martes, 14 de junio de 2016

Santo Dominguito de Val

Niño zaragozano que -según reza la tradición, celosamente guardada por la Iglesia de esta diócesis a lo largo de los siglos- sufrió el martirio a manos de algunos judíos de la aljama de la ciudad el 31 de Agosto de 1250, reinando Jaime I  y rigiendo la sede cesaraugustana el obispo don Arnaldo de Peralta, en el pontificado de Inocencio IV.
Dominguito, de siete años de edad, hijo del notario Sancho de Val y de su mujer Isabel era infante de coro (o seise) del templo de Salvador (La Seo) de Zaragoza, y fue atraído engañosamente por un judío llamado Albayuceto, quien lo entregó a otros correligionarios para renovar en él la pasión de Cristo. Crucificado en una pared con tres clavos y abierto su costado, ocultaron su cuerpo en la ribera del Ebro tras seccionarle la cabeza y los pies hasta que unos barqueros que vigilaban sus embarcaciones en el río dieron aviso a las autoridades eclesiásticas y civiles de las extrañas luces que (luego se comprobó) manifestaban el lugar exacto del enterramiento del infante. Descubiertos sus restos mortales, fueron llevados a San Gil, parroquia del mártir, y después trasladados con toda solemnidad al templo catedralicio, donde fueron depositadas y veneradas sus reliquias durante siglos por todas las generaciones de piadosos zaragozanos, y muy especialmente por los infantes de la escolanía de la ciudad (infanticos ), que le tienen por protector y patrono.
Para la conservación de la memoria de este suceso -similar al del Santo Ángel de la Guardia en Toledo- se instituyó una cofradía de labradores con el nombre de Santo Domingo de Val -renovada en 1403-, que se encargó sobre todo de conmemorar dignamente cada año la fiesta de su titular, y a la que Jaime I había donado un rico paño de brocado para custodiar los restos del santo. Hasta 1496 las reliquias (especialmente parte del cráneo y otros restos) reposaron en la capilla de San Vicente de la catedral, hasta que en dicha fecha se trasladaron a la sacristía, y a partir de 1600 se veneraron en la capilla del Espíritu Santo; antes de que avanzado el siglo XVII (en 1671) se edificara una nueva capilla dedicada en exclusiva al culto de Santo Dominguito. La cual se puede admirar todavía en el recinto sagrado, adornada con motivos alusivos al santo, al que la tradición ha atribuido numerosos milagros, encomendando su protección para la Iglesia zaragozana y sus feligreses.
También el desaparecido palacio de Sora, próximo a la iglesia de San Carlos y del que se conserva la suntuosa fachada -hoy colocada en la portada de un moderno edificio de religiosas de la plaza de Cesaraugusta (llamado popularmente «la cocina económica»)- fue considerado como la casa natal del santo niño, a pesar de que dicha fachada es del siglo XVII.

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