lunes, 11 de febrero de 2019

Oro y plata en la Laguna

Hace tanto tiempo que nadie lo piensa y que nadie lo persigue, que la creencia relativa a la existencia de vetas de hierro, oro y plata en la montaña lagunera de San Roque ha terminado por caer en el más completo olvido. Solo el trabajo de rigurosos y pertinaces investigadores como Lorenzo Santana Rodríguez preservan la memoria de un tiempo pasado, principalmente durante el siglo XVI, en el que decenas de personas, incluidas comunidades religiosas, tomaban posesión o levantaban acta ante notario reclamando la propiedad de parcelas de la citada montaña, de cara a su explotación. 
Gaspar Fructuoso, Torriani, Viera y Clavijo, Béthencourt Massieu o Anchieta y Alarcón son autores que con desigual precisión se hicieron eco de la existencia de minas de estos metales en diferentes puntos de Canarias. 
No obstante La Laguna, y en especial la citada montaña, se llevan el récord en estos conatos de "fiebre del oro", como los denomina Santana Rodríguez, con casos tan pintorescos como el registrado notarialmente el 24 de marzo de i59iy ante las autoridades de la isla, por Bernardino de Madrigal, escribano público. Ese día se registran nada menos que diez minas de oro y plata, todas colindantes, que arrancan con el hallazgo realizado nada menos que por un monje agustino, fray Esteban Anselmo.

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