por completo de esta tremenda cogida, que a punto estuvo de costarle la amputación de una pierna y le impidió seguir toreando el resto de aquella temporada de 1899 y le mantuvo también inactivo durante la campaña de 1900.
En la de 1901, todavía con sus facultades físicas considerablemente mermadas, reapareció para torear sobre todo en Francia y Portugal, aunque también hizo un par de paseíllos en el suelo patrio. Deseoso de mostrar a todo costa que seguía siendo el mismo torero corajudo y arrojado que conoció el público español antes de la cornada de Bayona, en la temporada de 1902 se anunció seis tardes en la plaza de Madrid, y cruzó luego el Atlántico para dejar una irregular impresión por las plazas mejicanas.
Sin embargo, la suerte y las fuerzas no le acompañaban, y en 1903 tuvo que detenerse a oír las voces de quienes le aconsejaban una presta retirada.
Pero no quiso cortarse la coleta durante aquella campaña, en la que sólo cumplía treinta y tres años de edad y doce como matador de toros bravos. Así que aún reunió fuerzas para torear en Portugal y en Marsella, localidad que a la postre conservaría el triste honor de haber sido la última en contemplar el toreo de Reverte el día 6 de septiembre de
De retorno a Madrid, cayó gravemente enfermo, víctima de un tumor en el hígado que hizo necesaria una intervención quirúrgica de urgencia. Por desgracia, la ciencia de su tiempo no fue capaz de salvar su vida, que se apagó definitivamente el día 13 de aquel mismo mes.

(extracto de Sevillapedia)

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