lunes, 11 de febrero de 2019

Damasquinado de Eibar

Eusebio Zuloaga a mediados del siglo XIX y después de ver algunas armaduras en el Museo Real de Madrid, introdujo la técnica del damasquinado en la ciudad, entonces villa, de Éibar. El método utilizado era el de picado a punceta. Con este método quedaban algunas irregularidades que hacían que el trabajo desmereciera un poco.
Plácido Zuloaga, hijo de Eusebio y padre del pintor Ignacio Zuloaga, ideó otro sistema más fino mediante el rayado con una cuchilla. Este método se denomina estriado a cuchilla y consiste en realizar pequeños surcos con una cuchilla muy fina y afilada ganando en rapidez y en finura al ser mucho más perfecta y uniforme la superficie final.
Mediante este método se extendió la artesanía a grandes piezas como jarrones, ánforas, cofres, relojes y superficies de todo tipo. Ejemplo de ello son el panteón del Prim, ubicado en Reus (Tarragona), y el altar de Loyola que se encuentra en el Santuario de Loyola, en Azpeitia (Guipúzcoa). La mayoría de las piezas de damasquinado de los artistas Zuloaga se encuentran en el Palacio Real de Madrid y en otros palacios reales de Europa, así como en la colección del Dr.Khalili en el Reino Unido.
En Éibar el damasquinado se ligó intrínsecamente a la industria armera. Pasó a formar parte de la decoración de toda clase de armas: escopetas, pistolas y fusiles. Se realizaba por este método la identificación del nombre del artesano, el año de fabricación, dedicatorías, etc. En la decoración de las armas se emplean motivos como hojas de acanto, rocallas, dragones y cartelas, bien en forma lisa o en relieve, y lo mismo las figuras alusivas a animales relacionados con la caza que se grababan en las escopetas. Durante muchos años el regalo de honor que el ayuntamiento de la ciudad armera realizaba a la visitas ilustres ha sido una pistola ricamente damasquinada.
La explotación como joyería no se ha desarrollado, pero casi todos los productos eibarreses tienen una versión de lujo donde el damasquinado tiene un importante papel.
Este arte se utiliza para embellecer las escopetas y pistolas que se hicieron en esa localidad.
Plácido Zuluaga y su hijo, junto con otros eibarreses que colaboraban con ellos, dieron el nombre de "damasquinado" al arte de embutir oro y hierro porque la armadura que habían traído del Museo Real era de un guerrero de Damasco

(Wikipedia)

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