lunes, 26 de septiembre de 2016

El Artificio de Juanelo - Toledo

Hubo un tiempo en que Toledo poseyó el honor de contar con una de las mejores obras de ingeniería hidráulica de la historia de la humanidad. El Artificio de Juanelo o, simplemente, El Ingenio fue construído en 1568 por Juanelo Turriano, ingeniero lombardo, por encargo del Ayuntamiento de la que por entonces era Capital del Imperio y del propio Emperador. Mediante un todavía no igualado (ni del todo comprendido) mecanismo de ingeniería, este artificio era capaz de elevar desde el río hasta el Alcázar, salvando unos 100 metros de desnivel y utilizando la sola fuerza del agua, unos 17.000 litros diarios de agua. El éxito del invento (y el impago de la parte que correspondía al ayuntamiento por quedarse todo el agua en el Alcázar imperial) hizo que Juanelo construyera uno nuevo en 1581 adosado al anterior para suministrar agua a la población. Básicamente, estaba compuesto por una presa y dos ruedas motrices a nivel del río, seis estaciones intermedias (balsa del acueducto, puerta de la Fragua, pasadizo del Carmen, llano de Santiago, corral de Pavones y explanada del Alcázar), y un total de 192 cangilones dispuestos en armaduras basculantes y agrupados en 24 unidades intermedias o torrecillas. La fuerza motriz se transmitía por medio de bielas de movimiento alternado. En su instalación se emplearon doscientos carros de maderas y más de quinientos quintales de metal y estuvo en funcionamiento hasta 1639, cuando su estado de mantenimiento era tan precario y las reparaciones tan costosas para la ya decrépita España, que fue desmantelado, saqueado y sus materiales reutilizados.
Desgraciadamente, y pese a haber sido relojero de Carlos V e inventor de otros muchos prodigios, Turriano muere en Toledo en 1585, arruinado y sin haber cobrado ni un ducado por su maravilla hidráulica. Fue enterrado unos metros por encima del lugar donde se levantaba el Artificio, en el desaparecido Convento del Carmen.
Casi 300 años después de su construcción, el Artificio conservaba visibles sus restos y llegó a tiempo de ser fotografiado antes de su penosa demolición en 1868.

(Toledo olvidado)

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