sábado, 31 de agosto de 2019

Historia del Canal de Castilla al Atlántico


Todo surge de la mente de Antonio Ulloa (1716-1795), marino y científico polifacético que no dejó nunca de darle vueltas a la cabeza. Introdujo los principios de la electricidad en España, mejoró las imprentas, papeles y tintas, así como la industria textil con innovaciones en los telares, y también estudió las posibilidades del caucho.
Respecto a la construcción de un gran canal navegable, cabe decir que ya había realizado el proyecto del Canal de Castilla, encargado por el Marqués de la Ensenada, así que en el fondo, su pretensión no era tan descabellada.
Con la colaboración del ingeniero francés Carlos Lemaur, que nunca confió en poder salvar todas las dificultades técnicas del proyecto, Antonio Ulloa elaboró el llamado Proyecto General de Canales de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León. Se trataba de construir un canal navegable de nada menos que 771 Km, que pasaría por Aranjuez y cruzaría La Mancha, abasteciéndose de aguas de los ríos Cigüela, Záncara y Guadiana. Tras cruzar Despeñaperros a la altura de Almuradiel y siguiendo el curso de diferentes ríos menores y arroyos, se uniría con el Guadalquivir para continuar por Córdoba y Sevilla. Desde Sevilla al Atlántico solo era cuestión de aprovechar la navegabilidad del Guadalquivir hasta la desembocadura. Con esta obra se pretendía facilitar el tráfico mercantil entre el mar y Castilla, ahorrando tiempo y costes.
Por entonces, los banqueros, más atentos a la inversión que a la especulación, prestaron atención al proyecto, en concreto lo hizo Francisco Cabarrús, director del Banco de San Carlos. El banco de Cabarrús financiaría la construcción, por lo que Carlos Lemaur se puso manos a la obra. Sin embargo, lamentablemente falleció unos días antes de entregar el proyecto que sus hijos continuaron.
Las obras se iniciaron tomando como punto de partida la llamada Presa de El Gasco, situada entre Torrelodones, Galapagar y Las Rozas, municipios todos ellos madrileños. Se construyó a 750 metros sobre el nivel del mar. Medía 160 metros de largo por 54 de altura y 31 de ancho, y llegaron a realizarse 26 Km de canal, empleando para ello, como mano de obra, a presos comunes de la época. Una tormenta, la víspera de San Isidro del año 1787 derribó pare del muro de la presa. Los costes y las sospechas que Carlos Lemaur tuvo respecto a la dudosa viabilidad del proyecto, se pusieron de manifiesto y, finalmente, la magnífica obra se paralizó. Madrid siguió sin mar y sin playa.

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