jueves, 22 de septiembre de 2016

La calle del Candilejo - Sevilla

Siguiendo la tradicion sevillana, un miembro de la familia de los Guzmán, enemigos del rey Pedro y partidarios de su hermanastro, había propagado murmuraciones y sátiras contra el rey legítimo, el cual decidió defender su honor con las armas en lugar de prender al caballero.
Aprovechando la oscuridad de la noche, consiguió seguir a su oponente hasta enfrentarlo en una calle iluminada por un pequeño candil. A pesar de la bravura de su adversario, don Pedro, hábil espadachín, consiguió arrebatarle la vida, pero sin darse cuenta de que los hechos habían sido observados por la anciana propietaria del candil. Los familiares de Guzmán acudieron al rey buscando justicia, el cual respondió que no había sido asesinato vil, por tener noticia de haberse producido la reyerta en calle iluminada, lo que demostraba que ambos habían podido defenderse adecuadamente. A pesar de ello, accedió a que si se hallaba al matador, pondría su cabeza en un nicho de la calle donde se produjo el duelo.
La intervención del hijo de la anciana, conocedor de los hechos, hizo que la familia de los Guzmán reclamara que el rey cumpliera lo prometido, a lo que el monarca accedió, ordenando que se empotrara un cajón que, según él, contenía en su interior la cabeza del asesino. Pasaron los años y tras el destronamiento de Pedro I, don Tello Guzmán hizo abrir el cajón en cuestión encontrando una cabeza de piedra con la efigie del monarca que había cumplido su promesa burlando con ingenio a unos y otros.

(J.L.E.)

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