miércoles, 12 de noviembre de 2014

El barquero de Cantillana

Andrés López Muñoz, nacido en 1819 en Cantillana (provincia de Sevilla), era hijo de un barquero que llevaba pasajeros por el Guadalquivir desde Cantillana hasta Sevilla. Encontrándose el padre mayor y débil tuvo que dejar el empleo de barquero y el hijo, a su edad de 17 años, realizaba labores en el campo para ayudar económicamente a la familia. Al fallecer el padre el alcalde dispuso dar el trabajo de barquero a otra persona y no al hijo, de modo que esto generó una enemistad entre el edil y Andrés e hizo que nadie en el pueblo le ofreciera trabajo por miedo a enemistarse con el alcalde.
A los 18 años entabla una relación con la prometida de Enrique, hijo del alcalde, recibiendo por esto una paliza de Enrique y de dos primos suyos y, por la influencia del alcalde, los agresores fueron absueltos judicialmente. Tras esto, fue a casa del alcalde y mató a navajazos a Enrique y a los dos primos y huyó al monte, convirtiéndose en bandolero.
En torno a 1842 comienza su vida fuera de la ley, y en 1844 se crea la Guardia Civil, que dificultará la expansión de este modo de vida.
En Cantillana, acompañado de su banda, prendió fuego al cortijo donde el alcalde almacenaba la cosecha del año. El alcalde organizó a ediles de otros municipios para crear una partidas de escopeteros para acabar con él. Posteriormente se enamoró de Amparo, hija del alcalde de La Algaba y se estuvieron viendo hasta que, al enterarse el alcalde, ella se marchó con él al Cortijo de Las Cañas, que era guarida de la banda, para más tarde ir a Burguillos, en la casa de Dolores Muro, parienta del padrino de Amparo
El alcalde de La Algaba formo una partida para acabar con él, que tampoco tendría éxito, y finalmente el alcalde de la Algaba fue ahorcado de un olivo por la banda de bandoleros. Si bien la historia de este bandolero mezcla la leyenda romántica con la realidad, en estudios históricos quedó acreditado este hecho.
Su actividad como bandolero tenía, entre otras actividades, el asalto a diligencias y carruajes que iban de Sevilla a Huelva.
Ocultándose en la Sierra de Cazalla, decidió hacer una visita a la venta de un amigo. Delatado en ese lugar por un buhonero por la recompensa ofrecida por su captura, tuvo que huir hasta que finalmente tuvo que enfrentarse a la Guardia Civil en el entorno de una ermita a las afueras de Posadas. Fue abatido por la Guardia Civil el 6 de noviembre de 1849.
Se encuentra enterrado en la Parroquia de Santa María las Flores de Posadas con una lápida sin nombre.

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