Antiguamente, Valencia estaba amurallada. Cada día, cuando se ponía el sol, cerraban las puertas de la muralla para seguridad de sus habitantes. Si los viajeros que iba a Valencia llegaban tarde, se encontraban con las puertas cerradas y tenían que pasar la noche fuera de sus muros, sin conseguir - ni aún temporalmente - llegar al lugar hacia donde se dirigían.
Por este motivo se inventó la expresión "quedarse a la luna de Valencia", que significa quedársele a uno frustradas las esperanzas que tenía en alguna cosa.
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