miércoles, 27 de febrero de 2019

La ley de las holgazanas - Córdoba

Hubo un tiempo que en la ciudad española de Córdoba las mujeres que querían casarse se desplazaban hasta el pueblo de Alcolea (hoy un barrio de la ciudad). No lo hacían porque no pudieran contraer matrimonio en la capital sino para burlar una ley, una ley dictada por la mismísima reina Isabel I de Castilla.
Tras la conquista castellana el antiguo Alcázar andalusí de Córdoba fue fortificado por el rey Alfonso XI en el siglo XIV. Un siglo después, se alojarían en la fortaleza los Reyes Católicos durante más de ocho años y en el año 1486, Cristóbal Colón, solicitaría a los Reyes Católicos en una de sus dependencias los fondos necesarios para su aventura marítima, mostrando entonces escaso interés por parte de los monarcas. Durante su estancia en el Alcázar la reina Isabel tuvo uno de sus hijos: la infanta Doña María, futura reina de Portugal.
El pueblo, más concretamente sus mujeres, pasaban ociosamente todo el día en la plaza que se encontraba delante del palacio esperando ver a la reina asomada por las ventanas. Isabel, extrañada de ver siempre a tantas mujeres sin hacer ninguna otra cosa que esperarla, preguntó a qué se dedicaban y si ayudaban a sus maridos en el trabajo. Ellas respondieron que no “para eso estaban ellos, ¡como manda la ley!”. La reina, furiosa, les contestó que si no ayudaban a ganarlo, tampoco debían disfrutar de ello. No se lo pensó dos veces y pocos días después dictó en una de las salas del palacio la “Ley de las Holgazanas” por la que toda mujer casada en Córdoba no tendría derecho a los bienes gananciales a la muerte de sus maridos.
Y como hecha la ley, hecha la trampa, las cordobesas se iban al pueblo de Alcolea, adyacente a la capital. Y así hicieron durante casi cuatro siglos. No sería hasta el año 1802 a instancia del cordobés José Fernández “el Carnerero”, un hombre humilde que hizo fortuna gracias a la ayuda de su esposa, que decidió acudir al Alcazar para hablar con el entonces rey Carlos IV y así solicitar que la retirara. Fue cuando el monarca dictó la Novísima Recopilación en 1802, pudiendo recuperar las cordobesas sus derechos.

(Francisco Javier Tostado)

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